Alicia en el País de las Maravillas.

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Louise comenzó a correr rápidamente escondiéndose detrás de un edificio. Se descolgó el pequeño bolso que tenía en su espalda y sacó un arma de dentro de él, volvió a colocárselo y se inclinó para ver qué sucedía en la calle.

-¡No puedes esconderte por siempre, niña!- Escuchó que gritó un hombre en la calle y rápidamente volvió a esconderse.

Comenzó a preguntarse qué hacer. Estaba en un callejón donde la única salida que había era hacia el pavimento, pero allí se encontraba aquel hombre que quería matarla, si ella salía iban a dispararle.

-¡Sal y hablemos como dos personas civilizadas!- Gritó el hombre y Louise tragó saliva.

Sujetó bien su arma, ya que sus manos sudaban, y gritó:

-¡Lo siento pero mi mamá me enseñó que no debo hablar con extraños que quieren matarme!

Al decir eso, el hombre se fue acercando cuidadosamente hacia donde se encontraba Louise. Ella, sintiendo sus pasos cada vez más y más cerca tomó una gran bocanada de aire y salió corriendo por la calle.

-¡Ahí estás!- Gritó el hombre.

Louise sintió el pánico correr por todo su cuerpo, lo cual hizo que sus piernas temblaran durante su corrida y ella cayese al suelo. Dio un gemido de dolor dándose cuenta que, cuando cayó, su arma se había caído también a varios metros lejos de ella.

-Mierda.- Susurró Louise intentando arrastrarse hasta llegar a su arma pero sintió un gran tirón en el cabello. Aquel hombre le estaba pisando su rubia cabellera.

-¿Mami no te enseñó que no se debe jugar con armas de verdad? - Dijo aquel hombre y luego liberó el cabello de Louise para acercarse a su arma y agarrarla -No son un juguete.

Louise intentó con todas sus fuerzas levantarse, pero el dolor que sentía en sus piernas era terrible. Decidió acostarse en el suelo mirando hacia aquel hombre.

-¿Te rindes?- Preguntó él con una sonrisa.

Louise nunca vio a un hombre tan horrible en toda su vida. Tenía la cabeza rapada; los ojos oscuros, con la esclerótica totalmente roja; unos labios grandes atravesados por una cicatriz; una piel trigueña y sucia, tan sucia que parecía que no se hubiese bañado hace meses. Por último, un gran tatuaje rojo y negro que tapaba totalmente su cuello.

-Nunca.- Dijo ella con dificultad debido a su dolor.

Aquel hombre rió ásperamente y luego miró el arma que tenía en su mano para después suspirar.

-Yo diría que te conviene.- Dijo y luego apuntó a Louise con el arma -¿Últimas palabras?

Louise iba a hablar pero, de lejos, se escuchó una voz.

-Brandon, suelta eso, harás enfadar a Louise.

-¿Qué?- Se preguntó Louise para sí misma.

Hubo un momento en el que todo quedó en pausa. El hombre que la apuntaba con un arma estaba totalmente quieto, al igual que las nubes en el cielo y los pájaros volando. Louise intentó moverse pero no lo logró.

-¿Qué está pasando?- Preguntó ella sin entender nada.

-¡Louise! -Gritó una voz y luego sintió que agua caía sobre ella.

Louise abrió los ojos sobresaltada encontrándose en su cama con Brandon y Rafa mirándola. Brandon tenía un balde de agua en una mano y un sostén en la otra.

-Tienes escuela, ¿ya lo olvidaste?- Le preguntó Brandon tirándole su sostén en la cama y acercándose a la puerta de su cuarto junto a Rafa -Te quiero en veinte minutos fuera de aquí, o llegarás tarde. -Luego ambos salieron y cerraron la puerta.

Double Life.Where stories live. Discover now