Amy

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Matt:

El hambre y el frío se apoderaban de mí, mi llanto no cesaba y a mi madre eso no parecía importarle. No al menos como a mí me gustaría.

—¡Por un demonio, Matt, deja de llorar! —gritó enfurecida. Su grito, me había hecho llorar aún más.

—Mami, no le grites a mi hermanito. —Por fin había escuchado hablar a aquella pequeña niña. Quién se acercó a mi cuna y me miró con detenimiento.

—¡Tú cierra la maldita boca, que ya tengo suficiente con escuchar a este mocoso llorar todo el día!

—Mami, mi hermanito tiene hambre... —dijo la niña al borde del llanto.

—¡Pues si te crees capaz, hazle entender a tu hermano que tu padre no me ha dado ni un centavo y que yo sigo sin trabajo! —La niña no pudo más con los gritos. Estalló en llanto, al igual que yo, pero tuvo el valor de cogerme con gran trabajo y llevarme a otra habitación.

—No llores, hermanito. Papi nos traerá comida —me dijo limpiando sus lágrimas, luego de ponerme sobre lo que parecía ser un colchón.

—¿¡Y quién te dijo que podías sacar a tu hermano de su cuna!? —El llanto de la niña y los golpes sobre su pequeño cuerpo, inundaron mis oídos. Al mismo tiempo que a mi cabeza venían imágenes de esa chica del club.

Me incorporé de golpe. Mi cuerpo sudaba y mi pecho ascendía y descendía.

—Vera... Vera... —Ansioso, cogí mi celular, busqué el contacto de mi terapeuta y marqué.

*El número que usted marcó está ocupado*

—Mierda. —¿A quién más podía contarle esto?—. Zacky... —Busqué su contacto y antes de que pudiera presionar el botón de "llamar", una llamada de Zacky entró. ¿Acaso lo había llamado por telepatía?

—Hermano...
—Hermano, estoy en el hospital de aquí de Nueva York...
—¿¡Qué!?
—Eh, eh, eh, tranquilo, que estoy bien. Sólo una costilla rota y la presión arterial ligeramente baja. Pero te llamo porque necesito que vayas a las oficinas de la policía.
—¿Pa-para qué? ¿Por qué tienes una costilla rota?, ¿Qué haces aquí, no estabas en California? Hermano, necesito contarte algo y necesito respuestas.
—Hermano, tienes qué ir. Confía en mí. Le dije a Bristol que te recibiera.
—Pero...
—Sólo hazlo... y no vayas solo.
—Está bien, pero... —Zacky terminó la llamada.

Aparté las sábanas de mi cuerpo, me levanté y me puse los primeros jeans y la primera camiseta que hallé. Cogí las llaves de mi automóvil y salí de mi apartamento.

Me detuve en seco, justo enfrente del apartamento de Blake, recordando que Zacky me había dicho que no fuera solo. Seguía sin entender por qué. Pero algo me decía que Blake era la mejor acompañante para mí, ahora. Sin pensarlo más, llamé a su puerta.

—Oh, hola Matt... —saludó Blake al abrir la puerta.

—¿Estás ocupada?

—Ahm... iba a salir a correr con Coco. —Una vez que la puerta estuvo totalmente abierta, pude notar que Blake llevaba su ropa deportiva puesta.

—Entiendo, descuida...

—Matt, espera. —Sostuvo mi muñeca derecha impidiendo que avanzara—. ¿Qué sucede? Te veo preocupado.

—Zacky me dijo que necesitaba ir a las oficinas de la policía.

—¿Para qué? —Frunció el entrecejo.

—No lo sé, pero me pidió que no fuera solo y por eso vine... Pero entiendo que tengas cosas qué hacer.

—Matt, ir a correr no es importante. Voy contigo...

Set Me FreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora