Perdón por ser yo

2.1K 354 140
                                    

Narra México

Ya pasó una semana desde aquel incidente con Rusia, no sé si ya me perdonó o no, a ratitos está normal pero de repente se le van las cabras al monte y no me quiere ni ver. Qué complicado es tratar con él, no lo entiendo para nada.

Por su parte, Dominique es muy lindo conmigo, creo que esta vez las cosas van a salir bien, sólo es cuestión de un poco más de tiempo para que tengamos oficialmente una relación.

En este preciso instante estamos en el río, son como las siete y ya está oscureciendo así que el cielo tiene un tono morado muy bonito. Estamos pasando el último día de este viaje juntos, a pesar de que con él me la paso increíble ya no quiero que sigamos aquí porque sé que Rusia no está tan contento, finalmente Rusia es mi invitado y tengo que hacer lo posible para que se sienta cómodo y bienvenida, no puedo sólo ignorar el evidente hecho de que no quiere estar aquí, eso me haría un pésimo anfitrión.

De repente siento que Dom me echa agua en la cara a modo de juego mientras estoy distraído, lo miro fingiendo enojo y él sólo me sonríe nerviosamente. Hago un pocito con mis manos y agarro agua del río, para después echársela, sin embargo fallo en el intento y el agua no alcanza a llegar porque él se hace para atrás, tiene buenos reflejos el condenado.

Entre risas empezamos a jugar con el agua, yo casi nunca le atino porque siempre se quita antes de que el agua le llegue, lo cual es frustrante para mí, yo no tengo buenos reflejos, soy medio lento.

Mi celular empieza a sonar así que lo saco de mi bolsita a prueba de agua que me vendieron cuando llegamos, detenemos el juego por un momento.

—Es Rusia—Le digo a Dom antes de responder la llamada—Bueno.

—Hola Mex.

—¿Qué pasó?, ¿Necesitas algo?.

—Huh...—Se queda callado unos segundos, lo que me hace preocuparme, miro a Dom con cara de confusión—Crees que... ¿Haya algo ligero por aquí?, ¿Para cenar?.

Casi se me sale el riñón con su pregunta, realmente debe estar muriendo de hambre, nunca es él quien tiene la iniciativa para comer.

—¡Sí!, ¡Sí!, ¡Claro que sí!—Me apresuro a contestar—Si quieres te llevo a tu cuarto un cóctel de frutas o algo así, un jugo natural, un pescado asado, si quieres les digo que no le pongan nada, nada de condimentos, nada de salsas, nada de nada.

—Algo de fruta estaría bien. Si encuentras manzanas sería fabuloso.

—-De acuerdo, voy volando.

—Te veo en un rato.—Me dice antes de colgar.

—¿Qué pasó?.—Pregunta el maravilloso Dominique.

—Quiere comer.—Respondo casi sin poder creerlo.

—¡Qué bueno!, ¿Vas a ir a comprarle algo para cenar?.

—Justamente, ¿Me acompañas?.

—Sí, vamos.

Salimos del río y caminamos hacia la zona de comida, hay muchas garnachas y comida corrida, pero no veo nada de fruta, si le llevo una gordita a Rusia me la va a mentar.

Dom y yo decidimos preguntar en todos los puestos si venden algo más ligero, pero no hay nada que pueda servirnos, lo más ligero que hay es un huevo revuelto, no creo que quiera eso.

—Ay, no, ¿Qué voy a hacer?.—Me llevo un dedo a la boca empezando a morder mi uña.

—¿Por qué no vamos al pueblo más cercano y compramos algo?.—Me propone.

—Eres un genio—Le beso la frente, gracias a la blancura de su piel puedo notar de inmediato el sonrojo provocado por mi acción—Vamos.

Tomo su muñeca y lo jalo hasta el lugar donde está mi carro, nos subimos y nos abrochamos los cinturones, empiezo a conducir muy entusiasmado, creí que le iba a fallar a Rusia, no quería ir a su cuarto y decirle "Sé que nunca comes pero hoy tampoco lo harás, no encontré nada para tí", gracias a Dios mi Dom está aquí, yo soy el gracioso y él es el de las buenas ideas.

Nos tardamos un poco en llegar porque andábamos medio perdidos, pero finalmente encontramos un pueblo, tenemos que pasar por tres verdulerías cerradas antes de encontrar una abierta, afortunadamente sí hay manzanas, agarro cuatro, las pagamos y tomamos camino de regreso.

Al llegar de nuevo y mirar mi reloj veo que pasó un poco más de una hora, no puedo creer que manejamos una hora por unas manzanas, pero bueno, es justo y necesario que el ruso coma aunque sea poquito.

—¿Nos vemos mañana?.—Me giro hacia Dom cuando llegamos a la puerta del hotel.

—Nos vemos mañana.—Asiente.

—Bien, descansa, ¿Vas a soñar conmigo?.—Le doy un beso en la mejilla, nuevamente se sonroja.

—Depende, ¿Tú lo harás?.

—Igual que siempre.

—Entonces yo también.—Asiente con una pequeña sonrisa.

—Hasta mañana.—Me despido antes de adentrarme en el edificio.

Corro hacia el cuarto de Rusia, casi me rompo el hocico en los escalones, pero logro mantenerme en pie hasta llegar, toco la puerta y me abre un par de segundos después.

—Creí que ya no vendrías.—Dice mientras se hace a un lado para dejarme pasar.

—Lo siento, es que no había nada de fruta en los alrededores—Entro y él cierra la puerta—Tuve que ir a buscar un pueblo, manejamos una hora contando ida y vuelta pero finalmente aquí están, unas ricas manzanitas para tí.

—¿Manejamos?.—Me mira confundido.

—Huh...—Mierda, hablé de más, rápido México, piensa en algo—Mi consciencia y yo.—Digo en un tono que suena más como una pregunta.

—Okay...—Asiente no muy convencido.

—Aquí están—Cambio el tema extendiendo la bolsa con las manzanas, él la agarra—Y luego no había ninguna verdulería abierta, hubieras visto, toda una travesía.

Repentinamente siento que me abraza, ah, caray, creo que nunca había hecho esto. Esconde su cabeza en mi pecho y suspira.

—Gracias. Y perdóname.—Susurra.

—Oh, no es nada, para eso estamos, ya te dije que eres mi invitado y estoy para consentirte y atenderte. ¿Y perdón por qué?.

—No, sí es algo, fuiste lejos a conseguirme algo para cenar—Aún está escondido en mi pecho—Y estuviste buscando las cosas sólo... Por mí. No te rendiste al darte cuenta de que no había aquí, buscaste hasta encontrar algo. Te agradezco tanto tu atención.

—Tranquilo, hombre, lo hago con todo gusto—Lo rodeo con mis brazos que antes estaban a mis costados—¿Y perdón por qué?.

—Por ser yo. Por ser tan molesto, por tratarte bien a veces y no tan bien otras veces, te juro que hago mi mejor esfuerzo.

—Ya, ya—Le doy un par de palmaditas para calmarlo, no está llorando pero se escucha algo agüitado—No tienes que disculparte por ser tú, ¿De dónde sacaste esas ideas? Eres chido, Rusia.

—¿Chido?.—Levanta la cara y me mira, sus ojos brillan decorando su expresión confundida.

—Significa genial, agradable, cool como dice el gringo.

—¿De verdad crees que lo soy?.—Se vuelve a ocultar en mi pecho.

—Claro que sí hombre, no te me achicopales.

—Mex tú... ¿Tú me quieres?.

—Claro, eres buen compa, me caes bien. Sí te quiero aunque luego sea medio bruto.

—También te quiero.—Aprieta el abrazo.

Anorexia (Rusmex)Where stories live. Discover now