A la Valentía y la Tristeza.

113 3 0
                                    

Días después de encarcelar a Willa y a sus ayudantes, Louise y Brandon fueron a la Casa Blanca donde el Presidente los esperaba para agradecerles.

—Mi esposa y yo nos sentimos muy agradecidos por lo que hicieron por nosotros y por eso queríamos premiarlos con estas medallas –Dijo y se hizo a un lado para dejar que dos mujeres pasaran y les pusieran sus medallas a Brandon y Louise.

—Muchas gracias, señor –dijo Brandon.

—Gracias –dijo Louise con una sonrisa.

Pasó un rato más en el cual la Primera Dama les agradeció también y los invitaron a almorzar.

Al salir del lugar, Brandon y Louise se tomaron un taxi y fueron hasta la casa del padre de Rafa. Una vez allí, le pagaron al taxista y tocaron timbre en la casa.

— ¿Hola? –Dijo la chica que les abrió. Ambos supusieron que era la nueva novia del padre de Rafa.

—Hola –dijo Brandon—, sólo queríamos informarles que no se asusten si no encuentran la camioneta de Rafa, nos la vamos a llevar y guardarla en el estacionamiento de la CIA.

—Sí, como sea –dijo la chica y les cerró la puerta en la cara. Louise y Brandon se miraron y luego rieron.

—Por suerte Rafa dejó las llaves en la oficina –dijo Louise sacando las llaves del bolsillo de su chaqueta. Ambos se acercaron a la camioneta que estaba estacionada fuera del garaje, se metieron dentro y Brandon comenzó a conducir en dirección a las oficinas de la CIA. Una vez allí, entraron en el estacionamiento (raramente lo usaban, Rafa siempre estacionaba a Lulú por fuera) y estacionaron en una esquina que casi nunca nadie usaba.

— ¿Qué dices si ahora vamos a verlo? –Preguntó Brandon tomando a Louise de su mano.

—Vamos –dijo ella.

(...)

Louise depositó las llaves de Lulú junto a la lápida de Rafa y luego sonrió sintiendo como sus ojos se aguaban. Se acercó a Brandon y ambos se tomaron de las manos, Louise apoyó su cabeza sobre el hombro de él. Ambos se quedaron en silencio por un rato.

Raphael Dunter

1995 – 2016

Saludos, futuristas, no destruyan mi lápida

— ¿Cómo sabían que Rafa quería eso escrito en su lápida? –Preguntó Brandon.

—Su padre se puso a revisar sus cosas, ya sabes por su tristeza, y cuando logró acceder a su computadora, empezó a revisar su blog y ahí lo encontró –dijo Louise.

—Aguarda, ¿Rafa tenía un blog?

—Extraño, ¿verdad? Todavía no me animo a leerlo, pero en unos meses podemos verlo –dijo Louise con la voz un poco temblorosa y Brandon la miró.

—Tranquila –le dijo y la abrazó—. Yo también lo extraño, ya no tengo a nadie que me diga cuándo estoy siendo un estúpido –dijo y rio aunque por dentro estaba muy triste.

—No empecemos a decir esas cosas porque si no me quedaré a llorar aquí –dijo Louise y rio mientras se secaba las lágrimas.

Ambos se quedaron un tiempo más recordando viejas anécdotas con Rafa, nunca creyeron que su muerte podría dolerles tanto. En sus primeros días en la CIA, Rafa no era el favorito de nadie, el día en el que Jonathan los puso a los tres juntos, ni Brandon ni Louise estaban felices, pero luego de un tiempo Rafa logró convertirse en el mejor amigo de Brandon y luego de Louise. Él siempre será recordado por ambos con una gran sonrisa, tal y como Rafa lo hubiese querido. 

—Creo que es mejor que nos vayamos –dijo Brandon y Louise asintió.

Se despidieron de Rafa y comenzaron a irse, limpiándose las lágrimas.

(...)

Una vez llegados en el hotel, ambos entraron en el apartamento de Brandon.

— ¿Nicholas? –Preguntó Louise al ver al chico sentado en el sofá. Él se levantó enseguida y se arregló el cabello — ¿Qué haces aquí?

—Quería venir a agradecerles –dijo Nicholas.

— ¿Cómo entraste? –Preguntó Brandon confundido.

—Tomé la llave escondida que tienes en tu cuarto la vez que no habías vuelto en toda la noche –dijo Nicholas y Brandon lo miró sorprendido—. Tranquilo, la volví a poner en su lugar.

—No hace falta que nos agradezcas, Nicholas –dijo Louise para cortar con el tema.

—No, no –dijo Nicholas acercándose a ella—, de verdad quiero agradecerles por todo. Básicamente han cuidado de mí durante meses y quiero agradecerles por ello.

—De nada, Nicholas, es nuestro trabajo –dijo Louise y le sonrió.

— ¿Y ahora qué harán? –Preguntó Nicholas.

—Tomarnos un descanso –dijo Brandon—, y luego volver a trabajar.

—Quizás viajar –dijo Louise.

—A Grecia –dijo Brandon.

—Mejor a Suiza.

— ¿Qué tal Francia?

—Muy visitado... ¿Bulgaria?

—Prefiero Italia.

—O quizás a la India.

—Emm... Disculpen –dijo Nicholas cortándolos—. Me parece genial que estén juntos, pero ya debo irme –Louise y Brandon se despidieron de él y le abrieron la puerta para que vuelva a su casa.

Louise pasó a la cocina y se hizo un té mientras seguía hablando con Brandon.

—Ahora que lo pienso –dijo Brandon sentándose en una silla—... ¿En qué momento nos hicimos pareja?

Louise rio mientras se sentaba en la mesa con su taza de té.

—Yo sólo lo asumí –dijo ella—, pero si quieres hacerlo totalmente oficial, de acuerdo. Brandon, ¿quieres...?

—Wow, wow, wow, espera –dijo Brandon frenándola—, no te robes mis líneas, preciosa –Louise rodó los ojos y Brandon se aclaró la garganta—. Louise Shepard... ¿quieres ser mi novia?

—No lo sé –dijo Louise y luego Brandon la besó—. Bueno, está bien –respondió Louise y lo continuó besando mientras ambos sonreían.

(...)

Por la noche, Brandon y Louise fueron a la cárcel donde George y todos sus ayudantes se encontraban.

—Explícame de vuelta, ¿qué hacemos aquí? –Dijo Brandon mientras ambos caminaban entre las celdas escoltados por un policía.

—Necesito hablar con alguien y te necesito a mi lado –le dijo Louise agarrando su mano.

El policía se detuvo frente a una celda y la abrió diciéndoles a Louise y Brandon que sólo tendrían 10 minutos, luego se fue.

— ¿Hija? –Dijo Stuart levantándose de su cama.

—Sólo vine aclarar unas cosas, ¿de acuerdo? –Dijo Louise sin hacer contacto visual con él —Quiero que llames a mamá y le digas que estás aquí y por qué. Quiero que te disculpes con ella por todo el mal que le has causado.

—Lo haré, hija...

—Y no me llames hija, el padre que solía tener ya no existe.

Se creó un silencio.

—Haré lo que quieras, Louise, sólo quiero que sepas que lamento mucho todo lo que pasó y...

—Oficial, ya podemos irnos –dijo Louise y el policía les abrió las rejas dejándolos ir. Louise tomó la mano de Brandon y ambos salieron del lugar. Una vez fuera, tomaron un taxi y se dirigieron a su hotel.

— ¿Qué haremos cuando lleguemos? –Preguntó Louise para evitar hablar sobre lo que había ocurrido.

—Se me ocurren algunas cosas –dijo Brandon besando a Louise, ella sonrió y lo volvió a besar.

Double Life.Where stories live. Discover now