—No soy responsable de nada, admito que quiero encontrar a esa persona, igual que muchos, solo me están utilizando, sino me creen pidan el caso de Thomas Meyer en el bufete de Berlín –les suelto enojada –no me digan ni una mierda que no quiero escucharlos –les digo cuando veo que mi padre iba a hablar –Esmeralda por favor lleva comida para los chicos, gracias.

No espero nada de parte de ellos, salí directo a mi habitación, la sangre me hierve de lo enojada que estoy, se supone que ellos deberían de ser los primeros en creer en mí, es triste que sean más de hechos poco coherentes.

Las siguientes horas las pase con los chicos, Esmeralda nos llevó de comer, manteníamos la puerta cerrada con seguro para que nadie entrara sin aviso previo, después de mucho trabajo teníamos un mapa de la ciudad con todas las zonas en las que se realizaron los homicidios. Me recosté en el suelo resoplando de lo cansada que estaba, los chicos hicieron lo mismo, todo esto fue una total pérdida de tiempo, no habíamos encontrado ni un indicio de una buena zona que eligiera la cabra para asesinar.

No les dije nada y empecé a recoger todo, las cuatro cajas de información volvieron a estar como antes, las metí bajo la cama y dejé el mapa en su lugar en el suelo, tocaron la puerta y la persona que estaba del otro lado se identificó como Giles.

—Ahora apareces –le digo abriéndole la puerta.

—Lo siento pequeña, pero tenía cosas que hacer en el hospital –dice entrando –hola, chicos –los chicos solo hicieron un asentimiento con la cabeza como saludo.

—Al parecer los hospitales siempre son mejores –digo bajándome al suelo para recoger el mapa.

—¿Qué es eso? –dice Giles deteniéndome.

—Un mapa –digo divertida.

—¿Para qué y por qué esas marcas? –los chicos y yo lo miramos –Sara, por Dios, deja de ser testaruda y deja de buscar a un responsable, ¿acaso no ves dónde estás metida? –dice enojado.

—Ni siquiera sabes lo que estás hablando, y si quiero buscar a alguien o algo simplemente lo hago, no me puedes prohibir hacer las cosas, ni mis padres lo han logrado hacer alguna vez –le digo con un enojo creciente.

—Eres una terca.

—Sí lo soy –él respira profundo, no dice más nada, sé que no quiere discutir y que por esa razón salió de la habitación.

Siento enojo, hoy no he sentido más sentimientos que enojo y cansancio, los chicos estaban ahí mirándome, Mauro recogió el mapa y lo coloco en mi mesa de estudio.

—Klaus te espero abajo –le comunica –Sara, cuídate y trata de calmarte, pasa buenas noches –antes de irse dejó un beso en mi frente.

Klaus me miraba desde su asiento en el suelo, él me conoce sabe todo lo que pienso y como me toma el enojo, pero yo también lo conozco a él y justo ahora desde hace días está enojado conmigo, la situación que está ocurrido empeoro su molestia y no sé cómo reaccionará porque nunca lo había visto así.

—Sara, debemos investigar a tu hermano, sospecho algo extraño de él –dice levantándose y acercándose a mí, lo miro como sí le estuviera saliendo un tercer ojo.

—Estás loco sí piensas que él asesina personas, eso iría en contra de todas sus normas –le digo.

—Lo dices porque es tu hermano, pero no debes verlo así al menos por un tiempo –me dice colocando una de sus manos en mi hombro derecho –y debes relajarte, te estás dejando consumir por esto, ya estemos bien entre nosotros –me sonrió bonito haciendo que me relajara.

—Está bien, estemos bien e investiguemos a mi hermano, ya verás que él no tiene nada que ver –le digo devolviéndole la sonrisa.

—Ya veremos, me voy, duerme que te ves fatal –me dice besando mi frente –nos vemos mañana a primera hora, no te dejaré sola en tu cárcel.

—Tú igual descansa –le digo riéndome.

Él se fue dejándome sola, me desvestí y fui a ducharme, pienso hacer algo más productivo que solo descansar, Nadia y Adeline según me informó Klaus hicieron lo que pudieron, yo recordé algo que aprendí de Esmeralda cuando la ayudaba en la jardinería, la mala yerba hay que arrancarla desde la raíz, es decir desde su inicio y eso haré.

Entre los archivos que trajeron estaba el archivo del primer homicidio de la cabra en la ciudad, supuestamente no encontraron ningún video en las cámaras cercanas a la zona donde se cometió, pero tengo un amigo que encontraría hasta la aguja más pequeña en el gran pajar. Cuando terminé de bañarme me cambié con un pijama y me decidí en bajar, con eso ya le daría comienzo a mi plan para salir de la casa, busqué algo de comida en la cocina y me paseé por la casa, no solo eran dos policías, tenía al menos 9 custodiando la maldita casa.

Me senté en el gran sofá de la sala de estar, en eso uno de los policías entra y me observa, yo traía un plato de verduras y salmón, junto a una barra de chocolate, dejé la barra de chocolate a mi lado y empecé a comer lo que traía en el plato, el tipo se quedó observándome y yo no le di importancia, después de unos minutos se retiró.

"Claro que sí, véanme perros porque hoy me desaparezco un rato", me terminé mis verduras y salmón, dejé el plato en la mesa de centro y tomé mi barra de chocolate para degustar lo dulce de la vida, en eso entró otro de los animales y repitió la misma acción que el tipo anterior.

—¿Qué, acaso tengo algo en la cara que me miran así? –le digo antes de darle un mordisco a mi chocolate.

—No, solo la custodio –me causó gracia esa palabra.

—Pues hacen un mal trabajo, pues deberían de ir a dormir conmigo también –le digo burlona y antes de que él me contestara llegó mi madre.

—Sara –me reprendió solo con mi nombre –¿no te irás a dormir? –pregunta.

—Claro, madre –le digo levantándome de mi asiento y tomando el plato de antes.

Pasé por su lado y el policía miraba cada uno de mis movimientos, dejé el plato sucio en el fregadero, tomé unos dulces y jugo de manzana para llevarlos a mi habitación, aquí hay que hacer una buena escena de rebeldía, llegué a mi habitación y cerré la puerta con seguro.

Mientras me terminaba mi chocolate y bebía del jugo recordé lo que Klaus me dijo, es cierto, mi hermano está diferente, su mirada era diferente, necesito investigarlo yo misma antes de que alguien más sepa lo que pasa, siempre él ha sido uno de mis puntos débiles y una de las personas que más amo, quizás sea una perra que aparenta ser fría pero en verdad amo a muchas personas y le tomo afecto rápido a los demás.

Me terminé todos los dulces y el juego, era hora de llamar a mi elemento sorpresa para lo que quiero hacer esta noche, fui hasta el cajón y saqué mi teléfono, lo encendí y rápidamente busqué el nombre de la persona que necesito, le di a marcar, no me tomó la primera llamada, volví a llamarlo y esta vez sí la tomó al tercer tono.

—¿Sara? –su voz se escucha sorprendida.

—La misma que respira –le digo con una sonrisa burlona que no podía ver –necesito tu ayuda, ¿crees poder ofrecérmela?

—Por supuesto, sabes que siempre estoy para ayudarte, y supongo que necesitas de mi silencio también –siempre supone bien.

—Me conoces, te enviaré la ubicación de donde quiero verte, necesito que nadie te vea –le advierto.

—Sabes que soy como un fantasma, nunca estuve y nunca me verán.

—Perfecto, lleva tu computadora.

Cerré la llamada, le envié la ubicación y la hora en la que debe de estar allá, será un poquito tarde ya que necesitaba tiempo para escaparme de esta casa, él tiene mi insólita confianza y ninguno de los chicos lo conoce, me vestí con unos leggins negros, un top deportivo negro, un abrigo negro y zapatos que, por supuesto eran negros, para mí sí quieres pasar desapercibida de noche debías llevar negro.

Ya lista para irme, debía empezar mi estrategia para salir de aquí, con un poco de suerte lo lograría.

Un Crimen Perfecto (libro 1)Where stories live. Discover now