Chapter Twenty-Eight

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Elspeth tomó varios pasos lejos de los dementores, sabiendo muy bien de lo que eran capaces. Sus padres le informaron hacia mucho sobre los guardias de Azkaban, y en ningún momento desde que supo sobre su conexión con Hades, pensó que habría una conexión entre el dios y las criaturas. Aunque ahora que estaba ahí, tenía sentido. Las criaturas estaban diseñadas para succionar el alma de una persona, dejándolos en el más desolado de los estados como castigo, una vez fueran tocados por el beso del dementor. Hades, por supuesto, no se veía preocupado en lo absoluto, en especial con los dementores acercándose.

La chica estaba prácticamente trepando el dios para evitar a los dementores que se le acercaban, lo que hizo que Hades se riera, viéndola.

―Disculpa, ¡pero dudo que esto sea gracioso! ―dijo en su dirección.

―Lo es para mí porque obviamente no escuchaste ni una palabra de lo que te dije antes, típico ―murmuró Hades lo último entre dientes―. Te informé antes de que nos moviéramos que conocerías sobre qué tienes poder, además de la manipulación de sombras. ¿Por qué te traería hacia algo que podría lastimarte?

―¿Eres el dios del Inframundo y en serio me estás preguntando eso? ―respondió Elspeth―. Hay muchas cosas por aquí que podrían lastimarme. ¡Podría ser un hueso de juguete o un aperitivo para Cerbero!

―Oh, Cerbero no te lastimaría ―Hades sacudió la cabeza―, a menos que le dijera que lo hiciera.

―Eso no me hace sentir mejor ―susurró―, para nada.

Sin embargo, a Hades no parecía importarle realmente su estado de temor, empujando a Elspeth hacia el grupo de dementores que estaban agrupados. Lo más atemorizante de ellos era que, en el Inframundo, no usaban sus capas, revelando la aterradora imagen de lo que estaba debajo de sus túnicas.

Su roñosa piel era gris, alzándose sobre ella desde el suelo hasta tres metros de altura. Similar a un cadáver descomponiéndose, lucían como si se estuvieran extinguiendo. Las cuencas de sus ojos estaban vacías, dando una vista a una oscuridad tan escalofriante que Elspeth podía sentir que la estaban viendo, aunque no tuvieran ojos. Al acercarse, gracias a Hades, la estaban viendo, sus bocas estaban abiertas, revelando un pozo infernal.

―¿Qué son los dementores? ―preguntó Elspeth a Hades, con un firme agarre en la túnicas del dios, como si fueran una manta de seguridad.

―Buena pregunta, Elspeth ―Hades dijo, quedándose ambos de pie, los dementores actuaban como perros guardianes, esperando por instrucciones, esperando que les dieran el permiso de atacar. Sin embargo, no iba a demandar tal cosa, estaba bastante complacido de que alguien haya preguntado―. Los humanos son extraños, ¿no es así?

Elspeth miró alrededor, preguntándose si era una pregunta retórica al inicio antes de dar un pequeño asentimiento con su cabeza.

―Son extraños, creyendo que los dioses tienen toda esta ira hacia ellos cuando en realidad, son ellos los que contienen toda esta ira hacia los otros y hacia sí mismos. ¿Alguna vez te has encontrado odiándote a ti misma, Elspeth?

HOMONCULOUS |Era de los Merodeadores [ESPAÑOL]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant