04. COINCIDENCIAS

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Eres la luz, eres la noche
eres el color de mi sangre
Eres la cura, eres el dolor
eres lo único que quiero tocar
Nunca pensé que podía significar tanto... tanto.
***


ASIER

Llegamos al billar cuando ya está oscureciendo y Fidel estaciona en un lugar algo alejado de la entrada; el grupo de gente al que invitó también va llegando a la par que nosotros.

—Bueno, aquí estamos —exclama entusiasmado. Yo me arrepiento casi de inmediato de haber aceptado a venir. Sonríe viendo hacia el frente y luego me mira a mí con las cejas elevadas y una mueca burlona—. Hoy pego con la pelirroja. —Suelta una carcajada por su chiste, al cual no le entiendo, y luego baja del auto y comienza a caminar hacia el interior del lugar.

Frunzo el ceño sin saber de lo que habla y bajo del coche para alcanzarlo y no quedarme atrás. Mi mejor amigo puede ser algo extraño a veces. A pesar de que sé que hay gente que conozco dentro, no hablo con muchos de ellos y prefiero que Fidel no se vaya y me deje solo por irse a buscar con quien ligar. O sí, que se vaya mejor y no trate de incluirme en los miles de grupos con los que se lleva bien. No soy demasiado sociable o conversador, por lo que no mucha gente me busca para pasar el rato al contrario que mi amigo. ¿Por qué siquiera nos llevamos bien? No tengo idea.

Cruzo el estacionamiento con pasos apresurados, el frío comenzando a hacerse presente, y cuando estoy a punto de entrar al lugar, una mano femenina se posa en la puerta al mismo tiempo que la mía. Giro mi rostro para encontrar a una conocida sonriéndome.

—Hey —susurra al tiempo que empuja la puerta para abrirse paso al interior—. ¿Cómo estás, Asier? Tenía mucho tiempo sin verte.

Sonrío sincero y asiento.

—Estoy bien, gracias. ¿Qué tal tú?

Entramos los dos al oscuro interior del edificio y comenzamos a esquivar gente mientras seguimos hablando. El lugar está bastante lleno, pero no podría ser diferente teniendo en cuenta que es un viernes por la noche. Llegamos a una mesa que acaba de desocuparse y ella toma asiento haciéndome un gesto para que la imite. Estoy por hacerlo, pero antes hago en escaneo rápido por el lugar para tratar de encontrar a Fidel, sin embargo, en lugar de encontrarme con sus ojos, son los de Naira con los que me topo.

Me quedo congelado en el lugar sin poder despegar mis ojos de los suyos y ella eleva la mano para saludarme con una tímida sonrisa en ese lindo rostro. Hago lo mismo consciente de que parezco un tonto solo viéndola de esa manera sin poder hacer otra cosa, solo admirándola, maravillándome con su belleza. Parada ahí en el medio del lugar, parece perdida. Se ve... muy bonita, como siempre, pero fuera de lugar. Cándida. Nada como las demás chicas que llenan el lugar esta noche.

Ella lleva puesta ropa sencilla, casual y para nada llamativa o provocativa, pero mis ojos se sienten atraídos por ella solamente; por la inocencia y sencillez que desprende. Naira no necesita dos kilos de maquillaje ni ropas ceñidas para lograr hipnotizarme; con ser ella misma basta y sobra. Es curioso. Mientras que la mayoría de las chicas que me rodean exudan confianza y sensualidad, Nai destila timidez y ternura.

Estoy planteándome seriamente ir a saludarla, en despojarme del miedo de que me rechace; estoy pensando en acercarme para poder tenerla cerca a pesar del temblor que me recorre y el sudor que estalla en mis palmas solo por pensar en su cercanía, cuando unos delgados dedos toman con delicadeza mi antebrazo. Giro mi rostro y me encuentro con los ojos de Isis, quien sigue esperando que tome asiento a su lado.

Cuando vuelvo a desviar la mirada para ver a la ladrona de mis suspiros, miro a mi amigo Fidel acercándose a ella, quien mira mi antebrazo, justo al lugar donde los dedos de Isis siguen aferrándome. Evoco las palabras de Fidel «Hoy pego con la pelirroja» que unos momentos antes me brindó y recuerdo que Nai es la única pelirroja de la preparatoria, así que es demasiado claro a quién se refería aunque no hubiera captado en ese momento.

Dios... Pero sí que soy lento.

Suspiro con pesar y me siento en la mesa con Isis. Nunca le he dicho a mi amigo el pequeño gran enamoramiento que tengo con ella, con Naira, así que no puedo culparlo por querer hacer algún movimiento hacia ella. Es demasiado bonita y... Bueno, yo no me atrevo a hacer nada. Si a mí amigo también le gusta, ¿qué puedo hacer?

¿Resignarme o luchar por ella?

Escucho a Isis parlotear sobre sus vacaciones en Disneylandia, pero en realidad no presto atención a sus palabras. Sigo pensando en que es una enorme casualidad que mi mejor amigo y yo tengamos algo por la misma chica.

«Coincidencias de la vida.»

Una maldita coincidencia.


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