Capítulo IX: David... ¿de Goliat?

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La primera vez que despertó y se encontró en un lugar totalmente distinto al que recordaba antes de perder la consciencia, lo que vio fueron los fríos barrotes de una celda húmeda y oscura. Lo primero que supo; que había sido secuestrada, y que aquel lugar la llevaría directa a una traumática, y seguramente escalofriante muerte. Después descubrió a Irene, con la que compartía celda, y le explicó que no se encontraba donde creía que estaba (dentro de la magnitud de sus conocimientos). Su época, su mundo, su hogar. Irene había conseguido adivinar quién era ella, y por consiguiente, que Tatiana fuera consciente de dónde se encontraba en realidad. Por desgracia, aquello no duró demasiado. Alguien más llegó, junto a una mujer oscura, de mirada triste y resignada. Descubrió y asumió en su fuero interno quién era esa criatura, y desde ese instante, la sensación que ella le produjo la acompañó siempre.

Pisínoe. La Sirena. Ella siempre había estado con ella desde el instante que la poseyó.

Ese era el único recuerdo que tenía de esa época antigua. De la Grecia del pasado.

¡Cuán diferente era su despertar ahora! La única coincidencia era que estaba, como hace un año, completamente sola.

El clima era fresco, sin una exageración apremiante. Pero como en su época era pleno verano, su indumentaria distaba mucho de ser apropiada, y el escalofrío fue inevitable. Añadir a eso que la brisa marina daba un toque más de frescor, su chaquetita de media manga y las botas de caña corta no eran suficiente abrigo. Por lo demás, un pantalón corto y una camiseta ligera tampoco servían de mucho. Impartiéndose un poco de calor abrazándose a sí misma y frotando sus brazos con las manos, Tatiana se levantó de las rocas donde estaba tumbada. El mar estaba un poco agitado, pero por suerte, las olas no llegaban a rozarla con su enfurecida carrera hacia las rocas. Entornó los ojos, mirando al cielo. Las nubes y la tenue luz que se filtraba por ellas hacía difícil la tarea de saber en qué momento del día se encontraba. Al menos podía asegurar que no era de noche. De serlo, seguramente no habría podido distinguir la roca del mar, ni el mar del cielo.

― ¿Dónde me has enviado, Kayros? ―se dijo a si misma de forma retórica.

Avanzó unos pasos para situarse en la roca más alta. De ese modo, pudo ver mejor su localización. El mar rodeaba una extensa tierra rocosa, aislando fragmentos que se alzaban con majestuosidad, atreviéndose a mostrar alguna zona verde. Una baja montaña se alzaba, subiendo como escalones hacia una cima puntiaguda. Cavidades, cuevas lúgubres, se escondían entre los recovecos de las rocas, dando un aspecto tenebroso junto con la oscuridad que daban las nubes. En comparación con el lugar donde su hermana fue enviada la primera vez, este dejaba que desear ―pensó Tatiana conteniendo las ganas de suspirar con ironía―.

Empezó a caminar, siguiendo la largura del saliente donde había aparecido. La arena de una posible playa no le dio la tranquilidad de aparecer. Ese lugar parecía evitar cualquier cosa que no fuera roca y algún que otro pedazo de vegetación esporádica.

―Maldita sea ―refunfuñó― Maldito el momento en que decidí ―trastabillando torpemente, Tatiana se detuvo y se quitó una de las botas―, ponerme tacones. ―Arrancó el tacón roto con furia y lo lanzó al mar.

Frustrada y sin un tacón, volvió a ponerse la bota. Tendría que caminar hasta llegar al otro lado de la montaña. Algo tenía que haber detrás. Empezó a darle patadas al otro tacón, intentando que este se desprendiera. Una vez fuera, lo miró con cierta tristeza y lo lanzó también hacia atrás. Le quedaba una larga caminata, y de todos modos, no tenía la menor idea de qué era lo que debía hacer.

El sonido hueco de la roca y las olas la desconcertó durante unos segundos. El tacón mojado y cubierto de algas, rebotó por las rocas hasta detenerse justo a su lado. Frunció ligeramente el ceño, observando el diminuto objeto que antes había estado unido a sus botas. No fue ese ruido, sin embargo, el que logró que todo su bello se pusiera de punta, sino el aleteo y el graznido que escuchó detrás de ella.

Vínculo (Part2 Hera)Where stories live. Discover now