Desconocido
Empecemos, te daré una pista de donde estoy, es uno de los primeros lugares en los que se llevan las mercancías de importación y exportación, tienen dos horas para encontrarme o en cambio encontrarán un cuerpo sin vida.

Les dos el teléfono a mis amigos para que lean lo que nos dijimos y ellos se miran, eso es confuso y es por la simple razón de que esas cosas suceden de tres distintas formas en la ciudad, sabe jugar bien.

—Mierda –murmura Mauro.

—Son tres: el aeropuerto, embarcaciones y el tren, solo hay un aeropuerto, dos estaciones de trenes y dos muelles de comercio –enumera Klaus sacando su teléfono –creo que debemos separarnos, es la única alternativa para lograrlo encontrar en dos horas.

—¿Me estás jodiendo no? –le digo con el ceño fruncido.

—Sabes que es la única opción –me mira directo a los ojos, suspiro.

—Voy a la primera estación de trenes –digo pidiendo mi lugar.

Al final quedamos de acuerdo en lo siguiente; Nadia iría al aeropuerto, Adeline a la segunda estación, yo a la primera, Mauro al muelle de embarcaciones principales y Klaus al otro que vendría siendo el secundario. Nos despedimos deseándonos suerte, espero que nada malo nos pase y debíamos estar pendientes a nuestros relojes digitales que serían nuestros woki tokis para comunicarlos e informarnos.

Me alegra que todos hayamos venido en nuestros autos por individual, pise el acelerador hasta el fondo, debo llegar a ese lugar y revisarlo por completo, juro por Dios que no me perdonaría que le pasara algo a alguno de ellos, así que tratare de hacerlo rápido y bien para poder ir con otro a ayudarlo.

Llegue al lugar, baje al subterráneo corriendo, había muchas personas, el próximo tren saldría en 15 minutos, entré en él sin que se dieran cuenta y fui recorriendo vagón por vagón, "mierda, no hay nada", nada sospecho, nada conocido, salí y revisé todo lo que podía y donde pensé que podría encontrar algo, este lugar no es el correcto.

—No, aquí no hay nada –digo a través de mi reloj, escucho la afirmación de todos sobre que había llegado mi mensaje, me tardé 30 minutos en buscar –voy a la segunda estación que me queda más cerca –les digo.

No espere respuesta y salí de allí, no quiero que le pase nada malo a nadie, ni a mis amigos ni a una persona inocente, volví a acelerar para que el camino se me haga corto, me demore unos 8 minutos en llegar, Adeline estaba saliendo de él cuando al fin había llegado, salí del auto y la miré.

—¿Por qué no avisaste que terminaste? –le pregunto confundida.

—Sí lo hice, tú no respondiste –dice regañándome.

Supongo que me distraje en mis pensamientos, un sonido en mi reloj llamo mi atención y la de Adeline el de ella, pude identificar que era Klaus que hablaba alterado.

—Lo encontré, chicos encontré a la persona, está en uno de los almac... –escuche un disparo y me congele por completo, esto no puede ser.





Klaus


El muelle que me tocaba revisar quedaba un poco lejos de la universidad a unos 30 minutos para ser exactos, el camino se me hizo más corto por la velocidad que tomé para llegar a él, en 15 minutos ya había llegado a él. La zona estaba extrañamente algo desolada, los muelles son la zona más concurrida para la exportación e importación de mercancía por eso decidí que Mauro y yo debíamos revisarlos y no las chicas.

Estacioné el auto y salí de él, esto es amplio consta de unos 16 almacenes, los cuales no son para nada pequeños, en el muelle están tres barcos que supongo recién llegaron con mercancía nueva, tomé mi tiempo para revisar primero los barcos, solo uno tenía seguridad y apenas me dejaron pasar.

En los barcos no había nada, absolutamente nada inusual, cuando iba a revisar el primer almacén escuché a Sara por el reloj decir que no encontró nada en la estación de trenes y eso me alegro, no quiero que le pase algo. El primer almacén estaba vacío a lo literal, no tenía ningún contenido, el segundo tenía cargamentos de pescados y nadie estaba ahí, seguí revisando, cuando iba para el tercero mi reloj me distrajo.

—Terminé de buscar, no encontré nada –dice Adeline, todos afirmamos el haberla escuchado menos Sara.

Adeline me genera confianza, desde que puede escucharla hablar me la generó, tiene una pizca de misterio que atrae y hace que quieras saber todo sobre ella, por esa razón la investigo un poco desde hace unos días. Seguí revisando y llegué al sexto almacén, mis sentidos se activaron cuando vi a una chica atada de manos y pies, y también amordazada.

—Lo encontré, chicos encontré a la persona, está en uno de los almac... –no logre terminar la oración porque un disparo impacto en mi abdomen, caí de rodillas en el suelo.

Una silueta está delante de mí, está totalmente vestido de azul marino, de apoco terminé acostado en el suelo mirando donde estaba la chica, si no fuera por el pasamontaña que cubría su rostro juraría que estaba sonriendo por sus ojos brillantes. Se acercó a la chica y sacó un cuchillo de su chaqueta para proceder a degollarla frente a mí, quería levantarme a detenerlo, pero no ponía, no tengo fuerzas ni para hablar.

A lo lejos escuchaba sonidos de personas aproximándose, lo descubrirían justo ahí, él limpió el cuchillo con la camiseta que tenía la chica quitándole la sangre de él y entrándolo una vez más en su chaqueta, mi cuerpo está lleno de rabia, impotencia y dolor.

La chica estaba muerta, lo sé, llegaron personas que había visto afuera en el muelle, algunos llegaron a donde mí y otros donde la chica, uno de los hombres colocó sus dos manos sobre mi herida de bala presionándola fuerte para evitar que más sangre fluyera, el asesino escapó otra vez.

—Llamen una ambulancia, el chico está vivo –escucho que gritan a lo lejos.

No soporto mucho el dolor, en ese momento todo se convirtió en lapsos de tiempo con la oscuridad y la realidad, no sabía que tanto pasaba cuando estaba en lo oscuro y cuando regresaba, estuve en lo oscuro hasta que sentí que me subían a algo, regresé a la realidad y estaba siendo trasladado en una camilla, vi a Sara correr hasta mí con lágrimas saliendo de sus hermosos ojos cafés, quería decirle que todo estaría bien, pero no podía, finalmente todo estuvo oscuro otra vez.


***


El sonido de unas máquinas me molestaba, era irritante como venía y se iba aquel pip que hacía, abrí despacio mis ojos para que se pudieran acostumbrar a la iluminación, una habitación blanca me dio la bienvenida a la realidad, supongo que estaba en el hospital, no hay nadie conmigo o eso suponía hasta que vi los asientos qué hay a cada uno de mis lados, en el izquierdo estaba mi padre y en el derecho Sara, se veían agotados.

Quería incorporarme en la cama, pero no tenía la suficiente fuerza y el dolor me invadía de una manera increíble el cuerpo, gruñí por mi insuficiencia y creo que generé mucho ruido porque las dos personas que estaban ahí cuidando de mí se despertaron.

—Ya despertaste, ¿estás bien? –dice Sara preocupada.

—Llamaré a una enfermera para que te revise –dice mi padre antes de salir de la habitación, Sara me mira con culpa.

—No –le digo reprendiéndola –no me mires así que no es tu culpa –le digo tomando su mano.

—Sí yo no hubiera propuesto ir detrás del asesino no estaríamos metidos en lo que estamos y tú no estarías en esa cama –dice con los ojos cristalizados.

—Pequeña recuerda que eres fuerte y yo también lo soy, esto no es nada, estaré de pie una vez más pronto, ¿acaso no recuerdas como me estrelle dos veces con el mismo auto? –le digo para que recuerde y se ría un poco, ella solo asiente y no ríe.

—Eres un terco –me dice tratando de sonreír.

—Aprendí de la mejor terca –le digo acariciando su mano con mi dedo pulgar.

Mi padre regresó con una enfermera, la cual tomó muy en serio su trabajo de revisarme, odio ir a los hospitales porque me recuerdan a mi madre y porque siempre que voy hay agujas y esas no me gustan.

Un Crimen Perfecto (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora