— ¡¿Qué demonios haces?! — Le preguntó en voz baja mientras se acercó sigilosamente cómo si estuviera repartiendo uvas y vino en la fiesta.

Aquellas mujeres romanas de hermosos rostros la fulminaron con la mirada, pero Christian ni se digno a mirarla, sólo tomó una copa de vino y la ignoró por completo.

— Vete de aquí criada — Dijo muy digno de sí y de su belleza, recostandose entre los almohadones — Vete o te mandaré a azotar —

Olimpia abrió los ojos llena de coraje y aferró sus dedos a la bandeja, siguiendo en su papel de criada.

— Estás borracho, levántate ahora mismo y sígueme — Le pidió en ingles, hablando lo más bajó posible — Te estoy salvando de estás mujeres — 

Christian sonrió, dejó sus uvas a un lado y se puso en pie mostrando su desnudez a todos, Olimpia frunció el ceño con asco, pero las mujeres romanas se mordieron los labios con seducción.

— ¿Quieres que estas mujeres se queden sin mi? ¿Qué no vez lo mucho aue me complacen? No estoy borracho Olimpia, solo estoy fingiendo — Comentó caminando sin vergüenza completamente desnudo — Te dije que te esperaría en un prostíbulo hasta que pudieras hablar con tu madre, ademásla compañía es muy buena, ¿Ya viste los senos de esa mujer? Dios, es una lastima que en el futuro sea una momia —

— ¡Es que ya hablé con tu madre y tu te vienes conmigo! — Tiró la bandeja sobre los almohadones, lo tomó de la mano y lo jalo con fuerza — ¡Camina o los guardias vendrán por nosotros! —

Lo aferró con fuerza y le pasó una fina tela para que se cubra la entrepierna, casi lo llevó corriendo por el pasillo mientras la antorcha flamea de un lado a otro tratando de alumbrar el oscuro camino, cuándo llegaron, cerró la pesada puerta de la habitación de la reina y se permitió soltar una amplia respiración.

— Aquí estaremos seguros, mi madre nos cuidara —

— ¿Segura que sí es tu madre? — Dijo ese ingles quitándose la fina tela que lo cubría y quedando completamente desnudo delante de ella — No quiero que raras criaturas nos asusten de nuevo, harán que me vuelva viejo de los nervios y yo...yo querida soy perfecto —

Olimpia lo observó con repulsión esperando que alguna de los guardias no los este vigilando detrás de las cortinas.

— Si, estoy segura de que esta si es mi madre —

Trató de ponerle algo de ropa, pero ese hombre le cubrió la boca con una de sus grandes manos y la hizo callar con una sola mirada, aún sigue desnudo pero se puso en alerta como sí hubiera escuchado algo extraño.

Un par de ruidos de pasos se escucharon detrás de ellos, las antorchas se fueron apagando una por una hasta qué la habitación quedó completamente a oscuras, así que Olimpia estiró su mano tratando de tomar a Christian, pero ese hombre ya no estaba cerca de ella.

— ¡Christian! — Dijo en voz baja cuándo escuchó un forcejeó, pero se quedó sin aire en sus pulmones cuándo gracias a la poca luz que entra por la ventana, iluminó a una persona delante de ella, vestida de negro y con una extraña mascara hecha de oro que cubre todo su rostro.

Esa persona extraña saco una rara daga y se inclinó sobre ella con toda la intención de matarla, Olimpia intento escapar, sólo que Christian forcejeó con el recibiendo una herida en el hombro.

Pensó que esa extraña persona los mataría, pensó que todo estaba perdido, pero fue hasta que su madre con una agilidad aprendida en todos estos años de luchar contra enemigos, corto el cuello de aquella figura sin remordimientos, soltando sangre por todos lados y llenando sus caros ropajes, miro a sus guardias y aquellos hombres de piel morena se llevaron el cuerpo. 

— Estoy muy enojada y una reina es peligrosa, ustedes no deben estar aquí — Su madre, o más bien la reina Cleopatra, caminó de un lado a otro de la habitación con la daga en la mano, y llena de sangre cómo sí eso no le importará, pero los miró a ambos con un peligroso gato apunto de atacar — ¡¿Que demonios estan haciendo en mi palacio?! —

Su mama arrojo la daga contra la pared llena de furia.

— ¡Mamá! —  Grito para hacerla parar, pero su mamá cerró sus manos en puño y la fulminó con la mirada.

— Sólo porque eres mi hija, sino te mandaba azotar hasta que te murieras ¡Eres un peligro aquí! ¡Van a matarte y no puedo defenderte!  — Su mamá suavizó su rostro, se quitó la Corona y dejó caer sus pesadas joyas, cómo si estuviera cansada de ser la reina, después los miró a ambos con mas tranqulidad como la mama que ella siempre conoció, la encantadora Cleopatra — Lo he decidido, ustedes se quedarán aqui conmigo bajo mi mando y mi cuidado, hasta que encuentre la forma de regresarlos al futuro y tú, señor ingles, no se acerqué a mi hija —

Nota de la autora

Al parecer los planes de Cleopatra no salieron como ella quería, para empezar tiene una hija rebelde y segundo hay un joven príncipe perdido en el viejo Egipto.

Como dicen, ESTO SE VA A DESCONTROLAR.

Jajaja

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