Capítulo 14: "¿Puedes verme?"

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Volví a la entrada junto a Luke, esperando poder encontrarme con Surina allí.

Y bueno, Surina estaba ahí, pero no exactamente como la esperaba.

Surina estaba admirando los vestidos de gala que subían al Lhanda. Parecían armarios enteros de vestidos de aquella ciudad. Máscaras, adornos, joyería.

Luke se acercó a uno de los tripulantes que se encargaban de subir la preciada mercancía, mientras yo me acercaba a Surina y tocaba uno de los vestidos. La tela era tan suave que parecía hecha de una nube, puro terciopelo, seda de la mejor calidad. Aquello más que un vestido parecía un traje de viento. Y todavía no me lo había puesto.

Luke volvió y se colocó al lado de Surina.

- Al parecer hay un baile esta noche.- Dijo, iluminando el rostro a Surina.- Un baile de máscaras.

Me giré y les miré.

- se celebraría una fiesta en Aiceva esta noche, pero estaremos en el aire, así que, para complacerles, habrá un baile en el dirigible.

- ¿Y los vestidos? ¿Dónde los conseguiremos?

- Muchos de estos son de Valette, su padre le está haciendo un regalo de cumpleaños adelantado, pero hemos comprado unos pocos para alquilar en caso de necesidad. Seguro que podré conseguiros uno.

- Supongo que sí...

Cogí el vestido del cual me había encandilado antes, observando que iba con una máscara a juego y zapatos. Sonreí levemente, cogiéndolo mientras caminaba hacia el cuarto de Surina.

- Yo creo que a Clarya le sentaría bien...- Surina calló al ver que me iba, que no había un vestido, y que era de Valette.- ¡Clarya! ¡No es tuyo!

Sonreí con más insistencia. Bueno, no me costaba nada devolvérselo luego a Valette. Además, ella sabía mi secreto, tener ese privilegio tenía consecuencias.

Me miré al espejo una vez más aquella noche. Me había recogido el pelo en un moño del cual colgaba un único tirabuzón perfecto, y llevaba un pequeño sombrero rojo de dos picos con una pluma negra. El vestido, cabía decir, era precioso, de tonos negros, rojos y blancos, ribeteados de dorado y con encaje blanco en algunos lugares. Las telas se entremezclaban a la perfección, combinando como nunca lo harían otras. El cuerpo era un corsé, y las mangas parecían más una chaqueta, ya que apenas se veía la unión del vestido y el torso. Y de la parte baja fluían lo que a mí me parecían metros y metros de tela, dando cuerpo a aquel vestido que parecía ser uno más conmigo misma.

Miré la máscara, era un antifaz negro, alargado, con adornos dorados como purpurina o suaves trazos de pincel. De mejillas para abajo era blanco, con unos pocos toques de color  como en los labios, apenas la comisura. Perfecto para ocultar mi nerviosismo.

En verdad me preguntaba cómo podía tener tiempo para aquellas florituras. Daimen me había amenazado abiertamente diciendo que me capturaría  de nuevo, que todo volvería a empezar. Seguía sin saber cuál era la razón de que nos capturaran, y mi hermano estaba en un reino del cual no sabía cómo iba a salir.

Y sin embargo, ahí estaba, maquillándome lo poco del ojo que se me veía.

Surina salió del baño para observarme. Su vestido era mucho más vivo y más provocativo, pero supongo que pegaba con ella. Era un azul intenso combinado con pequeños toques de blanco, en verdad ella llevaba mucho más color que yo. Su vestido no llevaba mangas, sólo un chal azul entero, y su máscara era un antifaz azul con plumas negras. Se había rizado el pelo con tirabuzones amplios que le llegaban a media espalda, cubriendo casi el corsé.

El Fantasma del LhandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora