E & E

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Sus pies le dolían de caminar tanto, había estado todo el día haciendo diligencias suyas y de su madre lo único que deseaba en esos momentos era acostarse en su cama a descansar sus pies y tener un respiro. Para su desdicha aún tenía un último lugar a donde ir, se sentó por unos minutos. La tarde ya estaba fresca el solo se estaba yendo y la noche llegaría en unos minutos. El descanso fue interrumpido, camino rápido para llegar al último sitio antes de que lo encontrara cerrado.

Debía pagar la tarifa telefónica y se unió a la fila que no era extensa. Justo al frente veía un restaurante el cuál no había tenido oportunidad de visitar, se dijo a si misma que debía ser nuevo o tal vez no lo había visto debido a su leve aislamiento de la sociedad. Decidió que luego de que la fila le diera la oportunidad de hacer su pedido pendiente iría a comprarse algo de comer, su estómago rugía y solo un buen plato de comida lo arreglaría.

Terminó por fin y cruzó la calle cuando estaba a punto de entrar un hombre de la calle la detuvo.

—Muchacha cómprame algo de comer por favor.

Erilyn vió la cara de este hombre y su corazón se encogió, le dijo que esperara un momento. Una vez adentro pidió al dependiente que le diera una comida con una buena ración para llevar.

—¿Es para él? —Le preguntó el dependiente.

—Sí, ¿Por qué?

—Desperdicias tu dinero, la gente así nunca entenderá y nunca cambiará. Lo más probable es que venda la comida y vaya por droga.

—No deberías meterte, yo estoy pagando. Además, no me importa, está hambriento.

—En eso tienes razón. Ya te sirvo.

—Lo que importa es la intención independientemente de si es para droga o no. Además te repito yo estoy pagando por esto no te debería importar lo que haga o no con la comida —Erilyn ya se estaba alterando.

—Lo que te pasa por metiche Juanjo —Un hombre detrás comenzó a reír.

—Tú cállate Erick.

—¿Se ríen de mí? —Erilyn se sintió como motivo de burla para esos dos.

—Aquí tienes dama —Juanjo le dio la comida.

—Pensaba comer aquí pero parece que los clientes son motivo de chiste.

Dicho esto Erilyn salió y le entregó la comida al indigente.

—Espero que te la comas.

—Muchas gracias niña te lo agradezco muchísimo. Claro que me la comeré.

—Bueno —Erilyn le dedicó una sonrisa.

El indigente se alejó unos pasos y gritó: "Nos veremos luego Erilyn"

La chica quedó en estado de shock, el indigente sabía su nombre, no recordaba habérselo dado en ningún momento. Su corazón comenzó a palpitar más fuerte, sintió miedo.

—¿Cómo te fue con el hombre? —El chico llamado Erick salió del lugar.

—Por alguna razón sabía mi nombre. Ni siquiera lo he visto en mi vida.

Erick se rió.

—Eres bastante conocida de seguro. En fin, quería pedirte disculpas por mi amigo y por mí. ¿Que tal si pasas? Yo invito.

—Fue desagradable lo que hicieron. —Erilyn se sentó.

—Vamos así se te pasa el susto del hombre que sabe tu nombre.

Erilyn aceptó la invitación. A los pocos minutos Erick se volvió a acercar.

—¿Qué te pareció? —Dijo Erick sentándose.

—Estuvo muy bien. ¿Quién es el que cocina?

—Yo. Aquí me tienes. ¿Cuál es tu nombre?

—Oh eso no me lo esperaba. Que agradable. Mi nombre es Erilyn ¿El tuyo?

—No es la gran cosa. El mío es Erick, compartimos las primeras tres letras del nombre —Erick Sonrío —Ahora dime, ¿Sigues pensando en el indigente?

—Claro. No me lo sacó de la cabeza de dónde sabría mi nombre.

—Tal vez te conoce de alguna parte o te siguió, porque... no quiero asustarte pero era la primera vez que lo veía aquí.

—¿En serio? No lo hubiera ayudado.

—No digas eso. Ayudar a las personas es hermoso por ejemplo yo salvé a una chica que estaba en la calle desangrándose y siempre me lo agradece como si yo hubiera sido su ángel de la guarda.

—Impresionante.

—Sí, ella está lejos pero iré a visitarla la otra semana.

—Lo bueno es que se encuentra bien. Bueno me tengo que ir, un gusto Erick. Tomaré un taxi no vaya a ser que me aparezca el hombre en el camino.

—Buena idea, un gusto Erilyn.

Los dos jóvenes siguieron sus vidas, Erick volvió a la cocina y Erilyn llegó a su casa todavía pensando en lo que le había pasado con aquel hombre de sucias ropas, aún no encontraba alguna explicación lógica.

Los dos ahora tenían algo en común habían sido agregados a un grupo llamado: Yadiras.

Universidad de Asesinos IIWhere stories live. Discover now