Tuve una vida antes de caer en “seré una bicha y follaré en los cubículos de un baño porque los quiero a todos y cada uno”.
Los recuerdo a todos. Mi primero vez de “algo serio” fue lo más idiota del mundo, de alguien que solo me quería por ser tan estúpida y confiada, perdí mi virginidad. Aparte de que me dolió como el demonio, no tuve mi orgasmo y para la ñapa me dejaron botada.
Una de otra “relación seria” me dejo por otra. Increíble. Según porque él necesitaba cariño y lo último que me dijo estando en la cama con otra fue: “Eres la persona más fría que he conocido en la vida” y dicho esto siguió con el jujú.
El otro muchacho me quería, y cuando digo que me quería incluye la parte de ser una montaña de hielo de la cabeza a los pies, aunque pensándolo bien, quizás, a lo mejor, no me quería porque si tanto me amaba como me lo decía todos los días hubiese regresado por mí, o por lo menos me hubiera visitado una vez al año, pero en vez de eso se fue del país y no volvió más.
Y el último de algo “estable” fui yo quien lo dejó porque ya estaba pensando en entrar al negocio de “En la disco, en el cubículo del baño, dándole duro, una noche, sin cobrar y sin compromiso. Piénsalo.”
Lo mejor de todo esto fue el aprendizaje a que no estoy destinada a estar enamorada, ya que la mayoría del tiempo la cago o me dejan, una de dos, y lo otro es que me he dado cuenta de que mis gustos son lo mejor del planeta, fabuloso.
-Tú no me conoces. – mis manos se encontraban en mi regazo siendo estrujadas una con la otra.
-Claro que lo hago, la cosa es que te miro cuando tú no lo haces.
-No sabes nada de mí, una o dos cosas que odio, lo demás que sabes es por decirlo así “documentos personales” y familia. Nada que tenga que ver con el amor… -interrumpió.
Puse mala cara y el rio- Odias que te interrumpan, odias levantarte temprano, odias lo cursi, odias lo “empalagoso”, odios que te contradigan, odias que te digan no, odias lo chocante, odias… el amor… -fue enumerando con los dedos cada una antes de ser mi turno de interrumpir.
-Quizás uno o dos que amo… -el cree que interrumpir es bonito y el cree que con esa sonrisa lo gana todo, y lo jodido es que sí.
-lo principal que amas es yo, obvio, -más que obvio, bebé- pasarla con tus amigos, lo cual también me incluye, así qué…
-me vuelves a interrumpir y…
-También conozco tu cuerpo –guiñó al mismo tiempo que sonreía y carcajeo cuando puse mala cara.
-Eso es todo lo que conocerías de mí, así que puedes darte cuenta de que el odio es lo mío. – Él iba a decir algo más pero… Lluvia, gotas de lluvia. De las asesinas. De las que pegan duro. De las que las que me gustan. Siempre he querido un beso bajo la lluvia con este tipo de gotas que son como cuchillos al tocar tu piel. Ya lo había hecho aunque fue con una llovizna, ni siquiera era una tormenta ni nada, la lluvia fue apenas de cinco minutos, creo que era un indicio de lo poco que iba a durar esa relación.
-Vamos a quedarnos –le dije, -si te enfermas yo te cuido – y sin más palabras me subí a su regazo, no sin antes subir un poco la parte inferior del vestido para no romperlo. Tomé su rostro en mis manos y lo besé, un beso despacio saboreando todo el sabor a alcohol de su boca mientras él tiene sus dedos clavados en los costados de mi cadera y las gotas cayendo duras y frías en mi espalda y aun así no me interesa, los dos sabemos lo que queremos, bueno no, en este caso sí, pero en otro caso él quiere estar conmigo y yo no sé lo que quiero, o sí, sé que lo necesito a él y sé todo pero no quiero que después vaya a dejarme o sea yo quien la cague porque el problema no está en que la joda ni nada de eso sino que te dicen “en el amor se cometen errores” y cuando cometes el error eres la peor persona del mundo y la más desagradable.
