Capítulo 4: Cuz the trouble with wanting is I want you.

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—Así que... —Niall comienza, batiendo con una cucharita de plata el café en su taza. Observa los dibujos que la espuma de la infusión caliente crea a cada segundo, sus ojos fijos en la mesa, sin siquiera despegarse de ella. —Estás hablando con alguien.

Harry se siente un tanto intimidado por la situación. Solo asiente lentamente, mientras juega con sus dedos de manera distraída, en un vago intento de aplacar su nerviosismo.

—Y nunca le has visto la cara, vale aclarar.

El rizado alza la cabeza ante ese comentario. Nota como Niall no emplea el mejor de los tonos; suena incluso anonadado, confundido. —No, estás en lo correcto. Nunca le he visto el rostro.

—¿Y cómo era que se llamaba? ¿Toby?

—Ted. —Harry lo corrige al instante, entrecerrando sus orbes verdes. "Tampoco sé si ese es su verdadero nombre" piensa, aunque no llega a decirlo en voz alta, tragándose las palabras y empujándolas aún más hacia su interior. Si está tratando de pintar al panorama de la mejor forma posible, expresar aquella inquietud no haría ningún bien.

El muchacho rubio apoya ambas palmas sobre la madera oscura, y traza las grietas de la pintura con su pulgar. —¿Siquiera estás seguro de que estás conversando con una... persona real?

—Lo es, Niall. Es un ser humano común y corriente.

—¿Y cómo sabes que no tiene sesenta años y lo único que pretende es averiguar tus datos personales?

¿Por qué esta charla lo estaba haciendo sentir tan... idiota? ¿Tan estúpido? —Tengo veinte años. Soy un adulto, y además, capaz de darme cuenta de en que asuntos estoy metiéndome. Puedo asegurarte que Ted no tiene intenciones macabras.

—Aquí no hay nada para asegurar, Hazz. —gesticula con sus manos cada palabra, alzando sus brazos para darle aún más significado a lo que intenta expresar. —Toda la historia presenta incongruencias.

—Yo sé que no es una mala persona. Simplemente, lo sé. Y si no quieres creerme, estás en todo tu derecho. —el joven escritor se pone de pie, dejando a su amigo detrás. El vidrio de la ventana asemeja estar congelado, y no tiene mejor idea que plantar su frente contra éste. —No sería la primera vez que debo guardarme las cosas para mí solo.

A sus espaldas, Niall suspira audiblemente, y en cuestión de segundos se encuentra a un lado de Harry, apretando con cariño su hombro. —Mi intención no era ponerte mal.

—Lo sé.

¿Lo sabe? ¿En serio lo sabe?

—Pues, cuéntame, si quieres, de lo que hablan. ¿Al menos es chistoso?

"Es maravilloso", Harry quiere gritar a los cuatro vientos. "Es maravilloso, gracioso, y simplemente encantador."

En cambio, suelta un suspiro a medias, ladeando la cabeza. —Ted es... distinto a cualquier persona que he conocido. No sé cómo explicarlo, de verdad. Charlar con él se siente cómo volver a empezar de nuevo.

—¿A qué te refieres? —el semblante de Niall permanece serio, inerte, sin expresión alguna para descifrar. Las nubes pasan a acoplarse en el cielo, y los últimos rayos de luz natural crean sombras en las facciones de los dos muchachos.

—Todo el mundo tiene una idea preconcebida de mí. En mi caso, siempre me han visto como una persona callada, reservada. Incluso llegué a recibir preguntas de si tenía alguna especie de problema para relacionarme. —ante aquello, rueda los ojos. Los adolescentes parecían carecer de tacto y empatía en sus años de secundaria. —Y con Ted, no hay prejuicios. Él admira lo que hago; me lo demuestra constantemente. Siento que... que con él puedo ser yo mismo. —hace una pequeña pausa, juntando aire e inflando su pecho. —Soy capaz de ser Harry en mi máxima expresión, sin miedo.

Niall, en silencio, se dedica a analizar las palabras de su mejor amigo. Por unos cuantos minutos, el único sonido en el departamento de Harry es el programa de adivinanzas reproduciéndose en el televisor de la sala.

—¿Lo quieres? —pregunta en cierto momento, y Harry gira su cuello para encontrar su mirada cristalina.

—Claro que lo quiero.

—¿Y de qué forma lo quieres?

Harry Styles es una persona que no sabe muchas cosas. Estamos al tanto de eso; no es una sorpresa.

Una de las tantas incógnitas en su vida es, por supuesto, si su recurrente cariño por Ted Tommo representa una simple amistad, o algo más.

El tiempo hablará.

The trouble with wanting (l.s)Where stories live. Discover now