En poco tiempo dejaré de ser un recuerdo del pasado, volveré a la vida, seré real de nuevo, nadie volverá a lastimarme, no me dañarán más, nadie podrá detenerme.

Lamento que tomaste la decisión equivocada, Brooke, ahora no tengo motivos para salvarte.

Quizás los fantasmas no poseen sentimientos, pero ahora mismo la furia dentro de mí cambia por completo esa perspectiva.

†††††

Transcurre rápidamente la tarde y el sol se oculta tras las montañas, mientras voy caminando bajo la luz nocturna pienso en lo que he hecho, en las personas que he asesinado y no me arrepiento de nada, incluso de haber asfixiando a Beth con mis propias manos, ella lo merecía, todos lo merecían.

El cielo oscurece y comienza a llover, camino bajo la tormenta y grito desesperado en medio de la nada, la calle está vacía y la luz del anochecer se desvanece como el viento, caigo rendido al suelo y repito una y otra vez:

—¿Qué está pasándome? — coloco ambas manos en mi cabello sintiéndome desesperado, malditamente herido y dañado.

Al levantar la mirada vi a Jean, el hombre que desprecié toda mi mísera vida, él camina por el asfalto tambaleándose de un lado a otro, lleva una botella de alcohol en la mano y está tarareando una canción antigua de Navidad. Aprieto mis manos en puños levantándome del suelo y camino hacia él con prisa, no basta con todo lo que me está pasando y justo ahora tengo que encontrar a este maldito mal nacido. Voy acercándome sin saber exactamente si podré dañarlo o no, lo empujo con todas mis fuerzas y él se cae al pavimento maldiciendo entre balbuceos, torpemente trata de levantarse, pero pateo su rodilla provocando que caiga nuevamente, grita adolorido.

—¡¡Imbécil, me has roto la pierna!! —se incorpora difícilmente y trata de golpearme con la botella, pero lo esquivo, él me dedica una mirada fría, a los pocos segundos me ve de frente y se paraliza al verme—. ¿¡Tú!? n...no, tú estás muerto, ¡Jamás te vi salir!

—¡Tú sabías lo que iba a pasarme, desgraciado! — mi puño impacta contra su mandíbula, mis nudillos inmediatamente se tornaron blancos por la fuerza sobre natural del golpe, sintiendo dentro de mi el mismo odio, rabia y desprecio con los que asesine a los otros. Jean me devuelve el golpe y su puño impacta directo en mi ojo derecho, enseguida siento un dolor punzante, dolió como si estuviera vivo, pero eso no me detuvo, pues volví a golperlo en el rostro sin parar, mis manos se mancharon de sangre y no paré hasta casi desfigurarle la cara.

«Estás por cumplir tu venganza, regresarás al vida, cada vez te vuelves más fuerte Aarón, no te detengas», me dice una voz lejana que proviene de mi cabeza.

Me distraigo un segundo y él aprovecha la oportunidad, vuelve a librarse de mí golpeándome las costillas con fuerza, en ese instante saco el cuchillo filoso de mi chaqueta y el muy cobarde sale huyendo pidiendo ayuda y entra a un callejón sin salida.

—¡No! —lloriquea—. Por favor, por favor, no me mates.

—Así quería verte, suplicando por tu vida, idiota —espeto fríamente.

—No, te lo suplico, haré lo que me pidas si me dejas ir —se deja caer al suelo de rodillas—. Tú solo eres una pesadilla más.

—¡¡Párate!! —lo agarro bruscamente del cuello y aplico fuerza en mi agarre casi ahorcandolo—. Dije que te mataría y cumpliré con mi palabra —sin añadir nada más le clavo el cuchillo justo en el corazón, recordando ese terrible día cuando perdí mi vida por su culpa—. Esto es por Beth, espero que ardas en el infierno —le clavo con más fuerza el pequeño artefacto y lo suelto bruscamente, él cae al suelo y se retuerce de dolor—. El que está hecho mierda ahora eres tú —exclamo escupiendo sangre de la boca, es bueno sentir dolor de nuevo, me siento vivo, humano, invencible.

El Fantasma Que Todo Lo VeWhere stories live. Discover now