Capítulo 22.- Bocazas

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Ida fue interceptada por su hermano ante mis propias narices. Yo salía de aconsejar a Luke cómo comportarse con la joven mientras ella se acercaba. Pero parecía que Owen quería hablar con ella de algo. Su sonrisa pícara me dijo que iba a buscar que su hermana saltase. En el fondo eran como Tao y yo, siempre buscando la bronca, aunque luego nos quisiéramos.

- veo que pasas mucho tiempo con el mecánico.- Comentó, como quien habla del tiempo.

- Bueno… Tenemos muchas cosas en común…- Balbuceó ella, nunca la había visto tan nerviosa. Con Luke siempre era una joven confiada y que no se dejaba mandonear. Había mantenido una conversación de tres palabras con su hermano y ya parecía sentirse insegura.

- Cierto, ambos sois igual de raritos…- Parecía que había dejado la batalla terminada, casi se dispuso a girar, torciendo sus pies, antes de volverse y enfocar de frente a su hermana.- ¿Para cuándo las campanas de boda?

- ¿Q-qué?- Titubeó, retrocediendo con sorpresa. Tardó un poco en recomponerse.- Owen, es majo, pero…

- No me vengas con peros que te conozco, hermanita- Replicó él.- Seguro que no haces más que pensar en él, y esas sonrisas cuando os cruzáis… Pensar que te has enamorado de un miembro del servicio…

Ida se mordió el labio inferior. Casi podía notar cómo sus mejillas encendidas desprendían calor. Pero acabó mirando determinadamente a Owen, intimidando al mayor.

- ¿Me vas a hablar tú de enamorarse de la plebe, Owen?- Atacó ella, haciendo que, esta vez, su hermano fuera el que retrocediera.- Porque entonces podría ponerme a hablar de esa joven por la cual acosaste a padre hasta que aceptó hacer un viaje por el país en ese dirigible en el que está tu dichosa “diosa de cabello dorado y ojos verdes””.

- ¿Q-qué?- Replicó Owen, mirando alrededor sonrojado. Tuve que hacer mis mejores esfuerzos para no reír. Aquello luego tendría que hablarlo con Surina.- ¡Al menos con ella hago algo más que arreglar partes de la nave!

- ¡Ya te gustaría quedar tan cerca de ella como yo de Luke!

Se hizo un silencio tenso entre ellos, Ida recapacitando lo que acababa de gritar a los cuatro vientos, Owen reaccionando y mirando con picardía a su hermana.

La puerta de mantenimiento se abrió y Luke, algo sonrojado, miró a ambos hermanos. Cogió aire antes de volver a mirar a Ida.

- ¿Ocurre algo?

Ella le miró, todavía sonrojada, y negó con la cabeza. Entró en la sala de mantenimiento y dejó a Luke intercambiando miradas con Owen. Finalmente, el noble se despidió con un gesto de cabeza, Luke cerró la puerta, y yo pude romper en una risa estridente por unos segundos, antes de intentar ir a contarle a Surina lo ocurrido.

El plan fue un éxito.

A la tarde, Luke vino a nosotras pidiéndole consejo, después de haber escuchado la “discusión” de los hermanos, se había quedado un tanto trabado al pensar que tal vez a Ida le gustaría un plan distinto a apretar tuercas, no necesitó mucha presión para darse cuenta de que sí, Ida necesitaba, por una vez, algo distinto.

Ayudamos a Luke a invadir la cocina y prepararle su postre favorito, milhojas de fresa. Acabamos Surina y yo hasta arriba de harina y trozos de fresa, mientras que Luke parecía impecable en comparación.

- Está bien, voy a buscar a Ida, ya iré a buscaros para deciros cómo ha ido todo.- Comentó Luke cuando el reloj de cuerda marcó las seis menos cuarto. Salió de la cocina y Surina y yo intercambiamos miradas.

- Me llevarás contigo, ¿verdad?- Me dijo. Asentí.

- Pero promete estar callada.- Dije, cogiéndola de la mano y siguiendo en silencio a Luke. Tuvimos que parar para que Surina se descalzara, sus tacones no hacían más que resonar hasta en la moqueta. Pero pronto estábamos las dos como niñas pequeñas persiguiendo al joven mecánico hasta la habitación de Ida. Un soldado, en la puerta, miró de refilón al chico, antes de llamar.

El Fantasma del LhandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora