Mi garganta se queda seca.

—Supongo que tú lo haces con tus sumisos —le digo y trato de dar un par de pasos lejos de ella. Es la hermana de Black, no mi ama.

—Sí lo hago, cuando quiero porque ellos—señala al par de seres que ahora yacen con su posición habitual de perro y con ropa de cuero. Ni siquiera me fijé el momento en que ellos se quitaron los abrigos para exponer lo que en verdad tienen puesto—, me pertenecen, son más que sumisos—se acerca muy peligrosamente a mí —, son mis esclavos—sus labios rozan los míos y todo mi sistema nervioso se dispara.

Mi corazón comienza a latir frenéticamente amenazando con salirse de mi pecho.

Odeth es la versión femenina de Black.

De Edward puedo decir muy poco, ya que solo tuve la oportunidad de hablar con él una vez, en mi escape fallido. Al final todo salió mal.  

—Yo...—comienzo a balbucear —, no sé si tu hermano algún día lo hará conmigo.

Tonta, tonta, tonta.

Es muy cierto cuando dicen que para pendejo no se estudia, y creo que yo soy un gran ejemplo de ello.

¿Cómo pude decirle eso?

Se supone que no pasamos del sexo oral, Black chupa y lame mi coño, y yo hago lo mismo con su polla.

Pero, no le tuve que dar alas a Odeth sobre que Black y yo vamos a follar.

Yo sí quiero, pero mi moral está en juego con tan solo el hecho de imaginar o pensar en Black y yo follando duro.

Ella comienza a reír.

—Pienso que mi hermano tiene muchas cosas planeadas para ti, Maisie —se acerca a mí y me muerde los labios.

¿Qué mierdas acaba de pasar?

Maldita sea, ¿será que le gusto a Odeth?

Mierda, soy un imán de amos.

Odeth me pone muy nerviosa al igual que su hermano.

—Tu hermano se va a molestar contigo si haces eso otra vez—advierto. La verdad, me da igual si me vuelve a morder o no, el problema es Black que es malditamente posesivo.

—No creo que se entere y si se entera yo misma me las arreglo—se encoge de hombros.

Comenzamos a caminar hacia una de las mesas.

Llega una mesera vestida en cuero.

¿Acaso todos aquí tienen un fetiche con las ropas de cuero?

—Un gusto verla, señorita Black —dice ella, como si fuera un robot. La mesera mantiene la mirada en el piso como la jodida sumisa que es.

—El placer es mío, mi zorra hermosa—Odeth aprovecha para pasar su mano por encima de la ropa de la mesera.

Ella toca por encima de la vagina de la otra, y reprime un gemido.

Maldita sea, los Black no conocen lo que es la decencia. Son todo lo contrario a ello.

—Ya sabes que ni siquiera tienes que hacer el intento de gemir—chasquea la lengua y su mirada se oscurece, haciendo que ese rostro perfecto de revista, parezca uno pura perversión—. Eres una mala chica—sus manos hacen presión en los senos de la mesera y ella en vez de tener dolor, parece como si siente placer.

Veo como hace el esfuerzo para no gemir.

Así como me hace gemir Black.

—Así me gusta, que seas una chica buena—ella le sonríe de una forma perversa.

INEFABLE Where stories live. Discover now