México

5.2K 675 195
                                    

Narra México

—¿Y ahora qué pasó?—Me pregunta Francia llegando a mi lado después de que Rusia literalmente me ignoró y se fue. Francia me estaba persiguiendo desde hace unas cuantas calles porque le quité su chocolate, es por eso que no ví a Rusia, estaba volteando hacia atrás para ver qué tan cerca lo tenía.

—Tiré a Rusia junto con la empanada que traía en la mano—Señalo la empanada que está en el piso—Así que me miró feo, me habló feo y cuando le dije que le compraría otra me ignoró y se fue.

—Ya sabes cómo es.

Rusia tiene fama de ser una persona muy... Especial, un poco chocoso, para que me entiendan, pero la verdad no podría confirmarlo, muy rara la vez convivo con él.

—No sé, me sentí mal por tirarle su empanada, si me tiraran mi empanada yo me agüitaría.

—Eso no es una empanada—Me mira con una ceja levantada, tal como lo había hecho Rusia segundos antes.

—¿Entonces qué es?.

—Es una chausson aux pommes.

—Bueno la cha... Cho... Esa madre, lo que sea, yo le veo cara de empanada, ¿Dónde consigo una igual?.

—Hum...—Se queda pensando y mira por un momento en dirección a la empanada aplastada—Yo sé dónde la compró.

—Ah, ¿Sí?.

—Sí—Se agacha y levanta la bolsa de papel donde venía la cosa esa de nombre raro, la señala—Pasamos por ahí cuando íbamos camino a la cafetería.

—Ah, ¿Sí?.—Vaya, realmente soy distraído. Él se ríe porque repetí la misma respuesta.

—Ven, vamos por una chausson aux pommes para que las pruebes y dejes de decirles empanadas.—Me jala del brazo y caminamos unas pocas calles antes de llegar a una panadería pequeña.

Huele mucho a pan y hay muchas cosas que se ven muy bien, Francia me da un golpecito en el brazo para que lo mire y cuando lo hago señala una charola del mostrador llena de empanadas francesas como la que tenía Rusia.

—Son estas...—Me acerco a la charola.

—Son esas. Disculpe señorita—Se dirige a la muchacha que atendía el local, ella lo voltea a ver—Quisiera dos de estas, por favor.

Ella nos las da, le doy un mordisco a la mía y quedo encantado, está rellena de manzana, es una de las cosas más deliciosas que haya probado en mi vida, ahora me siento mucho peor por haber tirado la de Rusia, lo dejé con el antojo de esta maravillosa creación.

—¿Qué te parece?.—Me pregunta mi acompañante.

—Están increíbles, ¿De qué más hay?.

—¿Cómo que de qué más hay?.

—Sí, puede haber empanadas de zarzamora con queso, de cajeta, hasta de mole, hay muchos sabores.

—Sí, pero ya te dije mil veces que esto no es una empanada—Me sonríe forzadamente para denotar que empieza a perder la paciencia conmigo.

—Bueno, lo que sea, ¿De qué más hay?.

—No hay nada más, porque todas son de manzana, está en el nombre, "chausson aux pommes".—Recalca la palabra "pommes".

—Bueno, pero no te enojes, es que no me tienes paciencia. Voy a comprar tres más, le voy a dar dos a Rusia por el incidente y la otra va a ser mi cena.

Pido las otras tres, me las dan en una bolsa idéntica a la que tenía Rusia y salimos del lugar, la primera reunión empieza en una hora y media así que vamos a la casa de Francia a cambiarnos la ropa por algo más diplomático, aunque él siempre se ve formal.

Nos vamos en su carro hasta el edificio donde tendremos la conferencia, el encargado de la conferencia de hoy es Estados Unidos que nos está hablando de cómo aprovechar el petróleo, pero es un pésimo maestro, que clase tan aburrida nos está dando, estoy a dos de dormirme. Al lado de mí está sentada Belice y del otro lado Honduras, ambos están igual de aburridos que yo.

Miro de reojo a Rusia que está en la mesa de enfrente muy atento a lo que dice el gringo, incluso veo que está haciendo algunas anotaciones en un pequeño cuaderno que trae. No sé cómo puede no aburrirse, yo traigo en mi mochila sus empanadas porque no sé dónde se está hospedando, Francia me dijo que él sí sabe pero me da flojera ir a su hotel, además allá corro el riesgo de que me cierre la puerta en la cara y voy a sentir feo.

La conferencia aburrida del gringo por fin termina. Todo mundo empieza a salir de la sala, Rusia es el primero en cruzar la puerta, a huevo, va solo. Me levanto de mi lugar y empiezo a caminar detrás de él un poco rápido para intentar alcanzarlo porque que rápido camina el condenado, yo con mis patitas de molcajete tengo que correr, pero no lo quiero asustar. Le echo más ganas a la velocidad, soy Francesco Virgolini la máquina más veloz de toda Italia.

—¡Rusia!—Le hablo cuando estoy a pocos pasos de él, voltea, me pone cara de fastidio y continúa caminando, yo lo alcanzo y me posiciono a su lado—Oye, en verdad lamento lo que pasó hace unas horas.

—Ya no importa—Suspira—Lamento haberme portado así.—Dice sin mirarme.

—No hay fijón—Sonrío—Para hacer las pases te traje algo.

Dejo de caminar, él hace lo mismo y voltea con interés sin quitar su cara seria, yo empiezo a buscar entre mis cosas y saco la bolsa donde tengo las empanadas, cuando lo hago él da un paso hacia atrás y aprieta los labios.

—¿Qué es eso?.—Tartamudea un poco al preguntar.

—Quise reponerte lo que te hice perder, te traje dos, una por la que tiré y otra porque también a tí te tiré.

—¿Dos?.

—Dos.

—Gracias.—Me responde simplemente.

—Ten.—Le extiendo la bolsa, él la toma un poco tembloroso, ¿Tendrá frío? Si hace un chingo de calor, a parte trae suéter.

—Gracias México.—Asiente.

—No hay de qué, ¿Estamos en paz?.

—Sí.—Que cortante es, quizá está incómodo con mi presencia, mejor lo dejo solo.

—Bueno, nos vemos después.

—Sí, adiós.

Anorexia (Rusmex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora