Erick recibe una visita

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Erick era un aficionado a la cocina, era su mayor pasión y ponía todo su empeño en ello. Todas las tardes después de la universidad se iba al restaurante que había fundado junto a su amigo, su amigo tenía demasiado tiempo libre y podía dedicarse a tiempo completo, Erick estaba pensando en eso también, ya que el local daba para sobrevivir, pero tampoco quería dejar de crecer académicamente.
El principio fue difícil pero logró acomodar su tiempo. Por lo menos ya había superado la primera etapa que suponía la más difícil donde todo comienza y es muy fácil dejar todo en el olvido y no seguir.

Siempre a la misma hora veía si Erilyn estaba en la mesa que se había adoptado para ella. No sentía nada por ella pero los momentos a su lado eran agradables.

—¿Tú novia no viene hoy? —preguntó Juanjo mientras lavaba los platos.

—No es mi novia, es una amiga.

—Sí claro, yo con una amiga así de rica ya le hubiera hecho un par de cosas pervertidas.

—Que inmoral eres.

—Tengo razón. No me vengas a jugar de santo.

Erick vio a un indigente en la acera. Recordó lo que Erilyn le había dicho y salió.

—¡Hey! ¿Quieres comida?

—Claro Joven.

—Solo unas preguntas, ¿De donde vienes? No te había visto por aquí.

—Yo solo soy un vago que anda rodando de ciudad en ciudad, ¿Quieres escuchar mi historia? Yo era un joven sano hasta que la droga...

—No hace falta, la misma historia de siempre bla bla bla.

—Disculpeme joven.

—¿Conoces a una Erilyn? —Preguntó cauteloso.

—Erilyn era el nombre de mi esposa, la amaba mucho.

—¿Estás seguro?

—Claro, por cierto. Cómo a esta hora viene ¿No?

Erick se asustó por un momento. La estaba vigilando.

—¿Las estás vigilando?

—¿A Erilyn? No, ella vino una vez cuando vine espero que vuelva quiero verla.

—No creo que lo haga.

—¿La conoces? ¿La puedes llamar? Hazlo —El indigente se acercó.

—¡Hey! Mantén la distancia. No quiero ser grosero.

—Tengo hambre —El indigente volteó y sonrió—. Mira ahí viene Erilyn.

Erilyn estaba al otro lado de la calle cuando detectó al indigente no quiso cruzar. Erick le hizo señas para que cruzará. Erilyn aceptó con miedo de que el indigente le hiciera algo.

—Hola Erilyn.

—¿Como sabes mi nombre? —pregunto Erilyn poniéndose al lado de Erick.

—Erilyn era el nombre de su esposa, me lo explicó—Afirmó Erick.

—Yo no soy tu esposa. —Erilyn entró.

—Mandaré a que te den comida si prometes que te irás.

—Lo que sea.

El indigente se fue no sin antes dedicar una sonrisa a Erilyn. Ella se asustó.

—No te preocupes por él. ¿Lo mismo de siempre?

—Sí Erick gracias.

Erilyn comió en silencio un poco angustiada por el indigente. Erick se acercó y se sentó.

—Nuestras conversaciones se están haciendo muy repetitivas ¿No crees?

—Nos conocimos por una casualidad. Déjame saber de tí —Erilyn quería olvidarse de sus miedos por un momento.

—No hay mucho que decir, no nací aquí, vengo de un lugar donde las oportunidades escasearon y todo se fue a la mierda.

—¿De dónde? —Preguntó Erilyn curiosa.

—Después te digo ahorita no quiero hablar de eso. Bueno, estudio gastronomía en la universidad algún día planeo tener mi propia red de restaurantes. Este es el primero de todos.

—Una persona con metas.

—¿Que hay con eso? No conoces a todo el mundo aún habemos personas que soñamos sin dormir. Pero dime algo de tí.

—No estoy muy segura del rumbo de mi vida. Hay tanto por hacer y conocer que no sé qué hacer.

—Únete a mí. Alimentemos el mundo.

—El mundo no solo necesita comida para el estómago sino también para el cerebro.

—Yo alimento estómagos para el cerebro están los libros.

—Concuerdo contigo. Cambiando un poco el tema. ¿Recuerdas a la chica de la que te hablé?

—¿La que rescataste?

—Sí, ella. Está por llegar.

—Buenas noticias.

—¡Erick! ¿Podrías venir? —Juanjo lo llamó.

Erilyn pudo escuchar cómo Juanjo bromeaba diciendole que aunque el restaurante sea de ellos no hay razón para dejar el trabajo a medias. Ella solo sonrió.

El indigente volvió y la observó fijamente de nuevo. Erilyn no soportó la presión y salió enojada a enfrentar al indigente. Erick la vio cruzar pero no podía hacer nada por estar en medio de algo.

—¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Cómo sabes mi nombre? —Erilyn mantenía su distancia.

—Tú eres Erilyn, mi esposa.

—No, no lo soy. Y no me como ese cuento de la esposa. Dime de dónde me conoces.

—¿Peleas con un indigente? —Dijo una mujer que iba llegando.

—Sabe mi nombre y dice que soy su esposa.

En ese momento Erick salió apresurado.

—Erilyn, déjalo. Entra, ellas es mi amiga te la presentaré —Luego se dirigió al indigente que se veía un poco sorprendido— ¡Tú! Vete ya te di de comer

El indigente se quedo ahí. Entraron se sentaron en una mesa y Erick dijo:

—Erilyn, ella es la persona que salve, su nombre es Crisbeiry

Universidad de Asesinos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora