Capítulo 10: It's no good unless it grows.

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A Harry le gusta Louis.

Bueno... digamos que todavía no lo sabe del todo. Existen bastante probabilidades de que sea cierto (un 99,9%, para ser exactos). Se promete no pronunciar dichas palabras en voz alta hasta que aquella declaración sea indudable en su totalidad.

Las razones por las que piensa que Louis le gusta son concisas: no puede dejar de pensar en él, siente un revoloteo en su estómago al leer sus mensajes o escuchar su voz por el parlante de su celular, y tampoco logra controlar sus sueños, en los que, la mayoría de las veces, hace un acto de presencia.

No debería analizar tan a fondo este tema; es algo que sabe, algo que conoce (por fin). Es el escritor enamoradizo que prácticamente podría escribir obras y obras sobre lo que se siente estar enamorado. Es Harry Styles, quien fantasea despierto con un londinense de acento marcado y risa excéntrica.

Siempre ha pensado que lo que le falta en la práctica del amor, lo tiene a nivel teórico; sus largas horas de lectura dieron fruto. Con la capacidad de hacer un patrón aplicable a este tipo de novelas, entiende que, en primera instancia, se encuentra la negación. El personaje principal no admitirá, así de la nada, que está cayendo por los encantos de esa persona, aunque ciertos sentimientos empiecen a hacerse presentes dentro suyo.

Como segunda conducta usual del enamorado, está el buscar una justificación a su repentino enamoramiento en otras causas. Básicamente: el personaje creará diversas excusas con el fin de convencerse a sí mismo y a los demás de que, bajo ningún punto, está enamorándose.

Finalmente, encontramos la etapa de la aceptación en la cúspide de la pirámide. Luego de una escena emotiva y de realización, en donde el personaje comprende finalmente que sin dudas su corazón late por esa persona tan especial, utilizará a su jinete (el cual siempre está a mano, cabe aclarar) para cabalgar por los prados del pueblo y llegar ante su amado. Para lograr un mejor resultado, se puede agregar un beso apasionado bajo la lluvia y algunas lágrimas falsas.

Ahora, ¿es posible aplicar esta seguidilla de patrones a Harry? La respuesta es: por supuesto que sí.

En estos momentos, no quiere admitir que siente algo por Louis. Realmente. Está bastante negado, aunque la idea continúe en su cabeza y piense si nada más está exagerando. Durante aquellas noches que conversan por llamada, requiere de un esfuerzo mental no permitir que la voz del otro chico produzca sensaciones impensadas en su organismo. Incluso con simples mensajes, el efecto debe ser puesto en marcha: Harry no puede enamorarse de Louis.

A su vez, el rizado emplea excusas para justificar sus acciones. Nunca ha recibido este tipo de atención. Que alguien desee escucharlo, que lo busque constantemente, que le recuerde vez tras vez lo talentoso y valioso que es; todas esas cosas son nuevas para Harry. El creer que, por esto mismo, gusta de Louis, lo que puede deberse a su inexperiencia en el amor (y quizás, en parte, a su falta de cariño).

Llegando a la etapa final, ¿puede, en la situación en que se encuentra, admitir que tiene sentimientos por cierto individuo? Debería hacerlo. Tiene todos los comprobantes sobre la mesa, burlándose de él y de su negación.

Así que éste va a ser su plan de ahora en más: pararse frente al espejo, y con una mano en el corazón, repetir que no le gusta Louis.

—No me gusta Louis. —un domingo por la mañana, su voz es simplemente un bajo murmullo, y observa su imagen reflejada en el vidrio. —No estoy enamorado de él. No hay forma de que lo esté. No puedo—

Su discurso, tan poco convincente y carente de argumentos, se detiene al escuchar el ringtone de su teléfono. Avanza con zancadas hasta su cuarto, buscando el artefacto entre las sábanas, y al encontrarlo, divisa el nombre de "Ted (Louis)" en el identificador de llamadas.

Perfecto. Justo a tiempo.

—¡Buenos días! —es lo primero que exclama al atender, tratando de atar las agujetas de sus zapatos, mientras sostiene el aparato entre su hombro y mejilla.

—Alguien está de buen humor, al parecer. —Louis dice, una risita resonando en la línea.

Siempre está riéndose. Harry destaca aquello.

Disfruta escucharlo así.

—Tuve un buen desayuno. Creo que eso es motivo suficiente para estar de buen humor.

A la distancia, Louis emite un sonido de aprobación. —Algún día, me gustaría llevarte a desayunar. ¿Te gustaría?

Frente a aquello, Harry para en seco. El celular casi impacta contra el piso de madera, pero es más rápido, atrapándolo en el aire.

—¿Sigues ahí?

—¿En serio quieres conocerme? —le responde con otra pregunta, un deje de desenfreno presente en su tono.

La respuesta llega pasados unos segundos. —¿Por qué no querría hacerlo? ¿Hay alguna razón en particular de la que no estoy al tanto?

—No, obviamente que no. Se me hace... extraño, que quieras verme en persona. Es decir... —ya está divagando, repitiendo sus propias ideas con las mismas palabras. No entiende cómo Louis todavía no le ha cortado. —Una cosa es que yo quiera verte, lo cual con toda sinceridad deseo. De verdad. Pero, ¿que tú, Louis, Ted, propongas que nos conozcamos? Suena irreal.

Harry no se toma por sorpresa la risa por parte del otro muchacho que resuena en su cabeza. —Todavía no te das cuenta, ¿cierto?

—¿De qué debería darme cuenta, acaso?

—De que me interesas, tonto. Para ser un escritor, eres bastante lento.

Harry le interesa. Diablos. ¿Harry le interesa?

Louis se salteó todos los pasos del manual del enamorado; ha llegado al final en un abrir y cerrar de ojos. Es demasiado para asimilar.

—¿Tierra llamando a Harry?

Niega con la cabeza. No puede hacer esto. —Debo irme.

—¿Qué? ¿Por qué? Estábamos hablando lo más bien.

—Lo sé. Pero... debo irme. Tengo clases en la universidad.

—Harry... —Louis pronuncia su nombre de una manera tan apagada que estruja su pecho. —Hoy es domingo.

—Lo lamento.

La llamada es terminada abruptamente, y Harry tira el celular a la cama detrás suyo. Sin fuerzas, se deja caer sobre el colchón, fijándose en los detalles del techo y las terminaciones de las moldaduras.

Hay una única pregunta que ronda por su mente: ¿Está Louis interesado en Harry, o está interesado en Dusty?

No lo sabe, y tampoco lo sorprende.

The trouble with wanting (l.s)Where stories live. Discover now