Capítulo XI: Seirén "Σειρήν"

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Soportar la risa de ese dios era lo más humillante que había soportado en mucho tiempo. Antes prefería las broncas de Zoe, e incluso el modo en que lo dejaba Tatiana en evidencia. En definitiva, todo era mejor que rebajarse a pedir ayuda a Ares, dios de la guerra y principal sospechoso de cualquier tipo de traición contra el Olimpo.

Ares ya había demostrado antes ser merecedor de sospechas al formar un complot, junto a la verdadera mente pensante, Afrodita, para destronar a Zeus. Todo gracias a la muerte de Hera, y razón por la que él tuvo que ir al futuro en busca de Zoe. Así que Ares no era un dios que despertara su simpatía.

No se llevaban bien. Y sabía que al pedirle ayuda tendría la fabulosa ocasión de burlarse de él tanto como quisiera.

Y lo había hecho.

― ¿Vas a estar mucho rato más riéndote? ―gruñó Hermes cruzado de brazos.

Ares secó un par de lágrimas que habían escapado de sus ojos, intentando respirar y contener las carcajadas.

― Un momento... ―murmuró. Un par de risas escandalosas más acompañaron sus palabras, para respirar un par de veces y volver a enfrentar al dios, visiblemente enfadado―, Vale, a ver si lo he entendido... ¿Necesitas mi ayuda?

― Yo no he dicho que...

― ¡Sht! ―lo calló, todavía de buen humor―. No vengas con tonterías, Herm. Me necesitas, ¿verdad? Por los dioses, dilo. Quiero escuchártelo decir.

Hermes gruñó.

― Si te piensas que voy a rebajarme a suplicarte...

― Por supuesto que lo harás. Sea por la razón que sea, necesitas ese elixir. Supongo que Kayros no ha querido echarte un cable en esta ocasión ―Ares contuvo de nuevo la risa―. Me encantan esas expresiones modernas, ¿a ti no? ―Hermes le dedicó otra mirada envenenada―. En fin. Si has acudido a mí, tiene que haber una razón de peso. ¿Zoe se ha vuelto a meter en un lio?

― ¿Ya te has reído suficiente?

― No, pero lo dejaré para luego. Quiero tener más motivos para reírme. ¿Sabes que está casada con el poderoso Zeus? ―la ironía en la palabra poderoso fue más que notoria―. Eres tan lamentable.

― Zoe está bien. Y ya sé que está casada, asistí a sus dos bodas.

Ares alzó las cejas, todavía con visible bueno humor.

― ¿Entonces, para qué quieres el elixir? ¿Qué tan importante hay en el pasado o el futuro para que vengas a suplicarme?

― Yo no te he suplicado... ―Ares volvió a interrumpirle, alzando una mano.

― No habrías venido de lo contrario, Herm. Me necesitas, va, dilo ―exigió con jocosa indiferencia. Hermes, con los ojos en blanco, volvió a gruñir.

― Necesito Aión, para ir al pasado. Tatiana ha desaparecido, no puedo dejarla sola allí. ¿Vas a ayudarme o no? ―refunfuñó. Ares se cruzó de brazos, con la expresión de alguien que parece estar interesado en algo.

― Tatiana, ¿la hermana de Zoe? Que... interesante.

― Ares... ―el dios alzó las manos.

― Muy bien, pero no te saldrá gratis. ―Hermes rodó los ojos.

― ¿Qué quieres?

Ares solo sonrió.

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Ola tras ola, el vaivén de la marea alta en el hogar de Zale había conseguido adormilar a Tatiana. El muchacho se había arrinconado en una zona elevada, desde donde podía controlarla a ella y la puerta. No lo culpaba, de estar en su lugar, Tatiana tampoco se fiaría de sí misma. Era una extraña. Y había demostrado ser también un incordio.

Vínculo (Part2 Hera)Where stories live. Discover now