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       —¡Maestro! —Yun irrumpió en la habitación—, la poción está lista. Hoy no podemos demorarnos o no servirá.

       —Esta —le respondió el Maestro— es la noche más fácil y a la vez la más complicada. La noche con la que nos arriesgamos a ser descubiertos.

       —La poción está cuidada al detalle. Funcionará perfectamente.

       —Eso espero. Eso esperamos todos.

Yun rodeó la urna de cristal en la que yacía el puñal codiciado de Nellifer.

       —Creo que Mad no está al pleno de sus facultades —dijo Yun.

       —¿Mad? ¿Por qué? —se extrañó el Maestro.

       —Porque no puede. Todavía lo tiene presente y siempre estará de alguna forma vinculada a las diez.

       —No he recibido noticias de ningún imprevisto. Natalia tampoco ha vuelto a armar alboroto.

Yun sonrió.

       —Natalia forma alboroto en cuanto me ve.

       —Pues deja que Mad la trate.

       —¿Mad? Mad fue una de las diez. Y en cada ritual se verá a ella misma reflejada en ellas. Nunca podrá tenerlas bajo control.

       —¿Qué dice su ayudante? ¿Traman algo dentro?

       —No hablamos de eso, pero si Mad no nos ha informado es que todo va correctamente allí dentro —. Yun miró el puñal y se perdió en su imagen.

El Maestro se colocó junto a ella y también lo observó.

       —Keops mandó hacer esta empuñadura para ella —dijo el Maestro. —Cuando raptaron a Nellifer, ella estaba trabajando en el interior de la pirámide con este puñal.

       —En el sarcófago del faraón —asintió Yun con la cabeza. —Nellifer lo escribió en aquella pared. Decía que siempre sería un trabajo imperfecto, porque nadie podría terminarlo por ella.

       —Y nadie lo tocó después.

       —No me creo que ni siquiera el faraón supiera el origen de sus conocimientos.

       —Quizás sí que lo supiera, tampoco se sabe gran cosa de Keops.

       —Pero Nellifer se aseguró de que la historia siguiera hablando de él, miles de años después.

       —Es lo que todo faraón se proponía y Keops lo consiguió

Yun se quedó pensativa.

       —¡Maestro! —preguntó Yun— ¿Qué se sabe del primer ritual?

El Maestro sonrió. La Dama que tenía delante no era de los miembros más antiguos del ritual. Yun nunca había leído al completo el Libro del Gran Maestro, donde se guardaban los verdaderos secretos de la hermandad.

Yun lo miró instalando sus cinco sentidos en la respuesta.

       —El primer ritual fue quizás el más difícil de todos los que han sucedido en estos miles de años. El faraón Keops, el hombre más poderoso de Egipto, ordenó a todo un ejército que buscara a Nellifer. Nellifer era una mujer muy codiciada, su inteligencia llegó a los oídos de todos los reyes de los alrededores, por esa razón pensó que podría ser algún país enemigo el que tuviera a Nellifer. Lo cual dio margen a nuestra orden. Pero en cuanto apareció la primera, se dio cuenta que quien tenía a Nellifer, estaba más cerca de lo que pensaba.

       —Si Nellifer desaparecía, todo el conocimiento y su eternidad desaparecería con ella —intervino Yun.

       —El faraón ya tenía asegurada su pirámide. Nellifer se había encargado que Homiunu dirigiera los trabajos como si ella misma estuviera allí. La unión que Keops tenía con Nellifer era diferente. Y por esa razón la orden que fundó para buscarla sigue tan viva hoy como nosotros.

       —¿Cómo lograron quitarle el puñal? —preguntó Yun mirándolo con curiosidad.

El Maestro se tomó unos segundos para responder. El puñal era capaz de cortar carne y huesos, espadas y lanzas. No se podría capturar a alguien por la fuerza con él en la mano. Sin embargo, la respuesta era tremendamente fácil y simple.

       —Nellifer no lo usó en contra de nadie.

       —¿No se defendió? —preguntó Yun incrédula.

       —Tú sabes tan bien como todos que aunque nosotros la usemos para matar, fue creada para otro fin. Y Nellifer contaba con otras armas invisibles para la vista.

       —Armas que no protegieron a sus discípulas.

       —Armas que la protegieron a ella y que nos amenazan a nosotros.

Para Yun era inconcebible que alguien que poseyera un arma invencible, la entregara voluntariamente para enfrentarse desnuda ante un grupo de personas que pretendían matarla.

       —Nellifer pensaba que su inteligencia era suficiente para vencernos. Y por eso nos maldijo —continuó el Maestro.

       —Pero el tiempo ha demostrado que no.

       —El tiempo ha demostrado que las jóvenes que elegimos no han podido defenderse ante nosotros sin armas.

Llamaron a la puerta.

       —Mad y Kev ya están aquí —dijo el Maestro mirando la puerta. —Las elegidas están preparadas, Yun. Hoy no podemos tardar.

Mad y Kev entraron. El Maestro le hizo a Mad una señal. Mad se dirigió hacia la urna y la abrió con una llave dorada. El Maestro cogió el puñal y el resto se situó alrededor de él, como habían hecho la noche anterior.

Décima doctaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt