008- Maquiavelo.

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Fue tanto el shock de ver aquello, que la antigua princesa de Corona permaneció parada en su lugar viendo como aquellos hombres eran sacados de la plaza para cumplir con su condena, vio como la sangre de que los había vendido por una oportunidad era limpiada, y realmente no sabia que la estaba llevando a ello, ni mucho menos sabía que era lo que iba a decirle, pero corrió por el castillo hacia donde sabía estaba.

Algunos de los sirvientes la trataron de detener, pero fue inútil, Jennie no se detendría hasta hablar de frente con ella.

Las puertas del despacho fueron abiertas de golpe, y Jennie vio al rey sentado en una de las sillas leyendo un libro como si lo que había pasado no hubiera sucedido, aquello enfureció a Jennie, ¡un hombre había muerto y otros seis sufrirían toda su vida!

- ¿¡Quien te crees que eres para tratar a todos de aquella manera!? - la ira no le dejaba ver a Jennie que en realidad pudiera haber mas, que la condena en sus palabras.

El rey no pareció importarle que alguien le estuviera gritando, en realidad solo podía pensar que Jennie comenzaba a buscarla - ¿Podrías no gritar? Soy capaz de escucharte perfectamente.

El rostro apacible de Lisa solo la hacia enfurecer cada vez mas.

- Siéntate.

Se imagino que nadie había desobedecido una orden del rey delante de el, por lo que Jennie se jactaba de ser la primera en hacerlo, y permaneció en su lugar.

Por un momento Lisa pensó en engatusarla para hacerla sentarse, no podía dejar de desear compartir con ella esa intimidad, pero por el momento solo haría que quitara aquella mirada, que aunque le encantaba como se veía enojada, con sus mejillas infladas, y el rojo de su rostro solo acentuaba su belleza, no quería ser la causante de ella.

- Dime Jennie, ¿que esperabas que hiciera?

Y aunque por un momento Jennie se permito permanecer escéptica, en realidad nunca en su corta vida le habían pedido opinión, ni siquiera que diera su punto de vista, por lo que lo que hacía aquel rey delante de ella le sorprendió demasiado.

- No... No lo sé... Pero lo que hiciste fue excesivo.

Lisa sonrió, y de una pequeña caja de porcelana que tenía una mesa a un lado de su silla tomo un pequeño pedazo de chocolate, le ofreció a Jennie, pero esta se rehusó a caer en aquella trampa del rey.

- ¿Sabes lo que es la coercitividad?

Al ver al rey tan relajado y propenso a explicarle, le empezaba a relajar a la antigua princesa, pero respondió la pregunta negando con la cabeza.

- La coercitividad, es la acción del estado, yo, para que el pueblo se comporte como debe de hacerlo. - Lisa se levantó de su asiento y camino por su despacho. - Me imagino, que eres partidaria de los derechos del hombre, como los que inspiraron la revolución francesa.

Aquella revolución, como casi todas las que habían pasado en los últimos años, hicieron que más de una corona reconsiderara su postura para con el pueblo.

- Si, todos lo hombres tienen derechos.

- Exactamente. - la respuesta del rey, hizo preguntarse hacia donde quería llegar. - ¿Sabes lo que habían hecho aquellos hombres?, Quemaron un par de granjas, mataron a los hombres que había ahí, y violaron a sus mujeres, ahora, los derechos de los delincuentes, ¿valen más que los de las víctimas?

Jennie no sabía que responder.

- Si yo hubiera dejado sin castigo a esos hombres, ¿que haría que los demás no hicieran lo mismo?, ¿Que los detendría de matar, robar, y de más?

- Pero fue excesivo. - La antigua valentía que sentía Jennie, iba desapareciendo poco a poco, y Lisa lo sabía.

- Lo se, pero era necesario.

- ¿Necesario?

Ver a Jennie tan vulnerable, verla nerviosa, jugando con sus manos, solo hacia que el deseo de acercarse a ella y tomar lo que por derecho le pertenecía se hiciera cada vez más fuerte.

Lisa no podía resistirlo por mas tiempo, se acerco a ella, puso su mano en su cintura e hizo que la poca distancia que las separaba desapareciera por completo. Jennie permaneció en shock, sintiendo como su corazón golpeaba su pecho con fuerza, sintiendo como las manos del rey la sostenían impidiendo que se moviera.

- Completamente necesario.

El rey acerco su nariz al cuello de Jennie, aspirando la sube esencia de su piel, sintiendo como su toque hacia estremecer a Jennie, con sus manos tomo la delgada cintura de Jennie y la hizo caminar junto con ella hasta que sus piernas tocaron el asiento de su silla, se entro y jalo a Jennie para que estuviera sobre suyo.

Jennie no tuvo la fuerza para detener al rey, fue como si de pronto su conciencia y razón se hubieran esfumado y solo pudiera sucumbir ante la voluntad del rey, ella también anhelaba poder sentirla, sus manos hormigueaban de tan solo pensarlo, sus dos piernas enjaularon a las del rey y se sentó sobre de sus rodillas, nunca había visto aquella intensidad en alguien era como si los ojos del monarca le dijeran lo mucho que la anhelaba, ser la causante de aquella mirada le hizo perder la poca fuerza que aún tenía, teniendo que tomar algo para no caer, tomo de los hombros al rey, sintiendo como la respiración de este era al igual que la propia, sumamente pesada.

El rey podía ver como Jennie, abría sus labios tratando de respirar, acercó sus labios a los de ella, dejando que se apartara si así lo quería, dejando que ella tomara su oportunidad, pues dentro de sus mentes, ambas sabían que una vez se besaran, cambiaría todo, y ya no habría vuelta atrás...

Y Jennie la beso...

Primero siendo solo un toque tierno, sintiendo como los labios de la contraria solo se movían tímidamente. Pero el autocontrol que tenían el rey, desapareció apenas sintiendo como Jennie abría sus labios, e introdujo su lengua dentro de ella, deseando dejar su esencia en ella, el nuevo invitado en su boca hacia que la mente de Jennie se nublará, la punta de la lengua del rey acaricio el paladar de Jennie, provocando que esta sintiera como su centro se humedecía, ella agradeció no estar parada pues sentía como sus piernas perdían fuerza.

Las manos del rey acariciaron los costados de Jennie, sintiendo como la tela se interponía entre ella y su deseo de poseerla, sus traviesas manos subieron hasta la parte baja de sus pechos, mientras que su boca abandonaba la suya y besaba sus cuello, sintiendo su pulso a mil por hora.

En la nebulosa que era la mente de Jennie solo había un solo pensamiento.

Lisa sintió como de pronto Jennie se separo de ella, estaba por exigir regresara, pero al ver su rostro ruborizado, y verla morderse el labio, el rey se mantuvo en silencio.

- Si yo soy tuya, ¿tu eres mía?

Lisa sonrío y la tomo de sus mejillas, dejando un suave beso sobre sus labios.

- Toda tuya.

El Rey. | Jenlisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora