Capítulo 17: How can I move on when I'm still in love with you?

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Probablemente, sea el mejor día de su maldita existencia.

Louis está frente a él, en carne y hueso, y su cabello parece brillar debajo de las luces amarillentas de la cafetería. Una leve barba decora esos pómulos definidos, y Harry tiene la repentina necesidad de sentir aquella textura áspera contra la punta de sus dedos.

Sin embargo, lo que más lo asombra de Louis son sus ojos. Sabía que eran azules, e incluso los había dibujado cierto día en su cuadernillo de anotaciones de la universidad, pero jamás habría pensado que serían de un color tan cristalino y brillante. Dichos ojos lo observan atentamente, casi sin parpadear, expectantes a que Harry emita alguna respuesta. Ninguna contestación formulada con anterioridad en su inconsciente suena adecuada.

Así que continúan sumidos en un abrasador silencio, el resto de los meseros moviéndose a la velocidad de la luz a su alrededor y sacándolos de su ensoñación. Louis encarna sus cejas, su pulgar haciendo círculos sobre el material de la mesa. —¿Te comieron la lengua los ratones?

—No. —Harry murmura a continuación. Su garganta podría asemejarse a un desierto. Cada vez que traga saliva, más aspereza es arrastrada por su interior, junto a todas las demás cosas que desea ser capaz de decir en voz alta.

El castaño se reclina hacia atrás, alzando los brazos en el aire, una expresión de pura felicidad tomando lugar en su rostro. —Empezaba a creer que los roedores te habían conquistado, mi querido escritor.

Aquello desencadena una risa por parte de Harry, y los ojos de Louis lucen como una galaxia entera. Las estrellas van y vienen, perdiéndose en su iris, y los planetas se alinean sobre sus pupilas.

—Solamente estoy en shock. Todavía no puedo creer que seas... real.

—¿No habías disipado esa duda al escuchar mi voz por primera vez?

Harry ladea su cabeza, y descansa su mentón en una de sus palmas. —Al hablar contigo, siempre me he sentido sumergido en una especie de sueño demasiado realista. Recién ahora asimilo, con total sinceridad, que alguien como tú existe.

Louis lo contempla por largos segundos, y por un instante, Harry supone que ha dicho algo incorrecto. La duda de "¿Lo habré ofendido?" ronda por su mente, despertando una sensación de nerviosismo e inquietud en su interior, hasta que el chico frente a él alarga su brazo y toma su mano por encima de la mesa, dándole un reconfortante apretón. —Soy tan real como tú, Harry.

Sus dedos se entrelazan a la perfección. Harry no acostumbra a encontrarse en situaciones como ésta, donde una extraña calidez lo envuelve al punto del desquicio, pero lo disfruta. Es como si realmente supiese qué hacer. Como si ambos fuesen conocidos de toda la vida.

Como si sus corazones encajasen al igual que piezas de un rompecabezas, que por tanto tiempo fueron obligadas a estar distanciadas, y al final del juego, son unidas de nuevo para nunca volver a separarse.

Entre risas y sonrojos, ordenan algo para tomar. Louis pide un café, y por su parte, Harry elige un té negro ("¿Cómo puede ser que tomes el café sin azúcar? ¿Será tu alma tan amarga como el café que ingieres?"). Cuando alguien del personal les trae su orden, el rizado cae en la cuenta de que no tienen nada dulce, y añade un pedazo de pastel de chocolate al pedido.

—Pruébalo.

—El chocolate no es de mi agrado. ¿No tienes en cuenta nuestras charlas, acaso?

—Oh, por favor. —alza el tenedor, un pedazo del pastel sobre el utensilio. Lo hace revolotear frente al rostro de Louis, tratando de convencerlo. —Hazlo en honor a nuestro encuentro.

The trouble with wanting (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora