Capítulo 11, Los adultos también se equivocan

38 18 32
                                    

     La señora Smith le contó a su esposo que Azul no asistió a clases. Las niñas no tenían teléfonos móviles, la señora Smith creía que estaban demasiado pequeñas para tener una responsabilidad como esa, pero, justo en ese momento se arrepentía de no haberle obsequiado uno cuando su esposo lo sugirió.

   Parece como si, el señor Smith hubiese leído su mente —sería muy útil darle un teléfono, —estaba muy molesto y preocupado a la vez—, podríamos llamarla, pero no... no tenemos como comunicarnos con ella porque su madre cree, que darle un teléfono es una estupidez —la señora Smith lo interrumpió.

—Cállate Leo, por favor, no quiero broncas ahora —sentía culpabilidad, sin embargo no quería demostrárselo a su esposo, sabía que tenía razón, pero quería evitar la charla de "te lo dije"—. Vamos a buscarla, no pudo salir del colegio. Ella tiene miedo de ver a sus padres, eso es todo. No debimos haberle dicho que hoy iríamos a conocerlos, sabemos cómo es Azul, por su timidez era lógico que el miedo se apoderará de ella.

—Pues no la conocemos tanto, jamás hubiera imaginado que sería capaz de escaparse de clases —el señor Smith se dirigió a la puerta, con su mano derecha señaló las escaleras—, yo busco arriba y tú busca abajo.

—Ok —contestó su esposa.

    Antes de comenzar la búsqueda ordenaron a Lisy para que esperará a Miranda, ella la llevaría a casa. Comenzaron a caminar por toda la escuela, el señor Smith llamó a su hija mayor para preguntarle donde imaginaba que podría estar, ya que, era ella quien las buscaba con mayor frecuencia.

—No lo sé papá, quizás en la biblioteca o en el salón de música —dijo al teléfono, una vez que cortó la llamada, marcó rápidamente a Louis.

    El chico ya iba camino a casa, cuando sintió su móvil vibrar en su bolsillo trasero, tomó el teléfono y vio la pantalla para reconocer el remitente el cual decía "la hermosa hermana de Azul" los ojos de Louis se iluminaron, una sonrisa se dibujó en su rostro, aclaró su garganta y deslizó el botón de la pantalla para contestar.

—¡Hola!

—¿Azul está contigo? —preguntó Miranda sin rodeos.

—¿Azul? No, no nos hemos visto hoy, creí que no había venido a clases. ¿Sucede algo? —Su sonrisa había desaparecido al notar a Miranda preocupada.

    Ella le explicó brevemente la situación de Azul, sobre la adopción, la visita a sus padres ese día y su desaparición.

    Louis giró sobre sus pies para ir de vuelta a la escuela. Dónde puede estar se preguntó, ¿en la biblioteca?, ¿en el parque?, ¿en el salón de música?, Louis buscó como loco, pero no la encontró.

—Donde más podría buscarla —reflexionó, se sentó en las escaleras con la mirada baja, se puso sus manos en la nuca entrelazando sus cabellos entre sus dedos, de pronto un pensamiento vino a él—. ¿A dónde iba yo, cuando me preocupaba algo y no quería ver a nadie?... ¡La terraza! —exclamó lo último en voz alta.

    Efectivamente Azul estaba allí, sentada, con la espalda apoyada al muro, este impedía la vista a la parte de abajo del edificio, era lo suficientemente alto para que no hubieran accidentes por si algún niño pequeño se atrevía a subir hasta allí. Sus piernas estaban flexionadas dejando mostrar los shorts que llevaba debajo de la falda, sus brazos rodeaban sus piernas y su cabeza estaba apoyada en ellas.

    Louis se inclinó hacia ella, se puso en cuclillas para tomar una de sus manos —No es bueno ocultarse del mundo, —dijo con un tono de voz muy suave.

    Azul levantó la vista y fijó sus claros ojos en los azules de Louis —¿Cómo me encontraste?

—Tus padres están preocupados, ¿Qué pensabas hacer? —le dió una mirada de reprensión—. Esperabas quedarte acá el resto de tu vida. —Louis se notaba molesto, era la preocupación aún recorriendo sus venas.

—No, solo hasta las doce —musitó.

—Son más de las doce Azul, y tus padres están como locos buscándote —Su voz se suavizó.

—Pensaba salir... pero aún no me atrevo, creí estar lista... pero, tengo miedo.

    Louis sujetó su rostro dándole una suave caricia en sus mejillas, tenía la vista fija en ella —Tus padres van a amarte, si no estuvieron contigo deben tener una muy, pero muy buena razón.

    Azul quedó sorprendida —uuum... hablas de...

—Sí, Miranda me contó —Interrumpió Louis para aclarar su mente—. Todos cometemos errores Azul, los adultos también se equivocan, quizás ellos no se sentían capaces de tomar una responsabilidad o quizás su situación era complicada. Aunque no lo creas, ellos piensan en tu felicidad, si quieren conocerte, es porque quieren arreglar su error, quieren saber si llevás una buena vida, quieren verte feliz. Ahora ve a conocer a tus padres.

    Los ojos de Azul se inundaron, Louis pasó un brazo sobre ella para acariciar su cabello, Azul respondió con un abrazo gimoteando, él lo recibió intentado calmarla.

El chico se levantó y tendió su mano —Ven debemos irnos o harás que les de un infarto a tus padres.

Louis llamó a Miranda para comunicar que la había encontrado. Miranda a su vez informó a sus padres, quienes dieron un suspiro de alivio y fueron a esperar a la salida.

La señora Smith al ver a Azul en la distancia, corrió hacia ella, sus rodillas chocaron contra el suelo para estar al nivel de la pequeña y darle un abrazo.

—¿Dónde estabas? Casi me matás del susto. Como te atrevés a faltar a clases —Reclamó la mujer con preocupación.

Louis interrumpió, —uh —aclaró la garganta— Lo siento. No sea tan dura con ella, es difícil lo que está pasando.

El señor Smith miró a Louis con cautela —¡hey flaco!... vos... sos Louis ¿No?

—Sí, mucho gusto, Louis Fernández —se presentó extendiendo su mano.

—Mucho gusto, soy el padre de Azul; Leonardo. Gracias por ayudarnos a encontrarla —Agradeció estrechando su mano.

—No fue nada señor. 

Nota:  Hola, nos vemos en el próximo capítulo no sé cuando será porque me iré de viaje unos días y no tendré conexión a internet, los quiero bye.

La introvertida vida de AzulWhere stories live. Discover now