Capítulo 1: Swayed by desire.

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Una semana pasa, exactamente siete días que se le escapan de los dedos como arena, para que la gente comience a apreciar su trabajo. Recibe comentarios a gusto, y otros más agresivos. Sin embargo, la reacción general del público es maravillosa. Está tan feliz, aunque no puede compartirlo con nadie. Encuentra la solución, no obstante, en seguir escribiendo.

El miércoles a la noche, después de cenar y ver una película romántica con un final demasiado desgarrador para su gusto, está compenetrado en un nuevo texto. Teclea en la computadora con un sentimiento de necesidad de la que pocas veces era preso. Las palabras fluyen por su mente con una facilidad capaz de ser estudiada por científicos de todo el planeta.

Se sorprende, asimismo, al terminar de escribirlo. Observa la pantalla, en silencio. Suena como un verdadero odioso.

Uno diría que el amor es, notablemente, un sentimiento que aflora en el pecho e invade cada una de las células vivientes en nuestro cuerpo. Sin embargo, por más magníficos que sean los relatos de novela e historias ficticias, el amor, muchas veces, acaba lastimando.

La imprudencia del individuo enamorado debería ser considerada un pecado, a mi parecer. Llámenme aburrido, o incluso una persona desesperanzada, pero tengo mis argumentos. Uno de ellos es, por ejemplo, que bajo las mantas tejidas del amor, caemos en un estado de ceguera y avaricia, donde el deseo reina y el juicio se ve nublado por temas alternos.

El ser humano promedio es un sin vergüenza empedernido, fanático de los romances imposibles y apenado de no poder ser partícipe de las mejores historias de literatura romántica.

Es extraño, pienso yo, que el "amor" te haga sentir tan... fuera de eje. Tan desorientado, perdido. ¿De qué me sirve un dolor de estómago? ¿Cada vez que me encuentre con alguien en la calle y mis tripas emitan una señal, significa eso que estoy enamorado? ¿Tiene sentido alguno, o estamos, nada más, replicando los mismos mitos de hace cientos de años atrás?

¿Estamos enamorados, o solamente estamos enfermos? ¿Quién sabe si esas mariposas no son lombrices, pudriéndonos por dentro?

Muchas cosas dentro de aquel escrito no tienen sentido. Harry Styles es, ante los ojos de cualquiera, uno de esos "fanáticos de los romances imposibles", y quien se pregunta cada día cómo se sentirá tener aquellas mariposas en el estómago.

Esa noche se duerme pensando que es un hipócrita. El escritor, que no sabe nada, y que de por sí, ahora es un engañador.

Horas después, el sol sale. Harry hace la cama y esponja los almohadones levemente. Mientras prepara el desayuno, con una bata celeste cubriendo su cuerpo, oye el particular sonido de una notificación en su celular que cobra protagonismo. Al abrirla, identifica que proviene del sitio donde viene publicando sus cosas, la porción más sincera de su alma.

Es un comentario en el último documento que hizo público, y dice lo siguiente:

Querido Dusty,

He leído todos tus obras hasta ahora. Déjame decirte que me encantaron. Sin embargo, hay algo en esta en particular que me deja un tanto intranquilo. ¿Estás bien? No eres del tipo de persona que defenestra al amor. Es más; acostumbras a ponerlo en un pedestal. Por esto mismo, me pareció extraña tu postura.

Ojalá sigas siendo un fiel amante del romance, o si no me veré obligado a perder mi fe en la humanidad.

Saludos, Ted Tommo.

Para su sorpresa, el muchacho emite una risita al terminar de leer el mensaje. No sabe si es la formalidad de este lo que le causa dicha gracia, o tal vez el hecho de que el nombre "Ted Tommo" resulte tan cómico, pero no se queja, y en cambio, idea una respuesta.

Estimado Ted,

En primera instancia, quiero destacar tu preocupación. Creo que nadie ha tenido tan en cuenta mis palabras, aunque no es razón para preocuparse. Simplemente, ese día tuve una especie de catarsis. Nada del otro mundo, te lo aseguro.

Y contestando a tu duda: sí, aún continúo siendo un fiel amante del romance. Puedes seguir teniendo fe en la humanidad.

Hasta pronto, Dusty.

Otra vez, Ted lo contacta. Ésta vez, sucede al estar en medio de una clase de teología.

Querido Dusty,

Me alegra saber que, de verdad, estás bien. No deberías darme las gracias por preocuparme, de todos modos.

Es aceptable que tengas tus idas y vueltas. Imagino que tú, siendo escritor, no podrás estar siempre en pos de escribir maravillas sobre el amor.

Concuerdo con lo que dijiste respecto a que muchas veces salimos lastimados. Pero, en parte, ¿no es eso lo que nos hace seres humanos? ¿Vivir, sentir y sufrir, para recomponernos en un futuro?

Y en cuanto al tema de las mariposas: puedo asegurarte que son reales, y no algún otro insecto; yo las tengo cada vez que leo una pieza tuya.

Saludos, Ted Tommo.

"Yo las tengo cada vez que leo una pieza tuya". ¿Qué significa eso? ¿No estaban hablando del amor? ¿Qué tendría que ver Harry con todo esto?

Estimado Ted,

Le otorgaré una réplica a tus preguntas. Noto que eres una persona con muchas dudas, y eso que ésta es la segunda vez que hablamos (o nos escribimos, cómo prefieras decirle).

Sí, somos humanos porque vivimos todo tipo de experiencias. Somos individuos que, continuamente, se ven expuestos a estímulos que nos desequilibran.

¿El amor es precioso? Claro que lo es. Ambos lo sabemos. Pero, ¿vale la pena, si en la mayoría de las veces salimos perdiendo? ¿Son más las batallas que perdemos, o las que ganamos?

Ted Tommo, no me malinterpretes; adoro al amor, aunque hay cosas que la inexperiencia me inhabilita justificar.

Hasta pronto, Dusty.

Al llegar a su departamento cerca del mediodía y chequear su celular, encuentra, obviamente, otro mensaje de Ted. En esta ocasión, Ted no se despide al final, cómo si quisiera darle a entender que la conversación debe proseguir.

Querido Dusty,

Tal vez, esta sea una pregunta un tanto... peculiar, pero; ¿alguna vez has estado enamorado?

La sonrisa con la que venía leyendo el comentario se desvanece en cuestión de microsegundos.

Y Harry no vuelve a contestarle.

The trouble with wanting (l.s)Where stories live. Discover now