Capítulo 11

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Olimpia

— ¿Entonces es todo verdad? ¿Aquí se acaba nuestra rara amistad? —

Olimpia miro de reojo a ese joven hombre que esta de pie a su lado, ahora ambos están en mejor estado, con ropa limpia, recién bañados y limpios, porque vaya que dormir en la calle es horrible.

Christian asintió con la cabeza y levantó la mirada para ver a sus guardias.

— Si, aquí se termina todo, querida rara y extraña amiga — Dijo mirándola por fin — Tú te quedas aquí con tu madre y yo me regreso a Londres con mi novia —

Olimpia paso la mirada por su alrededor, gracias a ese ingles de pie junto a ella es que esta bien, en un nuevo hotel, con ropa nueva y con guardias, ahora ambos están esperando a que su madre llegue, por eso la esperan con ansias en la recepción.

— Supongo que ¿Gracias? Ya sabes por la ropa y la nueva habitación de hotel — Dijo Olimpia pasandose las manos por el cabello — Cuándo regrese a Londres prometo pagarte todo —

Christian negó con la cabeza y sonrió de lado.

— Un caballero jamás le cobra a una dama — Dijo risueño mostrando ese hoyuelo en su mejilla — Pero me gusta creer que tu tienes un beso pendiente conmigo, así que esa será tu forma de pagarme, mientras tanto disfruta de estos días y no te metas en problemas...ahh, mira quien llegó ¿Acaso tu madre no es encantadora? —

Olimpia apenas sonrió porque esta demasiado preocupada buscando a su madre con la mirada.

Pero la palabra encantadora le queda corta, ella es un tipo de belleza de mujer que no se puede describir con palabras, parece inhumana.

Su madre lleva esa larga cabellera negra suelta, esa cabello que tanto la caracteriza, va con sus ojos maquillados como una diosa, atrayendo miradas ante cada uno de sus pasos, espléndida, preciosa y exuberante, esa es su madre, quien a cada paso que da, lo hace como si fuera una reina.

Su madre llego con ese aire de grandeza que acompaña sus movimientos, pero en cuánto las mirada de ambas se conectaron, supo que esta es la verdadera, esa mamá que a veces es dura, pero que detrás de esos ojos negros llenos de experiencia, existe un amor inmenso entre ambas.

— ¡Mamá! —

Olimpia perdió totalmente la cordura y salió corriendo hacía los brazos de su madre, la abrazo con fuerza casi haciéndola caer al suelo, su madre nunca a sido cariñosa, pero esta vez la recibió con los brazos cruzados y le dio un gran beso en la mejilla como si la hubiera extrañado demasiado. 

— Olimpia, oh, Olimpia ¿Cómo puede ser que viajarás con una mujer que no era yo? — Le dijo su madre agarrandola de las mejillas con cariño — ¿Acaso tan mala soy contigo? Se que no enojamos, pero... —

Olimpia negó con la cabeza y miro los ojos de su madre.

— No mama solo... esa mujer era idéntica a ti — Contesto con una pequeña sonrisa — Aunque ella si se llevaba bien con la tecnología

Su madre le acomodo el cabello detrás de los oídos y la mantuvo cerca de ella, mientras rodo ños ojos con disgusto.

— La maldita tecnología del futuro, odio los celulares y las compañías no invitadas — Su madre giro su rostro en dirección a Christian — Dígame joven ingles ¿Qué hace aquí? Váyase a su casa, ya no tiene nada que hacer aquí con mi hija —

Christian se vio claramente ofendido por las palabras duras de su madre, quizá él esperaba quedarse, pero al momento se recompuso y mostro una sonrisa democrática, aprendida de sus años de lecciones como príncipe.

Erase Una Vez Alejandría Where stories live. Discover now