HOMONCULOUS |Era de los Merodeadores [ESPAÑOL]

Chapter Twenty-Nine

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Había algo acerca de Elspeth Hayes que siempre ponía contento a Sirius cuando pensaba en ella. Ya fuera ser testigo de su actitud hacia otros que necesitaban de un golpe de realidad o su habilidad para mantener su cabeza en alto, a pesar de que parecía estar caminando por su propia y personal versión del infierno. Había algo acerca de la chica que continuaba atrayendo a Sirius, pero el hecho era que, aunque habían estado saliendo por un par de meses, aún no sabía mucho sobre ella.

Conocía piezas de información sobre ella, cosas pequeñas sobre sus padres o sus comidas favoritas. También sabía que una de sus primas se suicidó por haber sido contagiada con licantropía después de un ataque de un hombre lobo porque ya no podría ser un Auror, pero eso sólo lo supo por Remus. Era seguro decir que Elspeth era una de esas personas que era muy abierta sobre quién era como persona y en lo que creía, pero muy secretiva sobre lo que hizo que pensara de la forma en la que lo hacía o que hizo que se convirtiera en la persona que quería ser.

Aunque nadie había traído a colación el que Elspeth podía evitar la detección en el mapa en un buen tiempo, Sirius estaba seguro de que aún estaba en el fondo de sus mentes. Tenía suficiente respeto para guardárselo, pero estaba extremadamente curioso siempre que pensaba en ello porque, cómo era posible.

Había algo más que estaba molestando a Sirius y era el hecho de que parecía que Elspeth no estaba durmiendo bien. Aunque fuera testigo de lo seguido que tomaba una siesta acurrucada a su lado, cada que despertaba lucía más cansada que antes. No entendía y cuando le preguntaba sobre qué soñaba, le decía que no era nada importante. Estaba empezando a creer que Elspeth estaba sufriendo de algún tipo de terror nocturno.

Pero si no hablaba sobre ello, ¿qué podría hacer el chico?

Quizá no podría llamarse un genio, pero Sirius pensó en una forma de arrinconarla para conseguir un poco de información, mientras se divertían.

―Eres muy fan de estos armarios de escobas, ¿no? ―rió Elspeth en la oscuridad, haciéndole sonreír.

―Bueno, me dan una buena excusa para estar cerca tuyo considerando que es muy apretado aquí dentro ―le dijo y segundos después la escuchó bostezar, lo que de inmediato bajó los ánimos―. ¿Estás cansada?

―¿Hmm? ¿Qué? No ―dijo rápidamente―, bueno, ya sabes, estoy despertando de la clase del Profesor Binns, es todo. Ese fantasma puede poner a cualquiera a dormir...

Intentó acercarlo para besarlo, pero Sirius la detuvo al último momento.

―El, estoy preocupado por ti ―confesó y, después de unos momentos, no había nada más que silencio en el armario. Él podía escuchar sus pies moviéndose, estando al tanto de que había creado una incómoda tensión. Pasar de besarse a hablar de sus preocupaciones, puede que no fuera lo que la chica estaba esperando en ese momento.