Capítulo 32:

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- Iré yo. – Anunció Evelyne mientras se levantaba de la silla. Tragué saliva y miré de reojo a Alexa, ella se encontraba hablando tranquilamente con Dee y Clary, Kate sólo se quejaba del dolor de cabeza que sufría en esos momentos. Crucé la mirada con la de Alexa y vi ese brillo de picardía que últimamente dominaba sus ojos. Sabía que ella iba a causarme serios problemas, estaba jodiendo mi mente. - ¡Hey! ¡No puedes hacer eso! ¡¿A dónde crees que vas?! – Escuché los gritos de Evelyne y en seguida me alarmé, me levanté tan rápido de la silla que acabó en el suelo, cuando la figura de un colérico e idiota Max apareció en mi campo de visión. Con unas bermudas negras y una maldita musculosa negra de Batman, ese desgraciado no podía usar algo de Batman <<¡Hijo de su reverenda madre! ¡No puede gustarle Batman!>>

Max sonrió ante la mirada de aprobación por parte de Alexa, claro, utilizaba a Batman como un medio para gustarle más a Alexa. PATÉTICO.

- ¿Qué haces aquí? – Preguntó Clary, sorprendida.

- Vengo a buscarlas.

- Ahora estamos desayunando. – Le contestó Alexa, masticando una tostada.

- Puedo esperarlas. - ¿Cómo? No si yo podía evitarlo…

- Siéntate donde gustes. – Miré a Evelyne entre sorprendido y enojado ¿Es que acaso siempre piensa lo opuesto que yo? No es malditamente justo. Acomodé la silla y me senté en ella con un gruñido.

- Gracias, lamento la forma en la que entré, es sólo que… - Se detuvo, centrando su mirada en Alexa, ignorando a cada persona a su alrededor. Alexa estaba demasiado concentrada en estirar un poco mi camiseta para que no se le pegara tanto al pecho, y al ver que no lo conseguía soltó un bufido y tomó un largo trago de su café.

- Lo entiendo. – Respondió Evelyne lentamente, percatándose de a donde Max dirigía su mirada. Max se sentó en una silla junto a Alexa y, como siempre, me fulminó con la mirada.

- ¿Se divirtieron? – Les preguntó. Todas comenzaron a chillar y hablar apresuradas sobre lo que sucedió en el bar, pero lo único que podía ver era la forma en la que Alexa movía sus manos al hablar, lo linda y brillante que era su sonrisa, como reía sin miedo a no parecer una señorita, se reía alto y fuerte, pero muy femenina, su risa era casi angelical. Su sedoso y colorido cabello brillaba con la luz que entraba del enorme ventanal, parecía un bello velo de seda, suave y perfecto, el movimiento provocado por su emocionada forma de hablar le daba a su aspecto un toque de niña, se veía como toda una niña pequeña así de emocionada. Esos profundos mares negros de sus ojos brillaban con diversión y picardía, como si tuvieran un gran secreto oculto en ellos y te incitaran a averiguarlo. Ella jugueteaba y reía con Max, y dolía ver que, no importaba cuanto intentara negarlo, gran parte de ella ya no me pertenecía. Max me la había arrebatado, y observar la forma en la que intercambiaban miradas, risas y gestos, la forma en la que ella, sólo con un movimiento, diera a entender de que era de ese idiota, era increíblemente desgarrador. Aunque, sinceramente, no me importaba en lo mas mínimo. Llámenme masoquista, si eso quieren, pero soportaría cualquier cosa sólo por estar con ella, con tal de verla sonreír. Sonreír ya no por mí, sino por él, él me suplantó. Max tomó mi lugar. Ella era feliz por él, sonreía por él, perdonaba por él, vivía por él, amaba… Por él y sólo por él.

Max llenaba ese vacío que dejé al traicionarla y no tienen ni idea de cuánto me arrepiento de cómo actué. Sé perfectamente que le dije a Evelyne que no me arrepentía de amarla, y era cierto, pero me arrepentía de haber perdido a Alexa.

Ella me comprendía como nadie, entendía y aceptaba mi locura, mis imperfecciones, mi pasado, que no era nada comparado con el de ella. Me habrán humillado, insultado y golpeado, me habrán dañado emocionalmente, pero logré recuperarme. En cambio, a mi hermoso ángel negro la dañaron física y emocionalmente, la humillaron, la degradaron y repudiaron, la traicionaron de una y mil formas, y ella todavía era pura y buena.

¡Malditas Traiciones!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora