Sin escapatoria

1.8K 317 101
                                    

Narra Estonia

Estoy en una silla leyendo al lado de la cama de hospital donde está Rusia, afortunadamente no tuve que utilizar la fuerza bruta, eso me alegra, su desmayo llegó en el mejor momento posible, así que los militares sí llegaron pero sólo me ayudaron a cargarlo y a transportarlo.

Veo que se empieza a mover, lenta y torpemente mientras se queja, bajo el libro para mirarlo, está tratando de sentarse así que me levanto y me acerco hasta donde está, tocando su hombro para tranquilizarlo.

—Tranquilo, no pasa nada, acuéstate. Voy a decirle al doctor que ya despertaste.

—No, espera—Me pide en un tono suave mientras sostiene mi muñeca, se ve tan débil y confundido que mejor le hago caso y me quedo—¿En dónde estoy?.

—Te desmayaste cuando tratabas de echarme de la cabaña de papá. Así que te aplicaron algunos sedantes para evitar que te resistieras y te traje aquí, el doctor dice que no estás bien, tal como suponía. No tienes escapatoria, Rusia.

Él me mira sin decirme nada, sus ojos se cristalizan porque quiere llorar, obviamente no le gusta mucho la idea del cambio que está por venir, pero no podemos hacer otra cosa, necesita salir de esto ahora mismo. Simplemente asiente soltando mi muñeca.

Voy en busca del doctor, quien me pide que me quede en la sala de espera mientras le hace algunas valoraciones a mi hermano para verificar que todo esté en orden, así que mientras decido llamarle a México.

—¿Bueno?.—Escucho su voz del otro lado de la línea.

—Hola, soy Estonia.—Le digo recordando que la última vez me confundió con alguien más.

—Oh, sí—Se ríe—Ya registré tu número, ¿Qué pasó?.

—Rusia se desmayó mientras discutíamos, lo trasladé y ahora mismo estamos en una clínica, el león ya está en la jaula.

—Gracias al cielo—Se escucha realmente aliviado por la noticia—No puedo creer que lo hiciste en tan poco tiempo, admiro tu capacidad.

—No lo hubiera logrado si no se hubiera desmayado... En fin, también quería decirte que estamos en tu territorio.

—Achis, ¿Y eso?.

—Hace un tiempo Finlandia pasó por lo mismo, somos amigas así que le conté sobre Rusia y me recomendó mucho una clínica de aquí, me dijo que a ella la ayudaron a salir del hoyo. Además, pensé que así sería más fácil mantenernos en contacto.

—Sí, pero, ¿No crees que esto tenga alguna repercusión mala en él?.

—Le diré que tú no sabes que estamos aquí para que esté más tranquilo con eso, creo que será suficiente, de todos modos creo que eso va a pasar a segundo plano, su principal preocupación en este momento debe ser el hecho de que va a tener que empezar a comer normalmente.

—Eso sí... Bueno, espero que a él le ayuden como a Finlandia.

—Yo también...—Suspiro y veo al doctor aparecer en el pasillo—Ya viene el doctor, luego te llamo.

Colgamos la llamada, el doctor me explica que Rusia está estable y que ahora lo siguiente es empezar a tratar su enfermedad.

—Será un proceso lento, pero va a ver que tendrá resultados.—Me asegura, lo cual me pone nerviosa pero feliz al mismo tiempo.

Narra Rusia

Esta vez Estonia tiene razón, no tengo escapatoria, en esta clínica llegaron a la misma conclusión que a la que fui en Francia, anemia, desnutrición y todas esas cosas, definitivamente no me van a dejar irme de aquí, estuve pensando en maneras de escaparme pero no se me ocurre ninguna, mis mentiras ya no me van a salvar, tendría que saltar por la ventana o algo y en este preciso instante no creo que sea buena idea, me duele absolutamente todo, si lo hiciera sólo me lastimaría más y no podría irme, así que me encontrarían y me volverían a meter aquí.

—Buen día—Una enfermera entra alegremente con una charola—Le vine a traer su desayuno. Bueno, y también vine a asegurarme de que se lo coma.

Miro a la enfermera, es una señora como de 55 años, me habla en inglés pero tiene un acento peculiar... La charola sólo tiene un plato pequeño de manzana picada con trozos de nueces, junto a una taza de lo que parece té.

—¿En dónde estamos?.

—Es una clínica, nosotros lo vamos a ayudar.

—No, no, ¿En qué país?.

—México, señor, ¿Por qué?.

¿México?, ¿Cómo que México?, ¿Por qué México?, ¿Él está aquí? De seguro está aquí para ver cómo surte efecto el hecho de que haya ido con mi hermana a contarle todo lo que cree saber.

—Al menos tiene que comer tantito, el té no tiene azúcar para que vayamos de poquito en poquito, yo voy a ser su enfermera encargada pero también puede pedirles asistencia a mis compañeras si no me ve cerca, yo me llamo Hortensia, estoy para servirle. Cuando acabe de comer vamos a esperar media hora sin poder ir al baño, en caso de que sea muy necesario ir yo lo voy a acompañar y me voy a quedar afuera esperando a que salga para asegurarme de que no se tarde más de cinco minutos, y ni piense en encerrarse, ¿Eh? Porque los baños para los recién llegados sólo se cierran por fuera.

¿Sin poder vomitar? Era mi última esperanza, no me gusta hacerlo pero estaba dispuesto a recurrir a ello de ser necesario, sin embargo voy a estar más que monitoreado, qué drama hacen por una simple dieta, la gente lo hace todo el tiempo, ¿Por qué yo no puedo?.

—Me dijeron que mañana ya se va a poder levantar de la cama, yo le voy a dar el recorrido junto con la psicóloga, ella se llama Paulina, pero ya la conocerá mañana, de mientras coma, ahorita viene su hermana, está con el doctor.

Miro la comida que puso frente a mí, admito que tengo hambre, pero siento que es mucho y eso me hace dudar, ¿No podría sólo tomarme el té?.

—Usted no habla mucho, ¿Verdad? Yo sí. Luego lo veo en la tele, cuando sale en las noticias y se ve bien serio, pero nunca pensé que lo fuera tanto—Sigue intentando conversar conmigo, es una señora amable, si soy honesto me inspira bastante confianza—Espero no incomodarlo, tengo la boca medio floja, pero le voy a poner harto cuidado, va a ver que se me va a componer, usted nomás ponga de su parte, por ahorita desayune y ya después vemos. Están bien buenas las manzanitas, yo me comí una en la mañana que llegué.

Tomo la taza de té con lentitud y le doy un sorbo, tal vez si me lo tomo primero podré convencerla de que ya me llené.

—Ah, ya se me andaba olvidando, no le tome mucho al té porque luego me va a despreciar mis manzanas que le piqué, me va a salir con que ya se llenó y que ya no quiere. No, si ya los conozco, llevo años en esto, ¿Por qué cree que me mandaron con usted? Porque usted es rete importante y se tiene que curar pronto, necesitaban a alguien con experiencia.

No sé si esta mujer lee mentes o predice el futuro, lo que dice me hace sonreír, creo que es gracioso cuando alguien te regaña pero con cariño, tiene ese toque maternal en ella que me hace confiar, además dice que soy importante, usualmente pensar en ello me provoca algo de ansiedad por pensar en cómo lo arruinaré ahora, pero al mismo tiempo me reconforta que las personas en general tengan una buena imagen de mí.

Anorexia (Rusmex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora