138 | Pídele perdón por mi

Începe de la început
                                    

— ¿Estás segura de que no podemos dividirnos más?

Niego — menos equipo, menos poder. Seremos doscientos por equipo, menos es un suicidio y no podemos dejar que nadie escape.

— ¿Qué ocurre si un equipo cae?

La pregunta se queda suspendida en el aire por un momento. Es Luzbel quien la ha hecho, no quiero responder pero es obvio que debo hacerlo. Hyung también siente curiosidad por ella.

— Depende de quién caiga — aclaro — si es mi equipo, dos de los grupos más cercanos a mí, tendréis que reagruparos e ir a por las bases que no haya podido acabar porque me estoy encargando de las cuatro principales. Pero — me detengo un segundo observando el mapa — si es otro equipo, tendréis que ignorar esa base hasta el final. Una vez el resto de equipos haya acabado con las tres que les pertoca, podréis atacar las que falten, tras una nueva reorganización.

— En resumen, nos estás pidiendo que te dejemos morir y solo en el caso de que te maten estamos autorizados a reagruparnos — gruñe Camille, siento la molestia en su voz.

— Os estoy pidiendo que penséis en todos esos niños encerrados de la misma forma en la que lo estuvimos nosotros. Si fallo, buscáis la forma de ganar. Y si no lo hago, entonces seguís adelante hasta el final incluso si vuestros compañeros os suplican que vayáis a ayudarlos porque los están matando. Ya hemos hablado de esto antes. Tenéis que entender que la moral y el cariño que os tenéis los unos a los otros debe desaparecer.

El silencio en la sala logra molestarme incluso a mi — será mejor que lo dejemos por hoy — susurra Camille.

Luzbel es el primero en abandonar la sala con la rabia destilando a través de sus poros. Se exactamente aquello que le molesta. Pero no lo sigo, no hay nada reconfortante que pueda decirle. En su lugar salgo hacia el campo de entrenamiento para encontrarme a Alice de pie, enseñándole a una de las chicas a abrir las puertas dobles acorazadas que logramos conseguir. Como vamos a dividirnos en equipos, ella debe transmitir sus conocimientos a otros jóvenes con tal de asegurar un punto mas a nuestro favor.

— Ángel — sonríe en cuanto me acerco.

Su silla, ahora vacía porque está de pie, ayudando a una chica de ojos rasgados y cabello negro, descansa a escasos metros de ella.

— Te dije que te sentaras — gruño.

Ella borra la sonrisa de su cara y suspira — ya estoy bien.

Pero estuvo a punto de morir.

— Alice no te obedece en nada — gruñe Hunter antes de que empiece a regañarla. Ha aparecido a mi lado sin que pueda notarle siquiera — por eso no deberías prestarle tanta atención.

— Cállate Hunter — gruñe Alice mientras se tira a mis brazos para demostrar que ella es quien me tiene pero Hunter le imita y acabamos los tres sobre la arena mientras intento librarme de ellos.

Esto me recuerda a los viejos tiempos, a cuando pensábamos que realmente se había acabado y podríamos ser felices.

Todos ellos merecían ser felices.

🥀🥀🥀

Uno mis manos, cerradas en dos puños, con dos suaves toques activo el mecanismo capaz de expulsar dos barras de hierro hasta mis manos, cruzando mis muñecas una sobre la otra, espero a recibir el frío metal y lo tomo entre mis dedos. El cableado de pequeñas fibras metálicas chirría cuando enciendo el fuego de los látigos que extraigo y van reaccionando al oxígeno a medida que vuelan en dirección al suelo, formando una "x".

Sumisa ©Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum