22. Inesperado alojamiento

1.3K 165 187
                                    

—Entonces quieres decir que la herida en tu hombro, que tu celular haya perdido la conexión, que repentinamente vengas a mi casa con tus maletas y que, además, tus ojos estén tan rojos como la nariz de un reno... ¿es porque que te uniste a una organización de caridad y te empezó a atraer un genio hacker?

Jun no creía ni una sola palabra de lo que le decía. Le conté tan convincentemente como pude todo lo que había pasado, exceptuando los detalles de la agencia. Ni una sola mención al agente Jace, ni a Vanderwood, ni a los tipos extraños que atacaban personas ni sobre los asesinatos.

—No puedo decirte el nombre de la organización ni los detalles sobre él, pero tiene una vida complicada y... creo que estoy entendiendo que no importa cuanto trate, Tony no cambiará su forma de pensar. —Así es. Lo había apodado como "Tony" para ocultar el nombre real de Saeyoung.

La expresión de la pelinegra era impasible. Había pasado demasiados años junto a ella para saber que todo eso le parecía un cuento que no era creíble ni para un inocente niño. A veces, deseaba poder tener su capacidad para detectar mentiras y analizar a las personas, pero yo no era así.

Siempre terminaba dejándome guiar por mi instinto y las emociones del momento, me costaba ser racional, no podía. En ese momento pensé en Jumin. Sí, tal vez lo que me hacía falta eran un par de lecciones del maestro de la lógica, también apodado mamá gato.

Mi ánimo empezaba a subir a pesar del tenso ambiente. Sólo sacaba a la luz esa parte de mí con personas cercanas, y también me había comportado así con Saeyoung... al principio. De hecho, estaba tan tranquila que algunas bromas empezaban a fluir inconscientemente.

—Sí que estás rayada, Leonor.

—Podemos hacer una competencia. —Dejé mis maletas a un lado mientras me recostaba cómodamente en el sillón de la sala—. Si gano, me sirves uno de esos dulces jugos de naranja que parecen estar hechos con... polvos especiales. Nunca entendí tu receta.

Jun negó con la cabeza y fijó la mirada en mi equipaje. Yo también giré con rapidez al oír el sonido de una notificación. Eso era... mi ordenador. Había pasado por alto el hecho de que mi laptop estaba justo allí, encendida y lista para ser rastreada por el mismísimo Saeyoung Choi.

"Oye, prometo que estoy respetando tu privacidad. No te he rastreado, no sé dónde estás ahora mismo. ¡Lo juro! Sólo... el sistema operativo del dios Seven no funciona bien si la persona a la que prometió proteger está en peligro. Comunícate conmigo cuando oigas la señal. Bip, bip... ¿bip? ¿Esto sigue grabando? Oh, te mando un maullido a la distancia. Miau... Rawr".

Un mensaje de voz sonó desde mi ordenador. No sé cómo, pero Saeyoung había logrado contactarse conmigo de esa manera. Por supuesto, yo no pensaba contestar. Estaba tan nublada por el enojo que lo único que pude hacer fue cerrar la laptop y volver a guardarla en la maleta.

—¿Dios Seven? ¿Miau? ¿Rawr? —Jun hizo un gesto de confusión—. ¿Con qué clase de niño estás hablando?

Si lo supiera...

Empecé a extrañar las bromas y peleas tontas que tuvimos en la casa de Saeyoung. A pesar de sus rechazos, nunca dejó de mostrarse dispuesto a dar la vida por mí. Quité toda impulsiva idea de regresar, no podía. A pesar de lo mucho que quería... o amaba a Saeyoung, siempre iba a priorizar la integridad de mi familia, al igual que él lo haría con su hermano.

Saeyoung había sobrepasado los límites de mi paciencia al investigar toda esa información. Ahora, de alguna forma, mi familia estaba expuesta. No sabíamos si las computadoras del pelirrojo estaban siendo monitoreadas. No sabíamos si ahora sus datos personales eran más accesibles para otros hackers. El internet era peligroso, y él acababa de complicarlo más.

Represión «Mystic Messenger» [Saeyoung]Where stories live. Discover now