Capítulo 22: You're going to reap just what you sow.

300 40 149
                                    

Hay un hombre en su cama.

Por primera vez en su vida, no amanece solo. Una figura se presiona contra su espalda, exhalando lentamente contra su nuca. Por debajo de las sábanas, es posible encontrarse con un desastre de piernas desnudas y entrelazadas. La camiseta que había usado el día de ayer yace tirada sobre la alfombra junto a su beanie, creando una imagen cómica. Suspira, inflando su pecho de aire fresco y cerrando los ojos.

Hay un hombre en su cama. Un hombre que lo cuidó y besó, quitándole sus dudas e inseguridades. Un hombre que halagó cada aspecto de su ser, emitiendo melodías en voz baja cerca de su oído, mientras sus dedos se trasladaban por encima de su piel. Un hombre, cuyas palabras se marcaron a fuego en lo más profundo de su alma, y junto a quien amaría despertarse por el resto de sus días.

Ese hombre es Louis. Uno de sus brazos permanece rodeando la cintura de Harry, la palma de su mano presionándose cada tanto contra el estómago del rizado. Harry gira sobre su eje, quedando frente a frente con su amado, y Louis amenaza con despabilarse por unos cuantos instantes, hasta que un suave ronquido escapa de sus labios.

Harry, enamorado y embobado, con los recuerdos de la noche de ayer todavía repitiéndose como una película sin final en su mente, toca el rostro de Louis con la yema de sus dedos. Siente la áspera textura, los despeinados y castaños mechones de su cabello. Repasa el puente de aquella tan perfecta nariz, tragándose una risa al notar cómo el ceño de Louis se frunce debido a la minúscula caricia.

Louis es el hombre que yace dormido en su cama, con el pecho descubierto y una expresión de tranquilidad presente en sus facciones. El mismo que adoraba sus poemas, y también, el mismo que conoció un lado de Harry que nadie más había visto. Halló lugares donde el escritor sentía cosquillas, haciéndolo carcajear entre desenfrenados besos, y a su vez, zonas que lo hacían viajar hacia otra galaxia.

El ojiverde nota el movimiento del cuerpo a su lado, y no se sorprende cuando, a los segundos, Louis abre sus ojos, y el cielo en su mirada recibe a Harry cálidamente. Louis sonríe, estirándose un poco antes de tensar su agarre sobre el torso del más alto. —¿Disfrutando la vista?

Harry lo besaría. Realmente lo haría, pero le aterra su aliento mañanero y posibles reacciones erróneas. —¿Cómo no hacerlo? —se encoge al percibir los labios de Louis en su cuello; un toque que parece una gran mentira y una maravillosa realidad a la vez. —¿Dormiste bien?

—Sí, ¿y tú?

—Perfectamente. —ambos se miran por lo que se siente como una eternidad, sonriendo sin poder evitarlo. —¿Quieres desayunar?

Louis emite un sonido desde el fondo de su garganta en forma de protesta, aplastando su mejilla contra la almohada. —¿Podemos quedarnos un rato más aquí? Prometo prepararte el mejor de los desayunos dentro de veinte minutos, mi querido escritor.

Harry adhiere su boca a las clavículas ajenas, y muerde de manera juguetona sobre la zona. —Por supuesto que sí.

Hay un hombre en mi cama
Y sus dedos me enredan
En las telarañas
Del no saber
Hasta que día
Sufriré su lejanía

Sus dedos son mágicos
Manos cálidas
Y caderas en sincronía
¿Acaso estoy presenciando la creación de un santo?

Mis palabras contra las suyas
No son más que balbuceos elocuentes
Que entre noche y noche se pierden
Y logran recomponerse a la mañana siguiente

The trouble with wanting (l.s)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα