Kim Sihyeon se niega a aceptar lo que siente por su inexperta mejor amiga Park Jiwon, hasta el día en que aparece el capitán del equipo de básquetbol.
Ambas se encontrarán en una redada de sentimientos que les hará darse cuenta que son más cercanas...
Era una tranquila mañana, se podía sentir el olor a amapolas y margaritas, la suave brisa esparcia la frangancia de los puestos de café recien abiertos y del pan recién horneado. Ya se podía sentir el inicio de la primavera en su más grande esplendor.
Pero entre los transeúntes esa calma era interrumpida por una joven que corría con notable prisa.
— ¡Espere!
La chica pasaba entre la gente disculpándose constantemente con cada persona con la que colisionaba.
— ¡Por favor espere!
Era fácil darse cuenta de lo que sucedia, la pobre jovencita del listón azul que sostenía su rubio cabello intentaba alcanzar un autobús. Lo cual era difícil con la maleta que llevaba y con la falda de su traje de porrista color blanco y azul, ya que tenía que tapar su parte trasera con la mano derecha para evitar que está se levantara mientras corría, y con la izquierda trataba de llamar la atención del conductor.
Finalmente se detuvo y la chica logró subir lo más rápido que pudo.
— ¡Muchas gracias! Buenos días.
— Ajá.
Se sentó en los últimos asientos del automóvil intentando estar lo más alejada del frío saludo del chófer.
Le gustaba esa parte del día, ver hacia la ventana sin preocupaciones mientras escuchaba a su artista favorito antes de llegar al colegio.
Iban a practicar una difícil rutina para el gran juego que se avecinaba, el medio tiempo era de las partes más importantes para el cuadro de porristas. Se encontraba emocionaba ya que la entrenadora le había permitido ser parte de la coreografía, tal era su alegría que no logró dormir hasta la madrugada pensando en los pasos que iba a incorporar, razón por la cuál no se logró despertar a tiempo.
Pero no iba a dejar que eso arruinará su gran día, además, ya había una persona muy especial esperando su llegada.
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