Capítulo 43:

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- ¿Te besó? – Gruñí. Sus ojos no se despegaban de los míos, viéndose inafectada por la mirada de muerte que le estaba dando. - ¿Y tú le correspondiste? – Enarcó una ceja, de forma irónica al mismo tiempo que arrogante. Levantó la barbilla, desafiándome a enojarme.

- Obvio que lo hice. – Y me enojé, me enfurecí. Necesitaba golpear algo, romper algo, la imagen que invadía mi mente no hacía más que enfurecerme peor, una imagen en la que Alexa y Max eran protagonistas, donde ellos se besaban con pasión, vehemencia, un beso que pudo haber sido mío y que él me arrebató.

¿Cómo podía odiar tanto a un ser humano?

Por Alexa.

Por ella lo mejor y peor de mí salía a luz.

Y estaba casi seguro de que aquello no era bueno, le estaba otorgando demasiado poder a una persona a la que no podía entregarle mi confianza por completo. Una persona cuyo corazón sabía que era oscuro y que podía destruirme con sólo el chasquido de un elegante dedo. 

Debía de ser más precavido con ella. 

Respiré lenta y pesadamente, obligando a mis músculos a relajarse, a mi temperamento disminuir, y a mi ira desaparecer. 

Creo que no hace falta decir que fallé olímpicamente. 

Golpeé el bus, al lado de su cabeza. Ella pareció no inmutarse. Me miraba inexpresiva y altiva. De la misma forma que cuando nos reencontramos.
Mi corazón se estrujó. 

- ¿Qué esperabas? – Ladeó la cabeza y sonrió con sorna. Me separé de ella, deslizando mis manos por el frío metal del bus, tragando saliva. - ¿Qué lo rechazara? ¿Qué lo empujara y le dijera que no podía besarme porque era tuya? – No respondí. Su sonrisa se ensanchó aún más ante mi silencio, pero podía ver la falta de humor en ella, la ira. – Déjame aclararte algo, Luke. – Dijo, acercándose a mí. – Tú y yo no tenemos más que una relación de “amigos con derecho a roce” – Hizo comillas con sus dedos, caminando hacia mi con ira apenas contenida, en un tono que dejaba claro que sentía que estaba hablando con un niño pequeño. – No puedes enojarte conmigo por besar a Max cuando tú besas a Evelyne y luego corres a mis brazos por más, no puedes. – Un gruñido escapó desde mi garganta y ella frunció el ceño, se veía tan enojada como yo. Sabía que tenía razón, pero la amaba, era lógico pensar que me pondría furioso. – Max me ayudó cuando ustedes me dejaron y lo quiero…

- ¡Tú nos dejaste!

- ¡Ustedes lo hicieron en el momento en que se revolcaron en MI cama! En ese momento… Ustedes me dejaron morir sola… - Gruñó a centímetros de mi rostro. Sentí el músculo de mi mandíbula tensarse. – Les estoy dando otra oportunidad, no hagas que me arrepienta… - Respirando de forma irregular me aparté de ella. Su expresión enojada se suavizó y agachó la cabeza, ocultando su rostro en las sombras. – No quiero discutir contigo, L. Yo… Sólo quiero estar contigo, que podamos ser como antes, pero mientras ames a Eve nosotros no…

- No la amo. – La interrumpí, no pude contener esas tres palabras que querían escapar desde hace tiempo de mis labios. Ella levantó la cabeza para mirarme estupefacta. 

- ¿Qué? – Jadeó. Tragué saliva. No estaba seguro de si era mejor decirle esto, pero ya no había marcha atrás. 

- No estoy seguro de si sigo amándola. Pero sé que no siento lo mismo que sentía por ella hace un mes… - Agachó la cabeza otra vez, vi como la comisura de su labio formaba una diminuta sonrisa, pero fue tan pequeña y sucedió tan rápido que no estaba seguro de si había sido mi imaginación. 

- ¿Ya no la amas?

- Eso creo… - Ella asintió.

- ¿Entonces por qué sigues con ella?

¡Malditas Traiciones!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora