Prólogo

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La soledad no se puede encontrar en cualquier sitio, necesitas un lugar fuera del tumulto, de los ruidos para poder sentir la paz que solo esos momentos pueden darte.

En una cabaña alejada de la ciudad, rodeada de bosque se aparcó un auto de lo más común, nada lujoso que llamara la atención. Eran casi las 6 de la tarde y estaba oscureciendo, del auto se bajó Ángel. Abrió la puerta y se acomodó un momento en el sofá, El silencio era casi palpable.

Encendió el televisor que decía:

"...Han habido demasiados sucesos en las universidades de este país, el más reciente que podemos recordar, es el ocurrido en Sierra Madre donde fueron asesinados varios jóvenes, se cree que solo una chica fue la que sobrevivió..."

—Alma — Ángel en el sofá pronunció ese nombre.

“... Sobre el asesino, no se tienen pistas ni siquiera se sabe quién fue, se especula que pudo ser uno de los mismo chicos se la universidad, la policía trató de hallar un sospechoso pero ninguno se le vínculo con la muerte de estos jóvenes...

Ángel se levantó y fue a su cuarto, de una caja sacó un papel con varios nombres.

—Llegó la hora de que Alma vuelva a mí, pero haré divertido la forma en que atraeré su atención —Vio la hoja—Hola chicos, ustedes me ayudarán con esto, vamos a divertirnos.

Se levantó, tomó otras llaves y abrió la puerta del sótano, bajo las escaleras con el crujir de las tablas, lo observó por un momento y dijo:

—Es hora de darle un buen uso a este sótano y a la soledad que tengo aquí.

La soledad se necesita en distintas ocasiones y solo en una situación esta mal estar solo: Cuando quieres asesinar personas sin que nadie se entere.





Universidad de Asesinos IIWhere stories live. Discover now