Capítulo 5

721 135 121
                                    

Olimpia

Olimpia soltó un suspiro al verse delante de aquel mugroso espejo del maloliente y horrible bar, su silueta apenas puede verse reflejada en aquel espejo llenó de extrañas manchas de duosa procedencia, pero esto no le da asco, debería pero no lo hace, cuándo viajaba con su abuelo a Egipto apenas era una niña, pero se acostumbró a los raros lugares cuándo entraba a inexploradas tumbas con olores fuertes, con momias de pieles podridas y tesoroso más increibles que munca.

Su abuelo encontró el gran tesoro de la legendaria Cleoapatra, su papá y su mamá tuvieron aventuras inimaginables en su juventud...Ella encontrará la tumba de Alejandro Magno y revivirá el poderío de su ciudad antigua favorita: Alejandría.

Pero mientras sueña con aires de grandesa y grandes reconocimientos, se mojó el rostro con el agua fría que sale de vieja llave del lavabo, mientras solo piensa en cómo escapar de aquel acosador qué la espera detras de la puerta.

¿Terrores nocturnos? Ese hombre está loco, aquí en Londres, la única extraña es ella.

— ¿Ya estas lista? — Preguntó aquélla voz masculina detras de la puerta cuándo toca con insistencia a la puerta — ¡¿Porqué tardas tanto en lavarte la cara?! Le pedire a los guardias las llaves del baño ¡Sal de ahí Olimpia! —

Rodó los ojos y maldijo en voz baja igual que su madre, por los menos ambas coinciden al decir que los hombres son unos desesperados.

Por eso prefiere la arqueología, porque es duradera, que un amor absurdo y momentáneo.

— Aun estoy ocupada — Contestó fingiendo con astucia mientras le pone seguro a la puerta del baño  — ¿Podrías dejarme hacer del baño, Christian? Supongo que un príncipe concede esa pequeña cortesía a una dama —

Aquel hombre se quedó callado unos segundos, quiza no la escuchó bien porqué en el bar hay algunos grandulones que acaban de empezar una pelea y sus gritos inundan el lugar, al igual que el sonido de cosas volando por todos lados, dioses egipcios, esté bar no es un lugar adecuado pata un príncipe, pero ese descendiente de la realeza británica, habló con voz pastosa y lenta porqué esta completamente borracho.

— ¡Sólo cinco minutos más! Sino sales de ese maldito baño tumbare la puerta y te llevaré conmigo hasta que me digas ¡¿Porqué demonios veo cosas muertas?! — Gritó con coraje golpeando la puerta con fuerza, vaya carácter — ¡Ya mi madre cree qué estoy loco! —

Olimpia miro a todos lados, salir por la puerta es una locura porqué ese hombre esta ahí y no quiere irse con él, así que miró a su alrededor buscando un buen lugar para escapar, observó las tazas de baño llenas de cosas detestanles, entre orines y cosas peores, moscas volando por todos lados y los lúgubres focos parpadean, pero vislumbro una pequeña ventana al fondo, con rapidez, se subió a una taza llenando su bota de esos líquidos, pero sin asco, trató de salir por la ventanilla.

— ¡Maldita sea Olimpia, ya pasaron cinco minutos, abriré la puerta ahora mismo! —

Olimpia trato de safarse, pero está atorada en la pequeña ventana, sus curvas no la dejan salir, gritó y se zafó lo antes posible y sin mirar atrás, corrió  por las calles despavorida y soltando carcajadas de felicidad como si corriera con los brazos llenos de oro al encontrar un tesoro.

Cuándo se acercó a su casa, saludó a los guardias de su padre en la entrada de la mansión  y entró sonriente hasta el cómodo interior corriendo hasta la cocina porqué la arqueología y los tesoros requieren de una arqueóloga bien comida.

Pero una figura recargada en el banco de la cocima, encendio la luz primero que ella.

— ¿Dónde estabas Olimpia? — Preguntó su madre con los brazos cruzados y una mirada penetrante, como si ordenará cortar cabezas.

Erase Una Vez Alejandría Where stories live. Discover now