Capítulo 3, El gran salón de 1er año de música

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     Los días comenzaron a tornarse oscuros, el invierno había llegado, era la época que más le gustaba a Azul, le encantaba la lluvia, ver las calles cubiertas de agua y los árboles tornaban un color verde diferente que le encantaba, aunque esos días no eran divertidos en la escuela porque comenzaban los juegos inter-cursos, Azul nunca quería participar en nada, además de que había mucho tiempo libre que tampoco disfrutaba porque no sabía nunca que hacer.

    Azul era tímida y muy callada por ende no tenía amigos, pero ella prefería estar así, no le gustaba interactuar con sus tontos compañeros de clases que lo único que hacían era burlarse de ella cuando cometía un error.

    <Es mejor estar en clases pensaba, leyendo un libro a solas, dibujando, haciendo caligrafías, hasta las matemáticas son mejores que, perder el tiempo con otros niños jugando o viendo tontos partidos de fútbol, que al fin y al cabo no se sabe cuál es el objetivo de golpear un balón.>

    Para Lisy ese tiempo era el mejor del año, no había que hacer tareas y le encantaban los partidos de futbol, de vóleibol... o cualquier otro juego donde tuviera que brincar y correr, Lisy era buena en los juegos, quizás por su contextura delgada y gran agilidad para correr, además era muy pequeña, fácil de escaparse de sus rivales en el fútbol. Los demás la admiraban porque siempre terminaban ganando gracias a ella, algo que parecía disfrutar mucho.

    Cuando no estaba metida dentro del juego estaba pegando gritos apoyando alguno de los equipos. Era el tiempo perfecto para Lisy, nadie le decía "No debes gritar" o "no debes correr", "quédate quieta" era genial para Lisy. Azul por el contrario sufrían sin clases y sin tareas.

**

    Un día, mientras todos estaban viendo el partido, Azul estaba en el salón de música de 1er año, era un lugar hermoso, el piso resplandecía, las paredes blancas reflejaban la luz. Al final del aula se apreciaba un pequeño escenario donde posaban muchos instrumentos,  no habían pupitres como los que ella tenía en su salón.

    Azul impresionada se sentó en una de las bancas  y observó cuidadosamente todos y cada uno de los instrumentos.

    Una maestra iba al salón de deporte a buscar unos balones, desvío su mirada al ver a la pequeña sola allí sentada, se detuvo y no dudó en entrar al aula.

—¿Qué hacés acá? Los niños pequeños no deben subir a este piso.

    Azul se levantó lo más rápido que pudo —lo siento creí que podía subir un ratito, he visto a los niños de primer año tocar algunas de estas cosas y quería venir a verlos, pero ya me voy.

—Pará un momento ¿Cuál es tu nombre?

—¡Azul!... Azul Caroline —respondió la pequeña.

—¿De qué grado sos?

—Tercero ¿acaso estoy castigada? —preguntó Azul preocupada.

La maestra sonrió —no, claro que no. Decime ¿qué instrumento de gusta más?

—Ah... me gusta... —Azul observó a su alrededor y señaló uno grande con muchas teclas—, Ese, ese me gusta, no he visto a ningún niño tocarlo antes.

    La profesora recordó que debía llevar unos balones al partido —ash olvidé los balones, tengo que llevarlos al juego, ven conmigo.

    La profesora llevó a Azul y a los balones a la cancha. Estaba muy ocupada como para recordar a la pequeña, al cabo de unos días olvidó el encuentro con Azul.

* *

   Azul había mentido aquel día, la verdad es que si había escuchado el sonido de aquel instrumento, tenía la esperanza de que la profesora la dejara tocarlo y poder crear la hermosa melodía ella misma, pero los torpes balones arruinaron todo.

La introvertida vida de AzulWhere stories live. Discover now