Cap 18-21

1.7K 10 0
                                    

    18

Petrov y Rhia subieron las maletas por las escalinatas de entrada al Hotel Alfonso XIII mientras Nel los esperaba en recepción. Rhia lo saludó efusivamente.

–Esto es para ti –le dijo ofreciéndole dos bolsas.

Nel miró dentro.

–Lo compré en el aeropuerto mientras esperábamos el avión –añadió–. Petrov aún no ha podido localizar el equipaje que perdiste en Francia. No sé si la ropa es de tu estilo pero creo que, al menos, acerté con la talla.

–Gracias –le dijo Nel sinceramente.

Y tanto si lo agradecía. El pantalón manchado con la sangre de Stelle no había salido muy bien parado de la bañera del Hilton Ramsés.

Petrov, que había saludado rápidamente a Nel, acordaba las habitaciones con los recepcionistas y exigía que todas las habitaciones tuvieran vistas al río. Llegó a un acuerdo con los del hotel.

–¿Tienes algo más? –le preguntó Rhia.

–La seguridad de que es nuestro ritual.

Nel sacó de su bolsillo el dibujo de Natalia, lo miró una vez más y se lo mostró, orgulloso de su perfección, a Rhia.

–Se los mandan a las víctimas momentos antes de llevárselas –le aclaró Nel–. Creo que las vigilan durante los cinco años que pasan entre los distintos rituales. Se dedican a mezclarse en su entorno, a preparar el momento. No tengo dudas de que las víctimas conocen a sus raptores.

Un grupo de personas entró con las maletas en recepción, pidiendo paso a Rhia y a Nel. Rhia sujetó del brazo a Nel y lo empujó a un lado para dejar paso a la familia. Nel, inmediatamente y como acto reflejo, hizo un movimiento brusco para liberarse de la mano de Rhia.

–¿Es el mensaje original? Podría mandarlo a analizar –dijo ignorando la reacción estúpida de Nel.

–No, no es el mensaje original. Lo dibujó Natalia –respondió Nel.

–¿Y recordaba todos los símbolos? –le preguntó Rhia desconfiada.

A Nel aquella frase le sonó como una afirmación de que Natalia era una de ellos. En cambio, en cuanto Nel vio a Natalia no se lo planteó ni una sola vez, sus ojos no era lo único transparente en ella. Y su dolor por Tania y Elisabeth era totalmente sincero.

–Es pintora –concluyó él.

–Entonces, ¿cuántas faltan por desaparecer? –preguntó Rhia pensativa.

–Dos, que en teoría tendrían que desaparecer esta noche.

–Realmente no sé cómo vamos a llegar hasta ellos –dijo Rhia casi para sí misma.

Nel no le respondió nada, estaba de acuerdo. No tenían absolutamente nada que les condujera

hasta ellos, nada. Y si pudieron conseguir algo, aquella orden se interpuso cortando la garganta de quien podía decirles quién era Nellifer.

–¿Te has informado sobre los asesinatos? –Rhia cambió de tema.

–Sí, pero creo que es un caso independiente al nuestro.

–¿Por qué lo dices? Petrov no lo descarta.

–A la primera y a la octava víctima la degüellan con un doble corte perfecto y fino en la garganta. Stelle no tenía el doble corte, pero sí era un corte limpio, quizás como la muchacha que visteis en Tijuana.

–Es cierto, no era el mismo corte del ritual –corroboró Rhia.

–Y los hombres que han aparecido muertos tienen el cuello destrozado, con un hueco en el que cabría una mano.

Décima doctaWhere stories live. Discover now