Capítulo 14

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Olimpia

— ¿Segura que ya no vas a intentar matarme? — Le preguntó ese ingles mirandola a los ojos azules muy brillantes, mientras suavemente le acomoda el cabello — Tengo miedo de dormir y que me cortes el cuello, porque se que lo harías —

Olimpia soltó un suspiró y rodó los ojos con aburrimiento, lo único que quiere es cubrirse del incesante sol de Alejandría, ese sol que está dorando su piel con intensidad.

— Prometo no matarte... pronto, te dejare vivir algunos días más — Dijo seriamente mirándolo de reojo — ¿Conforme? —

Christian entrecerro los ojos sin creerle ni una sola palabra, está serio, con una mirada determinada y alejado de ella, cómo si la odiara, pero negó con la cabeza y se paso las manos por el cabello, también sufriendo por las inclemencias del sol. 

— No Olimpia, eso no me deja conforme, pero me arriegare a dormir contigo de nuevo, la otra noche casi me matas y no fue precisamente con una daga— sin decir nada, la recargo contra el muro de piedra tallada y por un momento pensó que la besaria, pero sólo la tomó de la barbilla con fuerza, como si le advirtiera — ¿Podemos repetir lo que paso la otra noche? —

Olimpia soltó un pequeño ruido de desaprobación de su boca, más porque en el pasado él acercamiento tan íntimo en una calle entre hombre y mujer no es bien visto, a menos que piesen que él es su amo y ella su esclava, por eso trato de alejarlo por los hombros, pero no pudo.

Claro qué le gustaría repetir el mismo juego de pasión de la otra noche, pero no lo admitirá en voz alta, es demasiado orgullosa y quizá tan pasional como su madre, pero Christian en atrevimiento indecoroso, la tomó de la cadera con rapidez y le apretó el trasero con fuerza, así que al momento le dio un manotazo en el hombro.

— ¿Haremos el amor de nuevo? — Volvió a preguntarle, Olimpia alejó su rostro cuándo intentó  besarla.

— Qué sí, pero aléjate me da vergüenza que me vean contigo — Intentó alejarlo pero solo recibió otro apretón en el trasero — Ya Christian, que sí, lo haré, pero vete —

Christian afuerzas le dio un beso en la mejilla, soltó una carcajada y se alejó, él también tiene las mejillas rojas por el sol, con esos mechones rubios de cabello tocando su cuello, pero con la mirada puesta y muy seguro en ese palacio que se extiende por la explanada de la vieja ciudad de Alejandría.

— Bien — Comentó señalando el paalcio con su dedo — Según el buen señor que nos dejo pasar la noche en la habitación, la unica manera en la que podrás entrar al palacio de la reina de Egipto, es  fingiendo ser de la servidumbre, ya pareces una sirvienta, no te preocupes, todos se creerán —

— ¿Esclava? — Preguntó claramente ofendida — Pero la mujer que dice ser la reina de Egipto es mi madre y yo soy su hija —

— Eres su hija en el futuro, aquí no eres, no somos nada — Christian respiro ampliamente, como si reconociera la dureza de su voz, al final utilizó un tono más dulce — Algo raro le sucede a tú madre, ¿Queremos salir de aquí? La necesitamos a ella, entrar así, es la unica opción que hay en el mundo para acercarse

— ¿Y sino quiero irme de aquí? Siempre soñé con viajar al pasado y soy arqueóloga, quizá no quiero irme —

Christian se cruzó de brazos y la fulminó con la mirada, dejando atrás a ese hombre dulce que sólo por un segundo trato de consolarla.

— Deja de decir tonterías, nos iremos de aquí y punto —

Olimpia miró a su alrededor mientras siente cómo su boca se seca de miedo, vaya que aquí todo es distinto, la gente habla diferentes idiomas y los mira como si fueran demonios, ambos saben que están en peligro y que necesitan moverse, pero hacerlo, la invade de un miedo inminente.

Erase Una Vez Alejandría Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora