Anorexia (Rusmex)

Pequeño gran contratiempo

Narra Rusia

Acabamos de terminar de comer y estamos en la hora libre de hoy, Naveen y Dolly fueron a tomar el sol en el pasto, pero yo les dije que vendría a la habitación a llamar a mi hermana y los alcanzaría después.

En la mañana me dieron una cantidad mayor de comida en el desayuno, Hortensia me dijo que Paulina le dijo que ya estaba listo y también mencionó en repetidas ocasiones que a penas era una cucharada más de lo normal, pero no me va a engañar tan fácil, tampoco soy tan idiota, eso se veía como si tomaran la mitad de lo que hicieron para todos y me la sirvieran a mí.

Obviamente me negué rotundamente a comerme eso, incluso traté de negociarlo diciéndole que me comería la mitad, pero ella piensa que después de dos semanas puede aumentar aunque sea un poco la porción, (Y todo el demás personal comparte la idea, nadie me defendió). Hice un berrinche como nunca antes, ni siquiera cuando era niño había hecho algo así, tal vez sea porque mi papá nunca intentó darme de comer la porción de todo un ejército.

Ahora me da un poco de vergüenza pensar en la escena que hice, lloré, grité, pataleé, tiré el plato dos veces, pero al final tuve que ceder cuando Hortensia me miró con seriedad y me dijo que si no le hacía caso me iban a administrar un calmante y después, un suero que me diera los nutrientes necesarios, me dijo que tenía diez veces más calorías que la comida. Así que me calmé, pero ese sentimiento de ansiedad y culpa no se fue, no he dejado de pensar en eso en todo el día, siento que acabo de aumentar quince kilos.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el hecho de que subiera a la habitación antes de ir con Naveen y Dolly? Bueno, Naveen y Dolly están muy avanzados en su recuperación, pueden ir al baño solos y tienen una llave para el baño que cuelga de un collar, se supone que deben usarla todo el tiempo.

Hoy vino el entrenador para jugar basketball, igual que siempre, Dolly escondió el collar con su llave debajo de su blusa sin descolgarlo de su cuello, pero ví que Naveen se lo quitó y lo guardó en la bolsa derecha de su suéter, el cual dejó en la habitación y como ya hace calor y no ha ido al baño no ha venido ni por el suéter ni por la llave. Así que decidí venir yo.

Meto la mano en la bolsa y tal como pensé, ahí está el collar con la llave, reprimo una sonrisa de emoción y satisfacción mientras guardo la llave en la bolsa de mi pantalón, me dirijo a los baños y me aseguro de que no haya nadie antes de abrir la puerta y entrar en uno, le pongo seguro porque más vale ser precavido. Espero demorar poco tiempo, que me permita volver a la habitación antes de que a Naveen, Dolly u Hortensia se les ocurra ir a buscarme, puede que lo logre, hoy comimos muchas verduras cocidas, no es como que sea un gran reto sacarlas, pero no nos dejan tomar mucha agua durante la comida así que no me confío mucho.

Me inclino hacia el inodoro e introduzco dos dedos en mi garganta, dibujando un infinito en lo más profundo de mi lengua, siento la molestia inmediatamente, pero no es suficientemente fuerte para que me haga vomitar, cambio los movimientos y con mucha lentitud siento un avance en lo desagradable que se siente, nunca me ha gustado vomitar pero a veces no tengo otra opción.

Las arcadas empiezan a producirse junto a algunos eructos pero intento ser silencioso y mantenerme alerta para escuchar si alguien sube. Pero en algunas ocasiones no consigo evitar el sonido, así como tampoco puedo conseguir sacar la comida.

Mis dedos están todos llenos de saliva, lo cual me provoca mucho asco, así que me doy un pequeño descanso para enjuagarlos, además la espalda y las rodillas ya me duelen. Me recargo en el lavabo y veo mi reflejo en el espejo que está encima, los ojos se me pusieron rojos y la mucosidad transparentosa de mi nariz se asoma por debajo de la misma, por estas cosas detesto vomitar, me parece una práctica muy sucia y más en mi caso que no lo hago tan seguido, así que me toma más tiempo y este tipo de reacciones suelen ser más intensas.

Me limpio y vuelvo a inclinarme para seguir intentando, empiezo a creer que no voy a poder y eso me llena de desesperación y me hace sentir un nudo en la garganta por las ganas de llorar que están apareciendo. Una lágrima sale y trato de molestar aún más mi garganta, sin tener éxito hasta que una de mis arcadas produce sonido de nuevo.

—Maldita sea.—Susurro.

—¡Rusia!—Es la voz asustada de Hortensia desde afuera—¡¿Qué haces en el baño?!, ¡Abre la puerta ahorita mismo! Ya escuché lo que estás haciendo.

—Maldita sea.—Repito más alterado.

—¡Rusia!.—Da golpes en la puerta.

Siento que se me acelera el corazón, si no salgo me va a ir mal, pero si salgo también ¿O no? No tengo manera de demostrar que no he vomitado, va a pensar que ya lo hice.

—¡Rusia abre por favor!—Sigue golpeando la puerta, cada vez con más desesperación que antes—Vamos a hablar, podemos negociarlo, pero no vayas a vomitar.

Yo quise negociarlo antes y nadie me apoyó, y si de todos modos me va a ir mal, me toca hacer lo mismo, negarme. Ignoro a Hortensia para seguir con lo mío, ya no me importa hacer ruido, igual ya me descubrió, y ahora que estoy menos tenso siento que es más fácil, siento que mi estómago se mueve más y creo que sí lo voy a conseguir.

Escucho las voces de más personas afuera, gritando que no lo haga, que tengo que escucharlos, pero no puedo hacerles caso, sólo puedo pensar en que me voy a deshacer de todo, en la satisfacción que trae consigo la sensación de vacío.

Y finalmente lo saco, es repugnante y al mismo tiempo se siente como la gloria, porque lo logré y nadie me lo pudo impedir. Jalo la palanca y me dejo caer al lado del inodoro, sentado y recargado en la pared con una sonrisa suave, intentando regularizar mi respiración, aún hay voces que me hablan desde afuera, pero estoy tan contento que ni siquiera trato de entender lo que están diciendo, no es importante, tendrán mucho tiempo para regañarme cuando salga de aquí.

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