Por las buenas o por las malas

1.8K 309 97
                                    

Narra Rusia

Siento como si se me cortara por un instante la respiración, vuelvo a agarrar el trapo para limpiar y le doy la espalda a Estonia fingiendo seguir tranquilamente en mi labor aunque en realidad estoy muerto de pánico. Rápido Rusia, dile algo.

—¿Eso te dijo?, ¿Y él cómo podría saberlo? No le hablo.

—Ah, ¿No le hablas? No sabía que te vas de viaje y te enamoras de gente a la que no le hablas.

Siento mi cara enrojecerse por la vergüenza, ¿Cómo sabe eso?.

—¿México te dijo que me enamoré de él? Por Dios, sí que es egocéntrico.

—No, él no me lo dijo. Tú lo hiciste.

Me detengo en seco, no la veo porque aún le estoy dando la espalda pero puedo sentir claramente su mirada expectante que espera pacientemente por otra respuesta evasiva, la cual obviamente va a saber refutar, siempre ha sido muy inteligente a la hora de discutir.

Volteo a mirarla, tiene entre las manos un papel con mi letra. Es una de las cartas que le escribí estando en México, las olvidé en la habitación y recién me estoy dando cuenta, ¿México las habrá leído? Bueno, es obvio que lo hizo, ¿De qué otra manera llegarían a las manos de mi hermana?.

—¿De dónde sacaste eso?.—Se lo arrebato.

—Eso no importa, pero como puedes ver sé muchas cosas de tí.

—Sí, claro, ¿Cómo no hacerlo con tu gran informante que sólo te dice lo que te conviene?.

—¿Por qué lo dices, Rusia?—Sonríe—¿Qué es lo que no me dijo?.

Su mirada suspicaz y con un toque de superioridad me hace sentir tan enojado y acorralado, ella sabe perfectamente lo que pasó y lo que está haciendo, utiliza lo que digo en mi contra, claramente me refiero al hecho de que México llevó un psicólogo porque cree que tengo problemas, pero si se lo menciono a Estonia tendría qué explicar porqué México piensa eso y entonces, le daría la razón a ella.

—Nada. Mejor ya vete, ya te dije que estoy bien.

—Pues no te creo una sola palabra.

—Tal vez ganaste con esas cartas, está bien, sí me gusta México, pero no tienes ninguna prueba de que esté enfermo de algo.

—¡Rusia!—Levanta un poco la voz, ella casi nunca lo hace, es una persona bastante paciente y tranquila—Tú mismo eres la prueba. Mírate.

Se levanta y me toma por los hombros empujándome suavemente hasta llegar frente al espejo, ella queda detrás de mí aún con sus manos en mis hombros.

—Estuve investigando y sé que tú no puedes ver lo que yo veo, así que te voy a decir que hay ahí—Señala el espejo con su dedo índice—Hay un niño roto y perdido que se esconde detrás de un disfraz del hombre fuerte y perfecto que todos quieren ver. Yo veo...—Se le corta la voz y una lágrima sale de sus ojos, un nudo en mi garganta aparece—Veo un niño de quince años que era muy pequeño para cargar con algo tan grande, veo a alguien que se sintió abandonado, a alguien que no tiene idea de lo que está haciendo aunque todo el tiempo quiere aparentar que sí, a alguien que ha estado solo demasiado tiempo y que no ha aprendido a canalizar el dolor, veo tantas cosas. Pero, ¿Sabes qué? ya no veo a mi hermano, ya no veo a ese chico energético y alegre de mejillas rojas. Y lo quiero de vuelta.—Su voz se atenúa al decir la última frase, ahora está llorando y no lo había notado, pero hay tres lágrimas resbalando por mi cara.

—Estonia, escucha—Me limpio la cara y me volteo para quedar frente a frente—Estoy bien, ¿De acuerdo? Sólo he tenido un par de días malos y me veo un poquito demacrado, es todo.—Le sonrío para generar confianza, pero ella niega frenéticamente con la cabeza mientras se tapa la boca y sigue sollozando.

—¡No!, ¡Ya no!, ¡Ya basta!—Me grita mientras se aparta y se pone ambas manos en la cabeza, lo cual me deja perplejo—Ya no soy esa niña ingenua a la que puedes mentirle y decirle que todo está bien cuando claramente no es así, Rusia, ya no es tan fácil engañarme, ¿Un par de malos días?, ¡Literalmente parece que estás a punto de morir!, ¿Crees que recién me estoy dando cuenta de que hay algo mal contigo?, ¿Crees que me tapo los ojos cada que entras a las salas de juntas?, ¡¿Crees que puedes seguir haciéndome creer lo que te da la gana?! Ya no tengo siete años, Rusia.

Es verdad, ya no es como antes, ha crecido tanto, antes era fácil engañarla, no sé en qué momento se volvió alguna especie de detective que se da cuenta de todo y une los puntos en segundos, esto me haría sentir muy orgulloso si tan sólo no lo estuviese usando contra mí, pero tengo que actuar, si no se quiso ir por las buenas voy a tener que empezar a tratarla mal para que se aleje.

—Oh, miren, la pequeña Estonia por fin maduró.—Me burlo.

—Sí y es una lástima ver que el gran Rusia no lo ha hecho.

—Pero hay algo que todavía te falla—Me agaché un poco para quedar a su altura, como cuando éramos chicos—Las niñas grandes no andan de chismosas.

—Y los niños grandes enfrentan sus problemas.

—¡Deja de meterte en lo que no te importa!.

—De hecho, mantenerte vivo y sano sí me importa.

—Si tanto te importara habríamos tenido esta conversación mucho antes.

—¿Estás admitiendo que tienes un problema?.

—Para nada. Estoy siguiendo tu lógica, dices que ya te habías "dado cuenta" antes, ¿No?, ¿Entonces por qué te importó hasta que México te fue con el chisme? Él tampoco me conoce y tampoco le importo.

—¿Qué hacen las galletas en la basura?.—Me mira desafiante cambiando el tema radicalmente.

—Se quemaron.—Justifico, yo también puedo jugar.

—No, no es cierto, las revisé. Una por una.

Puedo jugar, pero no tan bien como ella, estoy atrapado, ya no sé cómo salir.

—¿No puedes sólo hacerte a un lado como lo has hecho todo este tiempo?.—Le pregunto, ahora voy a tener que recurrir al chantaje y a los reproches.

—No puedo creer que de verdad voy a tener que recordarte que fuiste tú quien me hizo a un lado. Y no debí dejarte hacerlo, debí quedarme a pesar de todo, pero creí que ya no te agradaba o que ya no me querías.

—Yo siempre te voy a querer—Susurré sin mirarla—Pero por favor, vete, y no vuelvas a buscarme.

—Si me voy, la próxima vez que te vea vas a estar en un ataúd. Rusia, piensa en tu gente, ¿Qué va a pasar con ellos si tú los dejas?, ¿Quieres que los políticos se queden solos y hagan lo que les da la gana? Sabes que a ellos no les importa la gente.

—¡No me voy a morir! Eres tan dramática, siempre te vas a los extremos.

—¿Tú me vas a hablar de extremos?.

—Es lo que estoy haciendo.

—Pues...—Parece que iba a gritarme o algo, pero se detiene para recobrar la tranquilidad, respira hondo un par de veces y relaja la postura—Está bien, tú ganas, me voy.

Sin más, da media vuelta y se va, al final del pasillo voltea a verme por última vez antes de bajar las escaleras, fue más sencillo de lo que esperaba.

Narra Estonia

¡Qué necio es! Tenía que ser hijo de URSS, es igual a él. Obviamente no íbamos a llegar a un acuerdo, intenté hacerlo por las buenas, pero no quiere así que voy a tener que recurrir a algo más.

Saco mi celular para hacer una llamada y traer algunos militares que me ayuden, voy a tener que obligarlo a tratarse y no puedo hacerlo sola, necesito a alguien con más fuerza para que lo metan al carro y poder llevarlo a alguna clínica. Sé que suena radical y realmente lo siento Rusia, pero no cooperas y no me dejas otra opción, prefiero que te enojes conmigo por siempre a que te mueras, no puedes seguir así.

Anorexia (Rusmex)Where stories live. Discover now