Geraldine

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—¿Crees que algun dia nos casemos?

—Hay que ver, tal vez en un futuro me cambies por un hombre con mucho mas dinero y mucho mayor—La miro.

—¡Ay callate mejor! —quitó su cabeza de su hombro.

—Pero puede ser una posibilidad…La vida da muchas vueltas. O pueda ser que nuestro amor se acabe.

—Te dije que te callaras —A Geraldine no le hizo mucha gracia.

El amor a veces es de esas cosas que no mucha gente entiende, como dos seres pueden llegar a amarse tanto y durante mucho tiempo, y a esta época que dos jovenes esten enamorados es algo muy raro de ver. La tarde era hermosa, de esas que invitan a salir y disfrutar un momento agradable con amigos. Estaban en una banca sentados en frente de un lago que reflejaba la luz del sol. Uno de los amigos de Geraldine iba a cumplir años y querían prepararle una fiesta sorpresa. Dos chicas se acercaron.

—¿Geraldine no sales sin este chico? —Dijo una de ellas.

—No Susan porque lo amo—en ese momento se levantaron y comenzaron a caminar.

—Uy mucha azúcar te enfermará y morirás —Dijo la otra chica.

—Tú callate Emma. De lo único que sufro es de insomnio algunas noches por pensar en él. —Lo abrazó.

—¿Azúcar e insomnio? Sí, morirá joven —Dijo Emma sonriendo.

—¿Y él no dirá nada? —Pregunta Susan.

—Calladito más bonito ¿no? Dijo el chico.

El chico se limitó a sonreír. La luz solar cada vez era más débil y ni siquiera llevaban la mitad de las compras. Luego de ver distintos lugares y comparar el reloj había avanzado varias horas.

—Mierda se nos hace tarde amigas —Expresó Susan poniendo las bolsas en el mostrador.

—Esas palabras —Regaño Geral.

—La santa —Agregó Emma— Tú no dices esas palabras seguro.

—Intento no decirlas mucho. Son de mal gusto.

—Como tu novio —se rie Susan.

—Deja a Santiago en paz. Resentida.

Se apresuraron a la puerta. Tomaron un taxi para llegar a la casa donde sería la fiesta.

—Por fin llegan —Dijo una joven saliendo de la casa.

—Callate y ven a ayudarnos perezosa —ordena Susan.

—Sí Glenda apurale —agregó Emma.

Al darle la sorpresa al chico la fiesta comenzó, los jóvenes dentro bailaron y se divirtieron, pasaron un rato agradable. Algún listo llevó alcohol a la fiesta, Geraldine tomó algunos tragos no sin antes decir que el licor no era lo suyo. Nelson era el nombre del cumpleañero, él si había tomado bastante, ya se podía ver en la forma en la que caminaba y hablaba. Estaba enamorado de Geral pero le resultaba muy difícil expresar sus sentimientos ya que ella tenía novio. La chica lo sabía pero su corazón ya pertenecía a otro hombre. Nelson bajo los efectos del alcohol empezó a cruzar la raya.

—¡Geraldine! —Gritó y se recostó en su hombro, su vista estaba perdida— ¿Te puedo decir algo?

—Sí, pero aléjate.

—Nelson, alejate de ella un poco —Emma lo agarró y trató de apartarlo.

—No —Se la quitó con furia.

—¡Hey chico! Te dijo que te alejaras un poco. —Santiago apartó a Geraldine.

Nelson se quedó viendo a Santiago desafiando.

—Solo quería decirle que me parece hermosa. ¿No puedo?

—Claro que sí pero no invadas su espacio. —Santiago trata de calmarlo.

—¿Te dan celos? Hijo de puta —Nelson lo desafío.

En este punto los jóvenes alrededor prestaron más atención.

—¡Hey Nelson! ¡Vamonos has tomado mucho! —Lo empezó a halar.

—Suéltame Susan.

Nelson aparta a Susan para que uno de sus puños impactará la cara de Santiago. Luego de esto el cruce de puños se hizo presente y los demás jóvenes comenzaron a echar más leña al fuego gritando apoyando a uno o a otro.

—¡Dejen de pelear, por favor!

Unos minutos más tarde lograron separarlos. Tanto Santiago como Nelson terminaron con golpes fuertes en sus cuerpos. Geraldine lo llevó a su casa, sus padres no podían creer lo que veían.

—¡Santiago! !¿Qué te pasó?! — Su madre se impresionó.

Una vez adentro lo sentaron en el sillón, su madre se perdió en el pasillo.

—¿No sabía que habían hombres que mataran por tí? —Le dijo Santiago a Geraldine luego de sonreir.

—Ay idiota cállate.

Su madre volvió.

—Expliquenme que fue lo que pasó —La señora se había calmado un poco.

—Fuimos a la fiesta de un amigo y este amigo gusta de mí y pues bebió más de la cuenta y ya sabes por que atacó a Santiago.

Geraldine negó un montón de llamadas y podía sentir la vibración de los mensajes que seguramente eran de sus amigas preocupadas.

—Santiago ¿Por que andas con mujeres cotizadas? —Su suegra intentó bromear para ocultar su preocupación— Por lo menos no fue mucho. ¿Y el otro cómo quedó?

—Mamá —Santiago se avergonzó.

Geraldine sacó su teléfono, vio el montón de chats que tenía abierto pero solo uno llamó su atención.

—¿Yadiras? —Dijo en voz baja.

Universidad de Asesinos IIWhere stories live. Discover now