— Ya no aguanto, juro que ya no aguanto— susurra Dacota, siempre dice eso cuando tiene una contracción.

—Sí nena, sí puedes— le aliento recibiendo como siempre una mala mirada.

—Cállate, te meteré un putazo en tu hermosa cara—gruñe.

— Esa boca— gruño de vuelto dándole un mordisco en su cuello.

Solo rueda los ojos, como quisiera darle unos buenos azotes en su culo.

—Necesito que ya salgan de ahí.

— Yo también quiero que ya salgan— sonrío.

—Vamos Dacota, te revisare — habla la doctora colocándose unos guantes.

Cargo a Dacota quien estaba en mi regazo para acostarla en la cama, veo a la Doctora abrir sus piernas y meter sus manos para revisarla, desde que nos metimos en la bañera dejó a un lado sus bragas ya que sentía incomodidad con ella.

—Bueno querida otros dos centímetros más y estarás lista— sonríe, veo a mi hermosa nena apretar sus puños.

—Perfecto—le susurra acomodándose de lado.

Su cuerpo está sudoroso, la camisa que tiene está un poco empapada del sudor de enfrente donde se le marcan perfectamente sus pezones lo tiene también húmedo ya que no ha amamantado a Noah en todo este tiempo, mi pobre bebé ha estado gritando por su mamá y por mí, pero Shilby y Marina hacen todo por calmarlo le están dando papillas ya que Dacota se negó a darle su pecho y la comprendo en eso.

—Vamos nena solo un poco más—acaricio su espalda intentando tranquilizarla.

Me mata escuchar sus sollozos por el dolor o ver sus lágrimas mi mujer es tan valiente al soportar todo esto, aunque la doctora nos haya advertido que si no funciona un parto normal tendrá que realizar una cesárea de emergencia, pero mi valiente mujer dijo que ella podría traer a nuestros bebés al mundo sin necesidad de una cesárea.

—Juro que ya no tendremos más bebés — grita poniéndose en cuatro, comienza a balancear sus caderas y como buen esposo que soy la ayudó hacerlo haciendo que su culo choque en mi entrepierna.

—No sabes todas las malditas formas que tengo en volver a convencerte— canturreó feliz.

—Metete tus formas por el culo.

—Mierda nena, yo meteré en tu hermoso culo algo más— gruño acariciando sus caderas.

—Hablo enserio André... no más bebes.

—Oh nena yo también hablo enserio, no me quedaré tranquilo hasta tener una nena como tú, así tengamos que tener 10 bebés más— sonrío orgulloso.

No recibo respuesta, pero ¡mierda! Claro que tendremos más bebés como dije, necesito a una mini Dacota, una princesa. Me alejo un poco de ella para que la doctora la revise por milésima vez.

—Bueno Dacota creo que ya llego la hora— le sonríe una vez ha terminado de revisarla.

¡Puta madre llego la hora!

Acomodan a Dacota en la cama a forma que sus piernas queden abiertas esta recostada en un montón de cabeceras que mande a comprar en colores azul, amarillas, verdes. Quitan la camisa que tiene puesta para quedar completamente desnuda yo estoy enfrente de ella y no dudo en echar una mirada rápida a su delicioso coño que ahora se ve un poco extraño a mi parecer.  Dacota nunca fue una de las típicas chicas que se depilan o se avergonzara por tener un poco de vello al igual que a mí nunca me importó, ya que es poco vello lo que ella tiene, lo veo como algo normal.

Dacota solloza y grita más por el dolor, importándome una mierda me quito mis botas al igual que mis calcetines quedando solo en mis vaqueros negros. Alejo un poco las cabeceras que la sostienen acomodándome detrás de ella con mis piernas a cada lado de ella su espalda descansa ahora en mi pecho, acomodo las cabeceras ahora detrás de mí, las enfermeras y la doctora solo me ven sin decir nada.

—André... — siento sus manos posicionarse en mi cuello donde entierra nuevamente sus uñas.

—Aquí estoy nena, lo haremos juntos— digo besando su frente sudorosa, asiente sonriendo.

Se que no tengo los dolores que ella tiene en este momento, pero quiero ayudarla joder quiero sentir también un poco su dolor para que no sufra solo ella, así que con estar a su lado sé que no es suficiente, pero es lo único que puedo hacer y es algo que me enfurece.

—¿Estamos listos? — la doctora se colocándose en medio de las piernas abiertas de mi mujer.

—¿Estas lista nena? —pregunto nervioso por lo que pasará en estos momentos.

—Lo estoy— dice como puede—. ¿Y tú André, estás listo? — me pregunta en un susurro audible.

—Si tu estas lista yo también, es hora de conocer a mis copias.






















































































Amen para que todo salga bien :)

Esposa Del MafiosoWhere stories live. Discover now