Capítulo XVII: El juego de las Tabas

1.3K 122 24
                                    






                El sol apareció por el horizonte demasiado deprisa esa mañana. Tatiana no había regresado a la cabaña de la anciana Elma por miedo a encontrarse de cara con Hermes. No estaba preparada todavía para encararle, y muy a su pesar, la llegada del sol no había mejorado eso. Había estado tan furiosa con él segundos antes de besarla, que ahora ya no sabía cómo sentirse. Estaba enfadada por cómo la trataba, cómo había llegado a esa época; furioso por tener que ir a rescatarla, por tener que cuidar de ella. Porque Zoe lo había obligado a ayudarla con los estudios, y prácticamente la había convertido en su responsabilidad. Desde entonces, parecía que todo lo que le sucedía recaía automáticamente sobre él. Y eso lo odiaba. No era una niña pequeña, y si él tenía que cuidar de ella jamás olvidaría eso.

Pero ahora... Ahora ya no sabía qué pensar. A alguien a quien consideras una mocosa inaguantable, una niña insoportable y un problema, no se le da un beso como el que había recibido esa noche. Ese beso lo das a alguien a quien llevas deseando por mucho tiempo y a quien te has prohibido tocar. ¿Sería ese su caso? La adolescente soñadora que seguía todavía encerrada en su interior gritaba que así fuese. Por otra parte estaba la Tatiana que había sobrevivido a un dios, a una hermana embarazada, a unos padres resucitados y a la selectividad. Definitivamente, esa Tatiana no estaba entusiasmada con lo que acababa de pasar, estaba aterrada. Y furiosa. Eso también. ¿Y la razón? Pues lo cierto es que no tenía la menor idea. Lo que sí sabía era que todo, absolutamente todo, era culpa de Hermes.

Estaba hecha un lio.

― ¿Has pasado la noche fuera tú también?

Tatiana sonrió a su pesar.

― Era una noche demasiado tranquila. Sin sirenas, ni agua contaminada, ni arpías que quisieran considerarme el desayuno de hoy.

Zale sonrió, estirándose como si hubiera pasado la noche en algún lugar incómodo. O tal vez fue un simple gesto despreocupado junto a alguien con quien se sentía a gusto.

― Si, la verdad es que no tener que rescatarte de algo o salvarme el culo de algún problema en el que nos hayas metido, es un cambio agradable. Lo que al parecer me ha dado un poco de insomnio.

Tatiana sonrió, sacándole la lengua ante el reproche.

― Yo no nos he metido en problemas. Los problemas venían solos ―aseguró confiada, caminando a su lado de vuelta a la cabaña. Por alguna razón, ir con él le daba la confianza que antes no había tenido para regresar.

― Yo estaba muy bien y sin problemas antes de que llegaras ―Al ver su rostro ofendido, Zale le dio un pequeño toque en el brazo, mostrando así que no hablaba en serio―. Pero la verdad es que te debo una. No habría salido de esa isla de no ser por ti. Y que quieras ayudarme...

― Estamos en paz, Zale. Tú salvaste mi vida, ahora me toca a mí salvar la tuya.

― En realidad también salvaste tú la mía, así que no tengo claro cómo va eso de los favores.

Tatiana vio la cabaña a lo lejos, no había rastro de Hermes, ni de nadie en realidad. Así que no fue hasta entonces que dejó escapar suavemente el aire que no sabía que había estado conteniendo.

― Digamos que nos hemos salvado mutuamente.

Zale la miró alzando una ceja. Parecía que le rondaba una pregunta por la cabeza, algo que habría pensado durante la noche, supuso ella.

Vínculo (Part2 Hera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora