Torpe en las Mañanas.

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Louise corrió y se escondió detrás de un gran arbusto, el cual no era muy protector. El mismo hombre de siempre la perseguía con un arma en su mano.

—¿Nadie te enseñó que hay que obedecer a los mayores? ¡Sal de ahí, niña! –Gritó aquel gran hombre y Louise tragó en seco, luego respiró y trató de reunir todas sus fuerzas para comenzar salir corriendo. Entre tanto verde (culpa de los árboles y arbustos) Louise empezó a marearse y a sentirse completamente perdida.

—¡Déjame en paz! –Gritó Louise mientras corría y escuchaba la risa espeluznante del hombre.

El paisaje iba haciéndose cada vez más y más verde hasta que dejaron de distinguirse los árboles, arbustos e inclusive el césped y el cielo. Louise comenzó a notar que ya nadie la seguía y que todo se iba volviendo blanco.

—¡Louise, por favor despierta!

Louise gritó y luego se encontró con los ojos abiertos y sentada en su cama. Gotas de sudor se resbalaban por su frente y ella estaba respirando agitadamente.

—Por Dios, sí que me has asustado –Dijo Brandon quien se encontraba sentado junto a Louise en su cama. Ella lo miró extrañada y luego suspiró para después pasarse las manos por su frente.

—¿Qué ha pasado? –Preguntó Louise.

Brandon tomó su mano y ella la quitó rápidamente.

—Pues, vine a despertarte ya que se estaba haciendo tarde –hizo una pausa -, por cierto, deberías cerrar tu puerta con llave. En fin, vine a despertarte y cuando abrí la puerta de tu cuarto tú estabas toda sudada y respirando con dificultad... Me preocupé.

Louise lo miró extrañada y, por alguna razón, sintió unas grandes ganas de decirle: "Gracias", pero se contuvo.

—Siempre me pasa, BB, no tienes de qué preocuparte –dicho esto Louise se levantó de su cama y se acercó a su armario—. Además, podrías llamarme, en vez de venir hasta mi apartamento y despertarme -Brandon se levantó de la cama de Louise y la miró —. Tengo que cambiarme, así que...

—Está bien –Dijo Brandon y comenzó a acercarse hacia la puerta del cuarto, pero se detuvo y miró a Louise—. No tienes que fingir que no necesitas ayuda en nada –hizo una pausa—, te espero abajo junto a Rafa.

(...)

George se encontraba quejándose con Stuart.

—¡¿Cómo es que un revolver desaparece así como así?! –Preguntó George desesperado. Él era muy ordenado y cuidadoso con cada arma que tenía, y que haya desaparecido una era completamente inaceptable.

—¡No lo sé! –Gritó Stuart y se pasó sus manos por la cabeza.

Ambos se encontraban en sus lugares de reunión junto con el resto de sus ayudantes. Él lugar era una casa rústica abandonada al costado de la ruta. Él lugar era bastante grande y nunca nadie los descubrió (sólo un par de jóvenes que vendían algo de droga, pero George se ocupó de hacerlos desaparecer... permanentemente).

—¿Dé qué revolver están hablando? –Preguntó Daniel, otro ayudante.

—¿Recuerdas el más pequeño? El que Crawford siempre lleva guardado por si acaso... Bueno, desapareció y supuestamente yo tengo la culpa –Dijo Stuart cruzándose de brazos.

Daniel se quedó pensativo por unos cuantos segundos que, para George, fueron horas.

—¡Deja de pensar tanto y dinos lo que sabes! –Gritó George sacando a Daniel de sus pensamientos.

—Recuerdo que mientras estábamos peleando con esos tipos en el callejón, tu revolver se cayó al suelo y tú no lo notaste. Luego la pelea terminó y todos empezamos a irnos dejando a los otros totalmente destruidos en el suelo... Pero había alguien que pudo levantarse, y al notar tu revolver lo quiso agarrar, pero yo le disparé... Igual eso no sirvió de mucho ya que aquella persona tomó el revolver igual y salió rápidamente hacia la gran red de metal, la trepó (no era muy alta), y se fue corriendo.

Double Life.Where stories live. Discover now