Capítulo XIX: Separación

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Hermes salió del establo corriendo para comprobar si lo que había dicho Zale era algo inmediato o todavía tenían tiempo. No tuvo que agudizar mucho los oídos para escuchar el rumor cercano de las sirenas acercándose. Las recordaba muy bien, no era la primera vez que las había escuchado o tenía que escapar de ellas. Y de la última no tenía un recuerdo demasiado halagüeño.

― Bueno, yo estoy preparado para la batalla ―apuntó Ares hinchándose ante la perspectiva de poder combatir.

Hermes gruñó antes de volver a entrar al establo. Repasó el recinto en busca de una idea, pero lo único que vio fue a un desastre de sirena devorando un cuerpo, un burro con una carreta y un caballo.

― Oye, sois dioses, ¿no? ¿Por qué no usáis vuestro poder divino o lo que sea que hagáis para salir de esta? Tendría que seros muy fácil, con lo que os jactáis de vuestra grandeza... ―espetó Zale con cierto desprecio que no pasó inadvertido para Hermes.

― No es por falta de capacidad, muchacho, sino por prudencia. Así que no, no podemos usar todo "nuestro poder divino".

― ¿Y eso porque? ¿Algún código absurdo de no interferir en el libre albedrío o algo así?

Hermes negó con la cabeza, intentando tener paciencia.

― ¿En serio no vamos a combatir? ―apuntó Ares haciendo un mohín. Al parecer, realmente había querido luchar.

Hermes le dedicó una mirada más que elocuente ante su pregunta. La última vez que combatió contra sirenas lo había hecho con cierta incapacidad por el hecho de encontrarse en el plano humano. Y aunque siguió siendo un dios y consiguió librarse con mayor éxito que un humano normal, no era esta la misma situación. Habían evolucionado, y su divinidad, incluso en el plano humano, había crecido en poder. No sería difícil coger a Tatiana y al pececito y alejarlos de allí teletransportándose directamente al lugar donde querían llegar. Pero si Zeus había sido capaz de notar una simple risa de Zoe cuando se encontraba en un lugar al que él no podía llegar como era el jardín de las Hespérides, no dudaba que percibiría enseguida el poder ajeno que desprenderían si se enfrentaban directamente o se teletransportaban. Y que Zeus los descubriera allí justo después de la marcha de Zoe y su hermana ―la cual estaba allí de nuevo―, sería una verdadera catástrofe. No. Había ciertos poderes que no podían usar.

Ares pareció reconsiderar su pregunta ante la mirada del dios mensajero. Si bien a él le daba igual que Zeus descubriera al pelele dios niñera intentando rescatar a la sirenita, no le convenía demasiado que lo viera allí a él. No después de haber sido desterrado.

El grito perfectamente audible de las sirenas acercándose los puso en alerta. Zale reaccionó en ese momento. Ignorando a los dioses, que a su parecer eran completamente inútiles, se acercó a Tatiana con cuidado por detrás. Al comprobar que estaba más pendiente de alimentarse que de otra cosa ―un error que él había cometido los primeros años de su vida―, la sujetó con fuerza con un brazo bajo la barbilla y el otro por el torso, justo por la mitad de los brazos, evitando así que lo mordiera o lo arañara. Su padre había hecho la misma maniobra en múltiples ocasiones cuando era niño. Y recordaba muy bien lo que venía después.

― ¡¿Se puede saber qué haces?! ―exigió Hermes al ver a Zale sujetar a Tatiana con fuerza. Zale lo miró con los ojos oscurecidos, logrando detener su avance.

Tatiana se revolvió para detenerse en seco cuando Zale emitió un apenas audible chirrido, como el siseo del agua a presión colándose por un diminuto agujero. Segundos después, el cuerpo de la joven dejó de forcejear y perdió la consciencia. Zale la alzó en volandas antes de que tocara el suelo.

Vínculo (Part2 Hera)Where stories live. Discover now