—Siempre estaré contigo, no vas a perderme —susurra una dulce voz a lado suyo, es ella, es la voz de Brooke, puede escucharla, pero no puede verla.

«No me olvidaré de ti Brooke, pensaré en tu voz y en tu sonrisa todos los días, te seguiré pensando incluso en mis sueños, impregnaré tu recuerdo en mí, es una promesa».

†††††

DIEZ AÑOS DESPUÉS...

La familia Carson va camino a su nuevo hogar en una furgoneta blanca con destino a Stonehenge, ellos han comprado una antigua mansión a las afueras del pueblo, están emocionados por el cambio de aires pues anteriormente vivían en la ciudad.

El señor Carson estaciona la furgoneta delante de la entrada principal de la mansión.

—Hemos llegado —exclama mira brevemente a su mujer y a su pequeña hija.

—Vamos, cariño —le dice la señora a su hija.

Los tres bajan de la furgoneta y caminan juntos hacia porche de la mansión, los muros están cubiertos de ramas, enredaderas y hojas secas que hacen que el lugar luzca escalofriante, hay hojas marchitas esparcidas en el césped y rosas negras a lo largo del camino con gotas de lluvia en los pétalos.

Abren la puerta principal y entran a la casa, el eco de los pasos resuena en las paredes, los objetos de madera que decoran la estancia tienen demasiado polvo y los muebles están cubiertos con mantas blancas y debajo de las mismas estos se encuentran en perfecto estado.

La niña de apenas diez años sube al segundo piso con entusiasmo, ve una puerta de madera que comienza a abrirse por sí sola, la cual se ubica al fondo del pasillo. Ella camina en esa dirección a pasos lentos, entra a la habitación y observa el reluciente piano blanco, se acerca algunos pasos y mira un gran espejo dorado –ubicado al fondo– con curiosidad, el mismo está cubierto de polvo grisáceo, pero el marco no luce desgastado. La pequeña niña pasa su mano sobre el cristal, algunos pedazos del espejo están rotos, en el interior del mismo observa una imagen borrosa y distingue dos siluetas obscuras y lejanas.

Las mira con más atención y poco a poco el reflejo del espejo se va aclarando, efectivamente dos jóvenes están sentados en el asiento de terciopelo, el chico pelinegro está tocando las teclas del piano y la chica lo observa con la cabeza apoyada sobre el hombro del músico. Los dos parecen felices, sonríen y conversan animados.

La niña mira el piano un instante y segundos después voltea de nuevo a ver el espejo, —Solamente se ven en el espejo

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La niña mira el piano un instante y segundos después voltea de nuevo a ver el espejo, —Solamente se ven en el espejo.

—Cariño, ¿qué haces aquí? —la niña voltea a ver a su mamá, corre hacia ella, la jala del brazo y le señala el piano.

—Mamá, ¿quiénes son ellos? —pregunta la pequeña confundida, señalando el espejo.

—Allí no hay nadie, pequeña —responde la señora.

—Claro que sí, yo los veo, están sentados en el asiento de allá —asegura la niña entusiasmada—. Se reflejan en el espejo, mamá.

—¿Quiénes?

—Los fantasmas de la mansión, pero tranquila, no nos harán daño, ellos están en su propio espacio, allí nadie puede separarlos.

—Vamos, cariño —la señora Carson toma la mano de su hija, pero la pequeña vuelve a soltarse.

—Espera, mamá, ellos quieren decirnos algo —exclama la pequeña dando brincos de un lado a otro y coloca su mano suavemente sobre el cristal—. Están delante de mí, nos están mirando.

Es verdad, ellos están parados frente al espejo, no pueden ver a través de él, pero sienten la presencia de alguien al otro lado, la chica pelirroja toma la mano del chico, ellos toman distancia del espejo, se recargan en la pared y se deslizan lentamente hasta tocar el suelo, cruzan su mirada con la del otro y sonríen abiertamente.

Ríen por lo que ha pasado y por lo que pudo pasar, ríen porque ya nada duele y ya nada queda, tienen la sensación de encontrarse allí, pero en realidad están en otro lugar, resolviendo los rompecabezas de cada momento de su vida, esperando el día que puedan volver a existir, quizás en otra vida, quizás en otro cuerpo.

Se necesitan el uno al otro tanto como al aire que respiran,  porque ambos siguen el mismo camino, existen en el mismo mundo, viajan hacia el mismo rumbo y siempre será así. Podrían estar a mil kilómetros de distancia, a mil vidas de encontrarse, a mil años de abrazarse, a mil metros de la vida o la muerte, pero tan solo los separa una inquebrantable línea que une al destino y a sus almas perdidas.

Aarón y Brooke están atrapados tras el espejo, pero sus almas son libres, ahora estarán unidos hasta el final de los tiempos, hasta que el reloj retroceda a cero, hasta el día que el sol ilumine la noche y el atardecer la obscuridad, hasta que el destino vuelva a cruzar sus almas y está vez no sea por simple causalidad. Sólo les gusta pensar que volverán a verse, que volverán a reflejarse en los ojos del otro y tendrán un final que siempre los lleve a encontrarse en la vida o en la muerte.

†FIN†

†FIN†

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El Fantasma Que Todo Lo VeWhere stories live. Discover now