· cɑpítulo 41 ·

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Sihyeon y Jiwon se quedaron un tiempo más en la agrupación, pero los chillidos que la profesora Kim soltaba cada vez que veía una ardilla paseándose por el césped o una mariposa volando a su dirección parecían tomar más tiempo que la clase misma.

Sihyeon corrió fuera del grupo y Jiwon la siguió casi por inercia.

— ¡Alcanzame! — gritó la castaña adentrándose a un pequeño campo de lilas. El perfume que emanaba de las flores transportó a Jiwon a la última vez que estuvieron en ese lugar, eran muy pequeñas y solo habían visitado el arboreto una vez con su familia, corriendo y riendo de la misma manera que lo hacían en ese momento. 

Las palabras no podían describir la paz que sentía en ese entonces, cuando la vida era simple y los sentimientos claros.

La imagen de Sihyeon se perdió al escabullirse entre los troncos de varios frutales que se encontraban al otro lado del campo púrpura.

Verla era imposible, así que siguió su risa.

En medio del ruido de tantas personas ella lograba diferenciar fácilmente el sonido de su voz desbordando felicidad.

La llevó a una clase de jardín escondido. Tenía la misma esencia que el jardín de suspiros pero con árboles de cerezo decorando los bordes de una afluente, el cual era dividido por un puente de madera blanca, donde Sihyeon se encontraba. Tenía los brazos apoyados en el barandal, admirando los árboles que acompañaban al riachuelo.

Jiwon fue hacia ella, incorporándose a su lado sin decir una palabra.

Le encantaba las platicas enteras que tenían en completo silencio; en ese momento solo eran interrumpidas por el sonido del agua cristalina pasando bajo sus pies.

— La señorita Kim dijo que acaban de florecer — mencionó Sihyeon rompiendo el silencio que las cubría —. Es mejor ver las flores de cerezo cuando recién salen de sus capullos. — musitó suavemente mientras sonreía.

Jiwon dirigió la mirada hacia su amiga, extrañamente alegre de que estuvieran juntas, y a solas — Escuché que verlos el día que florecen trae buena suerte.

— Suerte es lo que más necesito ahora. — suspiro la castaña, de manera casi inaudible.

— ¿Qué dijiste?

— Nada — respondió cabizbaja.

La rubia iba a preguntar de nuevo, pero una ráfaga de viento hizo que centrara su atención en los árboles. El aire había desprendido una gran cantidad de pétalos que comenzaron a volar a su dirección.

Sihyeon acunó sus manos para atraparar algunos, y Jiwon la imitó al verla. Cuando cayeron en sus manos, la rubia no pudo evitar impresionarse por la suavidad de estos.

Se lo iba a mencionar a Sihyeon, pero al girar hacia ella no pudo pronunciar una palabra. Los rosados pétalos la rodeaban mientras el viento suspendía delicadamente su castaño cabello en el aire, al igual que su blanco vestido de encaje. La menor sopló los pétalos que tenía en las manos y sonrió al verlos caer al agua.

La escena hizo que Jiwon se congelara en su lugar. No quería que Sihyeon volteara porque se vería obligada a dejar de mirar. Deseaba mantener esa imagen en su memoria para siempre.

Se moría por saber si sus labios eran tan suaves como los pétalos de los cerezos.

—  ¿Sabes que habrá una lluvia de estrellas en tu cumpleaños? — soltó la castaña de repente, obligando a Jiwon a salir de su hipnosis.

— ¿Q-qué? — titubeó la rubia.

— Tendrás una lluvia de estrellas como regalo. — sonrió.

— A-ah, q-que lindo. — balbuceó aún perpleja.

La menor arqueó una ceja — Esa no era la reacción que esperaba — admitió haciendo un mohin —... ¿Te pasa algo Jiwon? — preguntó después de analizar la anatomía de la contraria.

— N-no.

— ¿Segura? Estas muy roja... ¿Te sientes bien? — cuestinaba dando unos pasos hacia la rubia.

— Sí, sí n-no es n-nada — trastabillaba al ver que Sihyeon se estaba acercando —, a veces me pasa después de correr. — mintió.

Sihyeon se inclinó, invadiendo el espacio personal de Jiwon, para poder inspeccionarla mejor.

La cercanía de la menor hizo que su cuerpo de agitara. Escondió sus manos detrás de la espalda cuando estas comenzaron a temblar, mientras el corazón le palpitaba con fuerza.

— ¿De verás? Nunca había visto que te sucediera, ni siquiera en las prácticas — mencionó Sihyeon sin percatarse del lío que estaba creando en la mayor. Se aproximó con descaro cuando notó la agresiva agitación de la rubia —. ¿Jiwon? — llamó inquieta; pero la mencionada cerró fuertemente los ojos al escuchar su nombre, no podía soportar ver el rostro de Sihyeon tan cerca del suyo. Su aliento se estanco cuando sintió una mano posarse en su cuello — Estas ardiendo Jiwon... — desplegó  ligeramente los párpados para encontrarse con el semblante intranquilo de la menor.  La preocupación en la mirada de la castaña la enterneció con vehemencia, de una manera que jamás había experiementado

— ¡Jiwon, Sihyeon! — la voz de Serim se logró escuchar a la distancia.

Jiwon se separó casi de inmediato dejando salir un violento suspiro de alivio, pero por alguna razón no pudo evitar sentirse molesta con su amiga por haber interrumpido a Sihyeon.

— La maestra Kim nos esta llamando. — avisó la pelinegra desde lejos.

— ¡Ya vamos! ¡Gracias! — respondió Sihyeon — Oye Jiwon — musitó —, debemos irnos. — dijo tomando su mano y corriendo hacia el jardín de lilas, así como abril y marzo se adentran a la primavera.

Jiwon no podía explicar lo que Sihyeon provocaba en ella. Su corazón permanecía inhibido, anhelando que una ola de amor fluyera en su dirección. Incapaz de percatarse del huracán de sentimientos que ha estado acariciando sus sentidos, esperando una respuesta.

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⠀𝑱𝒂𝒓𝒅𝒊𝒏 𝒅𝒆 𝑺𝒖𝒔𝒑𝒊𝒓𝒐𝒔 ִֶָ  𝐸𝑣𝑒𝑟𝑔𝑙𝑜𝑤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora