Capítulo 12: Un día

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—"Cuando era pequeño me gustaba el color azul, lo amaba, tenía todo mi guardarropa azul. Recuerdo que mi madre me decía que me convertiría en un pitufo si seguía así, así que mamá, mírame no soy un pitufo."— río mostrando sus hoyuelos tras la pantalla.

—"Adoraba ser chiquito, ver a los cangrejos correr de lado, su color rojizo y los destellos marrones eran lo que a esa edad mis ojos percibían, era inocente sin algún mal que quisiera hacer, en las mañanas salía con mi mamá, muy, muy, pero muy temprano para recolectar las flores para hacer las entregas del día"— recordó con amor.

—"Nunca había deseado algo, ni pedido que me regalen algo, construí mis sueños y mis metas, pero puedo decir que todo se había ido a un tacho cuando estuve a punto de perderlo, no conocía el miedo a ese punto hasta que piso ese avión"— hablo mientras secaba una lagrima tomó la mano de su nuevo esposo.

Las lágrimas comenzaron a salir con más énfasis, recordar ese momento generaba un hoyo en su pecho, los años pasados creía que ese dolor era el más fuerte que iba a sentir, pero se equivocó completamente.

Los años pasaban y él prometió que volvería, las flores seguían donde las dejo, las risas aún se escuchaban entre las paredes que fueron testigos del amor que vivieron tantos años.

El video que repetía incontables veces del día de su boda no podía dejarla ir tan rápido, aún no.

Él podía sentir como las grandes manos morenas le sostenían la cara, borrando las gotas de lágrimas que escapaban diciéndole que aun así se veía hermoso.

Lo iba a esperar, lo esperaría por siempre.

Las mañanas se hacían largas y las noches interminables, el sofá de una sola persona lo había movido cerca de la puerta, se preparaba un café cargado para resistir y poder seguir esperando.

El cansancio lo llenaba y arrastro sus pierdas delgaduchas hacía el cuarto que una vez compartieron ambos hombres. La obscuridad lo recibió y las sombras de varios niños corriendo le trajeron recuerdos dolorosos.

Tampoco estaban ellos.

¿Cómo es que ahora se encontraba solo y sin alguna caricia?

Los Te amo con los que siempre levantaba ahora eran suplantados por una cama vacía y sin calor alguno, había un vacío, varias veces le había rogado a su esposo para que no lo aplaste mientras duerme y, ahora no estaba ni siquiera él.

La tela se sentía pesada y el olor de su perfume ya se había disipado completamente, el timbre de puerta comenzó sonar y pensaba que era tan despacio que podría morir con ese simple vibrato.

Su cuerpo blanco, ahora carecía de ese tono rosáceo que le daba vida, en sus ojos se veían grandes bolsas y ojeras pesadas negras, Jin parecía un muerto andante sus flacuchas manos colgaban y en sus piernas no había muslos algunos que le den la exquisita figura que en sus años de gloria todo el mundo amaba.

Abrió la puerta lentamente donde un hombre alto, bajo de peso y moreno se encontraba parado, se podría decir que se encontraba mejor que Jin, pero les estuviera mintiendo, las gafas negras cubrían el opaco de sus ojos y el resto de lágrimas secas que en algún momento cayeron en sus ojos.

—"Namjoon"— hablo expulsando el aire que no sabía que contenía.

—"Seokjin"— contestó con la boca seca y sin ganas.

—"Yo... Yo vengo por mis cosas"— susurro el moreno.

—"Todo está como lo dejaste"— contesto ahogado.

Quería rogarle que se quedara, que hablaran las cosas, que eso que paso no se repetiría, quería decirle tantas cosas, tantas escusas, aún no sabía cómo es que se había enamorado de él, pero lo había hecho y ahora extrañaba sentir sus manos grandes y duras agarrándolo con posesión, extrañaba prepararle el desayuno para que vaya a su trabajo o su almuerzo y yendo hasta la empresa de él a sorprenderlo con una nueva comida, extrañaba su voz, su piel morena que contrastaba tan bien con la blanquecina de él.

♡ Inefable ♡ NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora